Otrora visto como modernizador del país, hoy el movimiento Honor Colorado solo tiene un objetivo político: asegurar la impunidad de su “significativamente corrupto” líder y su estructura, sospechada de crimen organizado y lazos con el terrorismo internacional.
Luego del señalamiento de Horacio Cartes como “significativamente corrupto”, la precandiatura presidencial de Santiago Peña, un pesado lastre con el que carga hoy la ANR, se consolidó como la opción preferida de la oposición.
Desde la concertación, esperan que Peña repita a nivel nacional los mismos resultados que su compañero del movimiento, el también “significativamente corrupto” Ulises Quintana. Recodemos que Quintana ganó las internas municipales de Ciudad del Este y luego perdió catastróficamente las elecciones generales contra Prieto.
Dado que Peña es hoy el candidato colorado más fácil de vencer, preocupa a la oposición los propios datos que ellos manejan y que muestran un descenso sostenido en imagen e intención de voto no solo de Peña, sino de todos los candidatos pertenecientes a Honor Colorado.
La probable segunda derrota consecutiva de “Santi” en las internas de diciembre de este año ratificaría la condición subordinada de Honor Colorado en la ANR: un movimiento actualmente replegado, en posición ultradefensiva, con su líder confinado en el país y su precandidato presidencial con fobia a los interrogatorios aeroportuarios.
El desprestigio creciente que viene sufriendo el cartismo por la masificación de las denuncias que los liga al contrabando internacional de cigarrillos, las rutas de narcotráfico y ahora los nexos con el terrorismo, comienzan a acentuarse con el pasar de los días, en lo que se avizora como una tormenta perfecta.
Un síntoma de la debacle política del cartismo es su retroceso en la Cámara de Diputados, que pasó de ser su bastión a convertirse en un órgano donde ya no controlan ni la presidencia, ni el quórum, ni mucho menos tienen mayoría propia.
Esta misma dinámica se da en el plano social. El prestigio que alguna tuvo Cartes como “exitoso empresario” le es hoy negado por quienes ayer nomás eran sus leales, como es el caso de los titulares de los principales gremios empresariales, que ahora piden su investigación.
Ni el trabajo a tres turnos de los publicistas del cartismo puede revertir la idea instalada en el pueblo paraguayo de que el único proyecto que queda al movimiento Honor Colorado es el de la protección, impunidad e intento de no extradición de Horacio Cartes.
Por la imposibilidad que tiene HC de salir de Paraguay, el programa de gobierno insignia de quienes solían presentarse como la “nueva cara del coloradismo”, los supuestos relevos de la vieja política nacional, es lisa y llanamente convertir el territorio nacional en una segura prisión domiciliaria para Cartes.
La pose de economista, técnico diplomado en grandes universidades, que alguna vez tuvo Santiago Peña pierde día a día el brillo de otros tiempos. En lugar de todo ello, en sus palabras ya solo resuenan la angustia de un candidato que solo quiere el poder para dar seguridad a un expresidente descalificado por la comunidad internacional y amenazado de muerte por las mafias rivales.