El filósofo César Zapata vuelve a meditar sobre los conceptos centrales de su libro «El principio de irrealidad» (2019).
Escribir un libro de filosofía es un trabajo que es mejor no emprender para un obrero de la filosofía como yo, no hay tiempo, no hay plata, no hay ingenio, pero logré convencer a uno de mi jefes y a los gestores de una connotada editorial en Paraguay, por supuesto que lo hice valiéndome de promesas incumplidas y expectativas sobredimensionadas, además de aprovecharme de que eran excelentes personas, en fin, en la cultura todas las formas de lucha son válidas, compañera. Desde aquí, desde el habla de las letras, les mando un abrazo absoluto a todos ellos.
Para condimentar un poco la situación, dicha empresa comenzó el 2015 cuando nació mi hijo mayor y terminó el 2019 cuando nació mi hija menor, en otras palabras todo era caos. Ese 2019 hubo dos lanzamientos muy gratificantes en Asunción y el 2020 se hizo otro en una interesante universidad del sur de Chile. El 2021 descansé del texto, y este año por ningún motivo lo quería leer, pero los psicoanalistas, gente muy organizada en Asunción, gestaron la primera feria cultural psicoanalítica, y, es así como un domingo por la mañana tengo que hablar algo de mi libro frente a un valiente público, a si que, pues bien en honor a tal evento tuve que leer de nuevo mi texto.
Comparto, haciendo una cirugía de movimientos o sea deshuesando, la delirante fascinación por intentar decir algo acerca de una de las bestias mas grandes que pasean por el entendimiento humano, me refiero al concepto de realidad. Considerar la realidad en sí misma como un objeto de estudio, solo es algo que puede ocurrir en la filosofía, todos los demás saberes suponen su existencia.
1.La realidad en sí misma.
“Aquí Intentaremos filosofar acerca de la realidad en sí misma, como un hiperfenómeno, una suerte de escenario monumental que comprende todo lo que existe, no solo como un afuera en donde actúan la totalidad de las presencias, incluyendo el espacio y el tiempo, sino que además, como aquello que sujeta la interioridad de todo lo que existe, a modo de una condición sin la cual ningún ente podría tener algún tipo de presencia, es decir la realidad como una especie de naturaleza intrínseca en las cosas.
Nada escapa a la realidad, ni siquiera la palabra: Nada, pues, ésta goza de una presencia conceptual indiscutible, de hecho por eso podemos hablar de ella. Lo mismo sucede con todos los demás conceptos aparentemente irreales, hasta lo irreal “es” nombrarle y al hacerlo le damos una presencia real en el lenguaje.
Nuestra investigación partirá explicitando la siguiente conversión: lo real de la realidad es que ES, pues cuando se presencia algo, cualquier tipo de entidad o fenómeno determinado, lo hace en el cuerpo de la realidad.
Donde hay presencia está la realidad. Y la manera como lo ha venido diciendo la filosofía desde Parménides en adelante, es que donde hay presencia (entidad) hay Ser”.
2.Zonificación de la realidad.
“Pues bien, dividiremos la realidad en tres zonas, dichas zonas son una ficción, pues en verdad la realidad opera como una unidad, pero las ficciones resultan útiles en términos de análisis.
Primera Zona de exposición: Aquello que tiene presencia material concreta, y que es percibido a través del cuerpo material y concreto de los vivientes con consciencia individual, por ejemplo; una silla, una montaña, las nubes, el sol, el computador, las flores, el fuego. En esta misma zona, son reales los procesos de relaciones entre los entes materiales y concretos, real es un incendio, el cambio climático, la desertificación, etc.
Segunda Zona de exposición: Aquello inmaterial y subjetivo que ocurre dentro de la interioridad de cada viviente con consciencia individual. Todo lo que un ser humano, y probablemente todo ser vivo produce en su interior es real, la imaginación, el ensueño, el mundo onírico. Y aunque esto puede quedar solo en el ámbito de lo subjetivo, en tanto sucede en el individuo es real. Si imagino que soy un Azteca arcaico, eso es real en mi imaginación, sin importar que sea imposible de percibir por lo demás, o más bien que sea irreal para los demás, pues desde el momento que un pensamiento imagina algo, eso “es”, aunque su estatus sea puramente mental.
Tercera Zona de exposición: Aquello social, generado por la interrelación entre los vivientes con consciencia individual; el lenguaje, la historia, la sociedad, la cultura, los estados, los gobiernos, la organización para la sobrevivencia, la caza, la pesca, la domesticación de otros entes animales, etc.
Las otras bestias gigantescas como el tiempo y el espacio, son difíciles de ubicar en esta zonificación, por el momento vamos a suponer que actúan transversalmente en las tres zonas anteriores.[1]
Delimitado, de alguna forma este hiperfenómeno que llamamos realidad, Invitaremos a otro concepto a escena, nos referimos al: “Sí mismo”, indicando a través de él, a un viviente individual con algún tipo de consciencia que le permita sostenerse el mayor tiempo posible en la vida.
Teniendo en cuenta lo anterior, trataremos de formular y fundamentar los siguientes supuestos:
1- Resulta imposible argumentar que la realidad tenga una existencia independiente, de un Sí mismo, que sea capaz de percibir presencias.
2- Por lo tanto, resulta posible argumentar que la realidad es
creada por un Sí mismo, que supuestamente la capta.”
Solventar estos supuestos, es la misión que le encomendé a un aparatoso concepto que puede morir a manos propias, por mal hecho, como diría Deleuze, una suerte de hiperficción, concebida para explicar la posibilidad de que la realidad es una extensión de la vida, o dicho de otro modo: son los vivos los que crean la realidad. Ese aparatoso concepto es: el principio de irrealidad, ciencia ficción pura, que veremos en la segunda parte de este ensayo de deshuesamiento.
Referencias:
[1][1] Para Aristóteles el tiempo y el espacio, no son entes, en tanto no pueden ser percibidos en sí mismos, sino en relación a las demás entidades. Para Kant, tiempo y espacio, al ser a priori, es decir al no depender de la experiencia para ser percibidos, están o vienen en el entendimiento mismo del ser humano.