Derian Passaglia prosigue su trabajo de reflexión y traducción propia de los poemas del escritor austríaco Rainer Maria Rilke.
Cuando traduzco Rilke me acuerdo de La rabia, de Daniel Durand, un libro publicado en 1989, en ediciones artesanales para los amigos, donde se traduce The Raven de Poe fonéticamente. No conozco otros experimentos así. ¿Capaz el de Aldo Oliva traduciendo a Lucano y firmando un fragmento del poema con su nombre en la década de los setenta, dictadura de por medio, donde había cosas que se podían decir y cosas que no?
Traducir así, usando otro texto con otro nombre para expresar un sentimiento, es volver a la traducción una forma abstracta, vacía de sentidos literales, pero con significados que se expresan igualmente en lo escrito. Doble, triple, cuádruple significados… acá no importa la literatura a lo Piglia o a lo Saer, los sentidos ocultos son de escritores perro chico, el poema dice lo que dice y eso es lo que importa.
La poesía de Rilke es simbólica y materialista a la vez. Es simbólica porque le escribe a un personaje de la mitología griega, el que enamoró a Eurídice con su lira y durmió al terrible Cerbero cuando bajó al inframundo, según Wikipedia; y es materialista porque cuando escribe pareciera que las palabras forman parte de un ritual en el que se resucitan fantasmas del pasado, se invocan espíritus con el canto, una onda medio que se le podría llamar poesía macumbera.
IV
Ustedes los tiernos a veces caminan
en el aliento que no los siente.
Dejen que en sus mejillas se separe,
les tiemble detrás otra vez.
Ustedes los bendecidos, ustedes los sanados,
el principio de sus corazones brilla.
Arco de flecha y blancos de flechas,
la sonrisa brilla para siempre en las lágrimas.
No tengan miedo de sufrir, la gravedad
devuelve el peso a la tierra;
pesadas son las montañas, pesados los mares.
Incluso los árboles que plantaron de chicos
se volvieron pesados hace tiempo. No se engañen.
Pero el aire… Pero los escombros…
V
No construyas monumentos. Deja que la rosa
florezca cada año.
Se trata de Orfeo. Su metamorfosis
en esto y lo otro. No nos preocupemos
por otros nombres. De una vez para siempre
es Orfeo el que canta. Viene y se va.
¿No es mucho cuando las flores en el florero
sobreviven a veces unos días?
¡Cómo desaparecer para que entiendas!
Incluso cuando él mismo tenía miedo a la desaparición.
Mientras, su palabra se supera,
es hermosa donde nadie la acompaña.
Las rejas de la lira no le aprietan las manos
y él obedece la transgresión.
VI
¿Él es de acá? No, de ambos
crece rica su vasta naturaleza.
El que sabe dobla las ramas de los sauces,
porque conoce las raíces de los sauces.
Cuando te vayas a la cama, no dejes sobre la mesa
el pan y la leche: los muertos regresan.
Pero él, el exorcista, mezcla
la dulzura bajo los párpados,
su aparición en todo lo visto
y la magia de la fumaria y la ruda.
Es fiel a sí mismo, real como una relación clara.
Nada puede empeorar su imagen verdadera,
ya sea de las tumbas, ya sea de las habitaciones.
Presume los anillos, los broches y las jarras.