La cámara de Diputados aprobó en la fecha la Ley de protección al consumidor de cárnicos y sus derivados, una normativa que, entre otras cosas, prohibe denominar carne a productos de origen vegetal.
El objetivo sería proteger la carne de origen animal, por ser un bien consumo estratégico en la generación de divisas, así como por su papel constitutivo de la dieta nacional. Así al menos lo entiende uno de sus proponentes, el diputado colorado oficialista Hugo Ramírez, quien celebro la aprobación de de la ley desde sus redes sociales.
En un controversial posteo, sobre todo para la población vegana del país, pidió dejar de llamar carne a la soja o derivados vegetales.
En tono de ironía, el diputado Ramírez propuso denominar «sandwich de arbusto» a la variada oferta de hamburguesas de quinoa, soja, poroto y otras legumbres, tan apreciadas por los que buscan una dieta más adecuada a los estándares de la vida sana, cosmopolita y comprometida con la doctrina antiespecista que propone restringir completamente el consumo de alimentos de origen animal.
Las declaraciones de Ramírez van mucho más allá de la protección al consumidor, apuntan a cuestiones filosóficas sobre el ser mismo de las cosas (¿existe la carne en sí o es carne lo que el lenguaje dice que es carne?), en una clara refutación de la tesis que suele señalar el poco contenido intelectual de los debates legislativos.
Esto sin mencionar las consecuencias que tiene de la ley para la discusión sobre el ser nacional y los hábitos alimentarios, así como la posición geopolítica del país en el competitivo mercado mundial de la carne.