Paranaländer ha conseguido como adelanto 4 fragmentos de 4 autores del libro de próxima aparición Lenguas de la Poesía Parawayensis.
Por: Paranaländer.
Hey! Ha che páype a havi’u a ñañua ipoty kuru
Ko ágâ che carreta pe araha mba’e repy
Che syva ry’ái poty
(Hey! Soy el hombre de la tierra que acaricia
Un sueño en flor
Hey! Y despierto lo protejo para verlo florecer
Ahora voy llevando en mi carreta a vender
Esta flor de mi sudor)
En agosto de este año se realizaron las charlas de Lenguas de la Poesía Parawayensis y, en el compás de espera de la salida de imprenta del libro que reunirá las exposiciones y ponencias, les adelantamos, a los lectores de esta columna, 4 fragmentos de otros tantos autores que participaron en este ciclo en torno a las lenguas usadas y manipuladas en nuestro país. Los autores son, por orden de aparición, Gregorio Gómez Centurión, Jorge Kanese, Léonce Lupette y Alejandra Peña.
“Las fuentes y el lenguaje de mi poesía, Gregorio Gómez Centurión. La poesía como reflejo de nuestra cosmovisión. A esta altura del tiempo ya no me cabe duda de que la forma, pero más que nada el contenido de mi poesía es el reflejo de mi propia visión que en verdad tuvo significativos cambios durante el transcurrir de mi vida social activa que se prolongó durante al menos 50 años. En esta resta y suma de los tiempos en cuyos espacios trascurrió mi vida personal y comunitaria, ubico entre paréntesis mi experiencia anterior a los 21 iniciales años de mi vida y los 10 últimos que hacen parte de la etapa fuera de los compromisos que impone una actividad laboral formal. Mi militancia socio-gremial dentro de los movimientos campesinos inició a los 20 años y mi actividad laboral culminó cuando ya iba cumpliendo los 75 años de edad. Comencé a escribir algunos versos desde los 13 o 14 años. Después me di cuenta de que aquellas estrofas que en verdad eran el plagio de las obras de un hermano mayor cuya producción poética se inscribía en el marco de la “Escuela Emiliano” que por lo general utiliza las lenguas guaraní y castellana de manera sincronizadas. A los 25 años de edad, cuando ya contaba con 5 años de reflexión crítica acerca de la realidad socio-política del sector campesino, dándome cuenta que aquellos poemas, en realidad no me pertenecían, de un tirón, recogí los manuscritos y los deseché total y definitivamente”.
“PROTRÉPTIKO PARA E_BENTO LINGUAS PALAWAYENXIS PO_NENXIA KANEXÍTIKA A KON_BOKATORIA XTINO VOGADO XËI VRINGO-PARTIDA ÑE’EREÍRE AGOSPOPAHAPE DESLENGUADO KANEXIS, ÑemoPO’ËXÍA PARAGUAY, ko’angaitente, koñemopandérmiko, aniux dómine 2021. Kururú korörö topepirurü. Lenguas ¿ke lenguas? ¿para ke lenguas? ¿y Paraguay? ¿a ke y a kién(es) im-porta este paixito de mierda. Es cierto: somos estamo-siendo y progavlemenxi seguiremos siendo MODELO de kilombo desorden vyresa ky’a mexkolansa. Un yavorái yoparalaya de todo y con todo”.
“¿Kwo vadimux, moõpio la axunto? Léonce Lupette
La pregunta por la actualidad de la poesía paraguaya, o pseudocientíficamente paraguayensis, como fue planteada por Cristino Bogado para la presente ocasión de reflexión compartida, implica varios problemas que debemos tener en cuenta al indagar el asunto. Para empezar, no se puede hablar de la actualidad o de lo actual sin tener en cuenta el y lo pasado, y tampoco podemos perder de vista el futuro, con lo cual ya estamos en medio de un mareo temporal por el que tenemos que navegar – y no siempre resulta fácil calibrar la brújula cuando hay bastante neblina. Y neblina siempre suele haber, sobre todo cuando hablamos de conceptos supuestamente evidentes como “la poesía”, “la poesía actual” o, peor, “la poesía paraguaya actual”, como si existiera algún consenso acerca de una entidad concreta a la cual se referirían estos conceptos. Así, rápidamente veremos que el aspecto local resulta más problemático aun que el del tiempo: decir poesía paraguaya inevitablemente supone algún elemento unificador basado en – ¿en qué exactamente? ¿En el territorio geográfico? ¿En el estado paraguayo? ¿En la nacionalidad paraguaya? Cuestiones que se complican todavía un poco más por el hecho de que –más allá de todas las posibilidades e imposibilidades que brinda la virtualidad (o que brindan las virtualidades)– yo vivo fuera de ese país, con lo cual mi perspectiva necesariamente es una desde cierta distancia por lo menos de los quehaceres culturales dentro del país. De todos modos, el campo de las Literaturas Comparadas ha dedicado décadas de trabajo a la problematización de las premisas y construcciones de las Literaturas Nacionales, aunque estas parecerían prevalecer hasta hoy en día, por ejemplo en las carreras de Letras donde las literaturas siguen siendo clasificadas según sus nacionalidades y cuando en un país como el Paraguay la Literatura Comparada ni siquiera existe como carrera”.
“Lenguas de la Poesía Paraguayensis. ¿En qué lenguas se canta, cuenta, la poesía parawayensis hoy? Alejandra Peña
Cuando pienso en las lenguas asociadas a lo paraguayensis, siento una irrefrenable necesidad de comprender dicha relación en términos de territorio; con lo cual se impone conocer el mapa que lo describe, para poder recorrerlo sin desatino (en ambas acepciones de la palabra desatino, tanto castellano como paraguayo). Mi premura por encontrar dicha cartografía tal vez derive de la presión que ejerce en mí la palabra paraguayensis, que sugiere la existencia de un gabinete de taxonomía georreferenciada donde cada ejemplar de estudio -en este caso las lenguas- merecería una sesuda ficha científica, que tiene como encabezado el nombre científico, previa observación con el instrumental adecuado. No me demoro en percibir, sin embargo, que el mapa orientador que hemos heredado para intentar comprender sobre las lenguas de la poesía paraguayensis, se ha dibujado con una brújula averiada, y no nos sirve como carta de navegación, porque ha sido simplificado y distorsionado por intereses de quienes en todos los periodos históricos logran imponer su narrativa de lo que implica ser paraguaya o paraguayo. (a dichos intereses se allana servilmente la mayoría, por miedo a lo desconocido). Entonces, como los mapas no sirven, asumamos directamente el territorio, y dibujemos algo que sirva para recorrerlo. Las primeras lenguas que me vienen a la mente son anteriores a la existencia de los humanos, porque son lenguas de tierra, capas geológicas en constante movimiento, que han mantenido unidas a ciertas regiones del planeta mucho más tiempo de lo que llevamos los humanos caminando sobre él. No hay que olvidar que hace 500 millones de años Sudamérica formaba un solo bloque continental con África, Arabia, Madagascar, India y Australia, en lo que se llamó Gondwana. Aún hoy, con la distancia que nos separa, esas lenguas de tierra llena de vida nos sostienen a todos como una misma piel mineral, animal, vegetal y cultural que nos une bajo los pies, una corriente que nos recorre y mantiene en una misma vibración tan material como imaginaria. Es un gran pan untado de la misma mantequilla, y la antigua vegetación que alguna vez la cubrió (Glossopteris) se extiende hoy, extinta, en todas las regiones”.