Paranaländer emprende un viaje ucrónico, en esta vuelta por la república Nazi-avá (Avareich), instalada en una Buenos Aires invadida de guaranias y polkas de fines de los años 30.
“Una panda de egoanarkas secuestra a un lacaniano, a un foucotiano y a un deleuziano, y antes de sacrificarlos o despenarlos, da a cada uno la opción de argüir con lógica sus delirios y galimatías… La panda de egoanarkas en pleno, que se comunica en una especie de nadsat kobaiano o alienígena, lleva máscaras de poetas parawayensis, el primero con un antifaz de Alejandro Guanes (por eso desde ahora será llamado Guanes), que corajudo deja escapar sus bigotes en manubrio, rubios y novecentistas, orlados de teosofía y ajenjo de guaravirami; el segundo va con la sombra de Félix Fernández (FF en este cuento) sobre su jeta de cambuchi iteño: el tercero, el de Eloy (a quien mantendremos como Eloy), con su aura de mandarín desempleado; el cuarto, el antifaz de Ida Talavera (En adelante, para no confundirlo con el otro Talavera, Natalicio, será La Talavera), herunguã si arrieropa kuñarovaguype, y el quinto, una mascarilla de Joaquín Morales (en adelante, Morales), en un cuerpo calvo, carapeto y halterofílico. Rebobinando, los egoanarkas son: Guanes, FF, Eloy, La Talavera y Morales. “¡Te espero en mis últimos sueños!”, es la obra que Guanes piensa escribir cuando esté preso. Había rozado el éxito con su escultura ópera “Yvá mbopí”. Eloy sueña con una obra maestra perfecta que nunca osará profanar escribiéndola. Mientras, cantaba en sordina en las veredas lambareñas cantos religiosos que remedaban a los de los pai tavytera. FF está reescribiendo, de atrás para delante, de abajo para arriba, la historia de la “literatura guaraní” antes de la llegada de Colón. En 2006, se descubrió médium escribiviente a lo Chico Xavier el espiritista, y, a partir de 2012, psicografió innúmeros textos atribuidos a poetas guaraníes fallecidos. La Talavera aumenta el número de sus tatuajes que indican cada nuevo pathos amoroso. El pájaro fabuloso de Tuja Og era su orgullo. Se declara analfabeta. Firmó con el seudónimo de León Clastres un manifiesto titulado “El subimperialismo rapaiz y la cultura parawayensis” (uno de los ejemplos de abdicación pila: esos artistas sesenteros que se peleaban por ir a exponer a la bienal de un país que había sufrido un golpe de estado en 1964), que abreva preferentemente en teorías de Pistilli, Mahieu, Pitaud, Creydt. Morales escribe pálidas parodias de Serner (cruce dadá entre Karl Kraus y Lichtenberg). Fue integrante de la banda jahe’o punk Samuel y los Curupis. Su gurú es Montoya, el creador del guaraní. ¡El foucotiano fala con acento porteño, porteño de Capiatá! Le apodaron durante su cautiverio de El pedófilo (a continuación, será conocido así en este relato). Vive como dealer de la clase decadente de nuestra querida ciudad virginal, yureka. ¡El lacaniano es kurepa de Alberdi! Sr. Falo, o señor Peluquín, es su apodo entre sus cautivadores. Vive de dinero inyectado por europeos que promueven causas non sanctas. El delectaziano, o mejor, el puerco. O también, el descuellado. Da clases en YouTube para millenials sobre la importancia de leer la obra de su franxute santo en clave aleatoria, las sortes delezianas. Sale vestido, un día con poncho Gral. Díaz, otro con poncho Curupayty y un tercer día con poncho Cerro León… El mbyja co’e ilumina su cabeza que delira imperios del pasado que regresan o del próximo futuro que se ectoplasmizan como poemas en la boca de los vates. Por ej., un día le habló a Guanes de que soñaba como Capece con la reconstitución del Virreinato del Río de la Plata bajo su mando y como virreina su amada de falda azul jacarandá. Otra historia, más escalofriante, se lo sonsaqué después de una sesión de tortura psicológica: El primer partido nazi en Latinoamérica se fundó en Paraguay en los años 30, y cuando Alemania gana la segunda guerra mundial, el Tercer Reich ayuda a Paraguay a conquistar Buenos Aires y convertirla en una colonia nazi-paraguayensis, donde se prohíbe el español, solo se habla alemán y guaraní. El léxico oficial de este ejército ocupante de Bayres se conforma básicamente de terminología mbya guarani recolectado por Cadogan en los 30-40. Ejemplos de ese neolenguaje oficial: ãgã, angüe, ko’ãga, ayvu, ayvu kué, asygua, angüery, ñe’ënguchú, ñe’ënguijá, eepy a, amba mo’a, a’yvo, a’y. Los nazi-paraguayensis nunca cogen a las porteñas, las consideran ejemplares menores de la especie hembra. Está prohibido hablar español, la patrulla lingüística que detecte transgresores lingüísticos los fusilan in situ según ley de ocupación, solo se permite la circulación de lenguas poéticas como el guarani del Ayvu Rapyta y el alemán de Gryphius. Contraseñas urbanas, callejeras: Maruã, tupã miri, ikandire, yrako oúma, vapurũ, che chimbireko au, tatapã neremokõi, ipuruávae (embarazada), yvy poreỹ reko ypy (abismo eterno), Ñanderykey, ñaẽpy (olla de barro, por extensión, mujer)