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sábado, noviembre 23, 2024

OEA y la cold war cultural

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Paranaländer, después de leer “La CIA y la guerra fría cultural”, trata de aplicar la misma saña paranoica de su hermenéutica sobre un librito editado por la OEA en 1969 sobre arte parawayensis.

 

Por: Paranaländer.

 

Hojeando “Arte en Latinoamérica hoy. Paraguay” por Miguel Ángel Fernández (OEA, Washington D.C., 1969), se me suscitaron muchas aporías de lector despistado. Aparte de que el librito es una excelente introducción al enigmático arte parawayensis, incluso hoy día, no puedo omitir y dejar constancia de alguna de mis perplejidades. Primero diré que el libro en realidad consta la mayor parte de su volumen con ilustraciones en blanco y negro (30 hojas) y una sección de 18 páginas que es propiamente el texto introductorio del autor.

No se menciona a lo largo de sus páginas nunca la palabra dictadura o Stroessner o estado de sitio o represión policial. En realidad, aparece una vez la palabra dictadura (“José Gaspar Rodríguez de Francia estableció una dictadura con mano de hierro (1814-1840), durante la cual se cortaron todas las relaciones con el mundo exterior y no se permitió ninguna manifestación cultural de ningún tipo”). En pasado, significativamente. Es llamativo porque su autor siempre se ha jactado públicamente de su devoción por figuras revoltosas como Barrett y Castro. También comprendemos que el canal de divulgación del arte paraguayo no daba mucho margen: en los 60 la OEA había expulsado a Cuba como miembro de la organización, sin embargo, ningún país latinoamericano de gobierno militar dictatorial sufrió expulsión alguna. El Paraguay de Stroessner cumplía a la perfección su rol de compañero de viaje del capitalismo yankee anticomunista.

Otra cosa llamativa, para nosotros hoy parados en el 2021 del siglo XXI, es que se omita elegantemente en este caso toda la cultura guarani o amerindia precolombina en este trabajo. Aunque ya no sorprende viendo el libro del kurepa Rodrigo Cañete (Historia a contrapelo del arte argentino), que también hace lo mismo, saltando cuánticamente por sobre todo el arte indígena para dar el fiat lux del arte argento recién en el siglo del caballete, el XIX. “El territorio que constituye la actual República del Paraguay fue ocupado antes de la conquista española por grupos indígenas, en su mayoría miembros de la familia guaraní, cuya cultura no había avanzado más allá de la etapa neolítica. Su arte, o más bien su artesanía, consistía en nada más que la alfarería de tipo elemental, la cestería y el tejido. La piedra pulida se utilizaba únicamente en armas y artículos de uso diario. Sólo en los textiles y la cestería se puede encontrar una ornamentación -de tipo geométrico- que sea de interés y tenga atractivo visual”. Claro, un neolítico qué va a saber de arte. Después da un salto hasta los jesuitas. Haciendo hincapié siempre que los obreros-artesanos indígenas eran dirigidos por maestros jesuitas. En suma, tiene un fuerte tufo anti-indígena. Subyace en el texto claramente influencias de las ideas de Josefina Plá sobre arte moderno paraguayo y el barroco hispano-guarani.

Eso de hispano no me parece tan preciso, las misiones estaban repletas de jesuitas alemanes, italianos y no solamente de españoles. Quizás se quiera atenuar el aporte autóctono una vez más sobrevalorando el españolismo evidente en Plá. También el texto introductorio para la OEA tiene su punto g diríamos en la Semana del Arte Moderno de 1954.

Parti pris una vez más pillado in fraganti, pues la viuda de Julián de la Herrería participó de ella con su famosa pieza Humanoide.

“La experimentación individual, la creciente severidad crítica en la formulación de cuestiones artísticas y una inquietud estética generalizada llegaron a un punto crítico hacia fines de 1953, cuando varios artistas, descontentos con el atraso del Centro de Artes Plásticas, se retiraron y establecieron el Grupo de Arte Nuevo. Unos meses más tarde, en 1954, el Grupo organizó una Semana Paraguaya de Arte Moderno, en el transcurso de la cual sus miembros exhibieron sus pinturas, cerámicas y esculturas al aire libre en la calle, habiéndoseles negado el uso de la única sala de exposiciones disponible. El público, acostumbrado al realismo académico y totalmente ajeno al desarrollo del arte contemporáneo, reaccionó desfavorablemente a las novedades que se les presentaba. Durante muchos años los miembros del Grupo tuvieron que soportar la falta de comprensión y el sarcasmo de quienes los rodeaban. Algunos se quedaron en el camino, desanimados o absorbidos por otras actividades. Otros, que carecían de la formación suficiente, no pudieron avanzar más allá de la etapa de mera rebelión.

El nuevo Grupo de Arte fue fundado por Josefina Plá, Olga Blinder, José Parodi y Lili del Mónico. Pronto se les unieron Edith Jiménez, Francisco Torné Gavaldá, Joel Filartiga, Mariano Grotowski, Aldo Delpino y Carlos Colombino. La mayoría participó en la Semana del Arte Moderno”.

En fin, que yo sepa el texto nunca ha sido traducido u publicado en español (en su totalidad), así que los fragmentos traducidos aquí son de mi labor junto al inestimable Google translate.

Acevedo y Sorozábal no se citan, quizás la caricatura entonces no se considera arte.

 

 

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