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lunes, noviembre 25, 2024

Ratatata Flatatata

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Paranaländer baraja tres breves y “solitarios” poemas nonsense del poeta alemán Christian Morgenstern (1871-1914), traduciendo al guaraní la historia de la camisa solitaria.

 

Christian Otto Josef Wolfgang Morgenstern nació en Múnich el 6 de mayo de 1871, hijo del pintor Carl Ernst Morgenstern y su esposa Charlotte, de soltera Schertel. Fue a escuelas de Hamburgo y Breslau (hoy Wrocław, Polonia), donde comenzó a escribir sus primeros versos y textos. En 1892 se matriculó en la Universidad de Breslau y pasó el semestre de verano de 1893 en Munich, donde contrajo tuberculosis. En otoño regresó a Breslau, pero su mala salud le obligó a terminar sus estudios universitarios.

 

Hasta ese momento se había dedicado a sus propios estudios literarios y, cuando se mudó a Berlín en 1894, comenzó a trabajar como escritor independiente, editor y periodista para periódicos, y publicó su primer volumen de poemas en 1895. En 1903, regresó a Berlín, donde trabajó, entre otros, en Bruno Cassirer Verlag y publicó más poesía. Se casó con Margareta Gosebruch y pasó por muchos tratamientos en varios balnearios, asistiendo a numerosas conferencias de Rudolf Steiner, el fundador de la antroposofía, y estudiando budismo. En 1914 su estado empeoró y el 31 de marzo, Morgenstern murió en Merano, Tirol del Sur (hoy Italia).

 

 

La camisa solitaria

 

Revolotea en el viento,

ratatata, flatatata,

esta es la historia

de la camisa solitaria.

 

Kamisa ha’eño

 

Opererë yvytupe

ratatata, flatatata,

ko’a ha’e pe kamisa ha’eño

ñemombe’upy.

 

La rodilla solitaria

 

Una vez, en la guerra,

un hombre fue perforado

por delante y por detrás

por las balas;

solo su rodilla quedó intacta

como si fuese un santuario.

 

Desde entonces, va sola por el mundo;

es una rodilla, nada más;

no es un árbol, no es un toldo,

es una rodilla,

nada más.

 

La ballena solitaria

 

Un día, una ballena

sentóse en la arena;

¿por qué hizo tal cosa

cuando solo el agua sublima?

La vaca lunar, candorosa,

me contó en un rosal

que el sabio animal

lo hizo por lo de la rima.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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