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sábado, noviembre 23, 2024

La muerte como chicana política

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Si uno analiza esta pandemia más allá de la retórica electoralista, resulta innegable que no existe ningún país del mundo que no haya sido azotado en algún momento por el colapso de los sistemas de salud y las muertes de miles de personas.

En ese sentido, nadie puede negar que un resultado dramático de la pandemia son los millones de muertes, de las cuales unas 14.000 ocurrieron hasta el momento en el Paraguay.

Países del llamado primer mundo, con altísimas coberturas sanitarias, se vieron sobrepasados. Sendos informes llegaban desde Europa que daban cuenta de que crematorios que estaban saturados debido a la cantidad de cadáveres que se remitían desde los hospitales.

¿Podía el Paraguay escapar a esa realidad? La respuesta es negativa. Nuestro país aguantó más de un año luego de aumentar en 175% la cantidad de camas en terapias intensivas y levantar en tiempo récord miles de hospitales de contingencia. A pesar de eso, nuestro sistema colapsó en los últimos dos meses, si bien esta situación poco a poco está quedando atrás, con la desaceleración de los contagios.

El mundo entero mostró, y nuestro país no fue la excepción, que la batalla contra el coronavirus no se gana en los hospitales, que no existe sistema de salud por más fuerte que sea que aguante la dinámica de un virus cuyo primer rasgo es su altísima tasa de contagio.

De todos modos, tampoco se puede negar que la burocracia estatal, la ineficiencia y, por qué no, la deshonestidad de algunos funcionarios complicaron aún más la cosa, específicamente en lo que hace a la provisión de medicamentos e insumos que llevó a miles de personas a pasar penurias en los hospitales.

A pesar de los contratiempos iniciales en la compra de vacunas y en la provisión de medicamentos e insumos, la luz parece visualizarse al final del túnel. Una situación que genera esperanza para la mayoría de nuestros compatriotas, pero frustración para los que vienen utilizando el luto, el dolor y la tragedia para la demagogia proselitista.

Desde hace ya semanas el gobierno nacional avanza aceleradamente en la inmunización de su población. Ya sean compradas o donadas, ambas cosas requieren acciones de alta política, digna de destacar, a la que los profetas de la catástrofe quieren bajar el precio.

En vez de reconocer el exitoso movimiento geopolítico, los detractores del gobierno apelan al recurso hipócrita de responsabilizar exclusivamente al gobierno de las muertes de esta pandemia. Hipócrita, porque existe un doble rasero a la hora de establecer responsabilidades políticas, absolviendo a gobiernos cuyos presidentes son afines ideológicamente, condenando a aquellos que resultan antipáticos a nuestros posiciones políticas.

Por poner un ejemplo, Bolsonaro o Alberto Fernández enfrentaron la pandemia con estrategias diferentes sin que eso impida que ambos tengan altísimos niveles de muertes en sus respectivos países. Sin embargo, nunca se leyó ninguna crítica de los sectores más progresistas a Fernández o de los más conservadores a Bolsonaro.

Además de ser una reacción ante las últimas gestiones que permiten a nuestro país tener una gran disponibilidad de vacunas, el uso de las muertes como chicana política es una manera pobre de explicar las diferentes problemáticas que supone gobernar en un contexto como este. Es un acto miserable de banalización del dolor, pues reduce el sufrimiento de personas de carne y hueso a una simple cifra que se usa para dar golpes bajos.

Nadie niega, ni siquiera el propio gobierno, que fue un error apostar al mecanismo Covax, una iniciativa plausible que fracasó, entre otras cosas, debido a la baja producción de vacunas y a la alta demanda monopolizada por países con mayor posición económica.

Pero también debe decirse que Paraguay reaccionó rápido, firmando varios acuerdos directos con diferentes farmacéuticas, y moviendo sus piezas a nivel diplomático para agilizar la llegada de vacunas.

Nuestro país está haciendo valer su posición en el mundo, afianzando relaciones con países que se encuentran en diferentes polos de poder. Un claro ejemplo es que nuestro país fue uno de los primeros en cerrar acuerdo con Rusia por la Sputnik, lo que no impidió que Estados Unidos donará una importante cantidad de vacunas y que se haya comprado otro importante lote del país del norte.

Lo mismo ocurrió con India, que nos donó 200.000 vacunas y que nos vendió 2.000.000 de dosis más de la Covaxin. Lastimosamente, cuando esas vacunas deberían haber llegado se desató una fuerte segunda ola de contagios en India que obligó a las autoridades de dicho país a prohibir la exportación de inmunizantes para poder aplicarlas dentro de su territorio.

Habría que preguntarse también por qué una potencia del oriente medio, como Qatar, donó 400.000 vacunas de Moderna al Paraguay. En este momento trascendental de la humanidad ningún país está haciendo caridad, todos están jugando alguna ficha geopolítica y el Paraguay lo está haciendo también, producto de ello estamos comenzando a acceder masivamente a las dosis.

Algunos dirán que las vacunas llegaron tarde. Es cierto que determinados países se adelantaron más que otros en la vacunación. Tal es el caso de Chile y últimamente Uruguay, que haciendo compras masivas de vacunas chinas inmunizaron rápidamente a su población, aunque también debe decirse que dichos países no lograron aún bajar los niveles altísimos de fallecimientos, ni tampoco tener una situación sanitaria cualitativamente mejor que la que tenemos nosotros.

Nadie estaba preparado para la pandemia. Algunos hicieron arriesgadas jugadas, como el caso de Argentina, que cerró trato con Rusia para la adquisición de vacunas Sputnik V, cuando aún estaba en desarrollo y con muchas críticas de sectores científicos.

A pesar de haber sido uno de los primeros compradores, Argentina no recibe las dosis que requiere y a la fecha recién está vacunando a personas de 40 años en adelante. Con cierta frecuencia salen vuelos de su aerolínea de bandera a buscar vacunas que llegan en pequeños lotes, en comparación a la cantidad que adquirieron.

Lo cierto y lo concreto es que Paraguay ya se encuentra vacunando a toda su población con enfermedades de base. Este martes arranca la inmunización de todas las personas de 35 años en adelante y en las próximas semanas el rango etario irá bajando, dado que el flujo de vacunas comienza a ser masivo.

Cada uno de estos logros fueron obtenidos gracias a gestiones personales del presidente de la República, al trabajo de nuestra diplomacia y a las inteligentes apuestas geopolíticas de nuestro país.

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