El filósofo César Zapata presenta la primera parte de un ensayo sobre la experiencia contemporánea de la crianza, las pantallas y el sujeto que de ello resulta.
1.Oda a Martina Jerutí (Fragmento de un poema escrito en 2020)
2.El dragón voluptuoso
Dicho de manera simple y directa, me asalta una angustia enorme cuando veo a mis hijos pequeños tras una pantalla, los retiro de sus fauces, lucho contra el dragón voluptuoso[1]. Pero tenemos que trabajar para sobrevivir, tenemos que extenuarnos para masticar el polimorfo pan diario y las pantallas son una posibilidad de descanso[2].
Respiramos, exhalamos voluntad y controlamos el tiempo de los hijos con el dragón voluptuoso, intentamos que no sean huérfanos digitales, no los abandonaremos a su suerte, no señora, jamás.
Pero el dragón no conoce la fatiga, nosotros los padres estamos hechos de cansancio.
En todo caso hay pantallas y pantallas, unas son una increíble colección de estupideces, otras son…son inteligentes, divulgadoras, emancipadoras, incluso son antipantallas.
A dónde van nuestros hijos, a dónde va la humanidad, por favor, yo crecí jugando en la tierra, cazando lagartijas, escuchando lechuzas, mis hijos oyen autos y mas autos, televisión, anime.
Hemos de gritar, sí por favor, grite fuerte, grite, pues todo se está yendo al carajo, pero no se lo diga a los hijos, no podemos dar un mensaje negativo. No, usted no puede dejar de pelear, usted tiene que combatir ¿Contra quién? Contra una pantalla, un dragón voluptuoso, que incluso se parece a usted mismo, pues usted, hace ya tiempo, ha caído víctima de su seducción. Los filósofos lo saben, tal vez lo saben.
Tranquilidad, tomemos aire. Intentemos saber quiénes somos, y de paso le vamos preguntando a los malditos filósofos, pues ya todo parece maldito en este barco fantasma de la actualidad. Actualidad que fagocita y vomita sujetos digitales.
3. El sujeto digital.
Sin duda una de las contribuciones notables de la llamada posmodernidad[3], es mostrar que somos producto de una construcción, la cual está magistralmente orquestada por una sociedad disciplinar y sus instituciones: escuela, hospitales, cárceles, etc.
Así por ejemplo, la escuela pública de mi infancia fue un claro intento de construcción de algo así como un “sujeto nacionalista militarizado”: hacer fila, tomar distancia, sacar pecho, cantar el himno nacional, mirar la bandera con respeto y veneración, celebrar las glorias del ejército, escribir poemas a cuánto episodio de guerra hubiese, obedecer a la autoridad y etc, etc.
La pregunta es: ¿Lo lograron? Lograron construirme como un sujeto nacionalista militarizado. La respuesta parecería obvia. No, por supuesto que no, en mi caso no se logró ¿Es así? Una amiga colombiana, al mirar como disciplinadamente quitaba la cáscara a una naranja, me dijo: oye a ti sí que te marcó la dictadura de Pinochet. Otra amiga, suele decirme que soy kantiano, pues siempre replico: “se debe” hacer esto “se debe” hacer aquello.
En la segunda parte de este ensayo, iremos por el protagonista de esta época: el llamado sujeto digital, construido por una denominada: sociedad de control, para fenomenologizarlo y escrutar un proyecto de eventual emancipación a manos del saber filosófico.
Referencias
[1] Dragón porque ostenta una materialidad sucedánea: ver un árbol por una pantalla no es lo mismo que tocar un árbol en el parque. Y voluptuoso porque parece estar diseñado para seducir a los sentidos.
[2] Vanessa Rodríguez Lazzini, ha trabajado mucho acerca de esto, y sobre todo en términos prácticos, recomiendo su página en Facebook:
[3] Vuelvo a pedir disculpas por meter una buena parte de pensadores contemporáneos dentro de esta etiqueta, pero por ahora no me interesa entrar en detalles.