Paranaländer tuvo una picante conversa con el docente y crítico de arte Javier Rodríguez, tocando todos los tópicos posibles: arte político, fin de la crítica, hegemonia de la curatoría, iconoclastias, canon out doxa, etc
- ¿Qué se puede destacar del año que nos ha dejado dentro del arte nativo?
Caramba! …Mal podría responder a la primera parte de tu pregunta, ya que hace tiempo he izado bandera blanca en lo que toca al análisis de coyunturas locales (al menos desde un enfoque crítico).
- ¿Querrías profundizar un poco más el sentido de esta “rendición” ante el statu quo local?
“Rendición” no tanto. Es cierto que en general el análisis de coyuntura se ha puesto algo aburrido, dado el sesgo de apología del abordaje curatorial al presente. Pero en este caso se trata más bien de un interés personal enfocado en el mediano plazo. Por ejemplo: en el carácter procesual (no eventual/puntual) de nuestra modernidad plástica, o relativo a la metabolización en clave de mercado durante los 70’s y 80’s de las previas tendencias experimentales de los 60’s. Ese interés no necesariamente implica una claudicación y/o resultaría reactivo al statu quo; de hecho, algunas de estas sospechas (ya que no hipótesis en toda regla) ocasionalmente las expuse en lugares como la AICA/ PY, una instancia bastante ‘careta’ dirían algunos (al menos mientras esa asociación mantuvo un formato razonablemente dialogal en sus foros).
- En dónde estamos, en qué estadio del arte avá: involutivo-decadente, estacionario-ya-da o cambio de rumbo-vaya-dios-a-saber-para-dÓnde-yapimos?
En mi opinión, a mediano plazo (y no ya tanto), no hubo mayores cambios en lo que hace a las condiciones sociales de producción discursiva/plástica, por decirlo así. Éstas, en general -como en décadas anteriores- siguen preferenciando dentro del campo cultural las instancias de circulación y legitimación por sobre la estrictamente productiva (creativa). No obstante, sí cabría mencionar la emergencia relativamente reciente de colectivos (gremiales algunos) y de espacios expositivos. Ahora bien: ¿en qué medida éstos adscriben o cuestionan el habitus predominante? …Eso habría que analizarlo caso por caso (y eso entiendo excedería el alcance de este texto).
- Me interesan estas “instancias de circulación y legitimación”. ¿Qué imagen podrías darnos de ellas, de corredores kafkianos? Sería menester y pertinente, según intuyo, una historia de estas instancias antes que una remanida historia de obras y nombres consabidos y reiterativos hasta el hartazgo?
¡Menuda faena, verdad?! …Digo, según creo entender que proponés ir más allá de la ‘hagiografía’ habitual y ensayar una suerte de diacronía de las instancias de producción/reproducción y circulación/legitimación/consumo de los bienes simbólicos plásticos dentro de nuestro campo cultural. En ese sentido sería injusto omitir que la doxa local fue exitosa en lo que hace a la circulación y validación de bienes simbólicos y que tuvo la capacidad de generar espacios hoy relevantes en lo que hace a la difusión y legitimación de los mismos; lugares socio culturalmente útiles, sin duda. Pero, por otra parte, en no poca proporción, también resultó víctima de su propio éxito; sea por someterse excesivamente a una demanda simbólica externa mayormente ‘maquilera’ en tanto no siempre atenta a los procesos internos. O bien debido a una dependencia comprometedora (en tanto no asumida) de los factores de poder internos de funcionamiento y financiación; mismos que lógicamente tienden a condicionar el componente crítico de las propuestas que bancan. Aunque en esto tampoco cabría la ingenuidad o algún trasnochado ñembo radicalismo: ¿dónde más que en cierta burguesía cabría buscar apoyo económico?; resulta comprensible. Pero una cosa es una evaluación realista de las condiciones objetivas – digamos- y otra muy distinta es una auto-representación alienada, ya que resultaría algo contradictorio auto-situarse en Kurusú de Hierro cuando factualmente la veritá de la milanga más bien pasa por el Eje Corporativo. Con esto ni cuestiono logros ni abro juicio de valor sobre uno u otro lugar; solo señalo posibles efectos negativos de la contradicción implícita en dicha auto-postulación. Porque sospecho que similares contradicciones no tienden necesariamente a consolidar la esfera productiva. Sea en lo que toca a la producción concreta de obra o a la reflexión crítica desde las mismas (v.g.: sobre los paradigmas teóricos hoy vigentes -al menos los visibilizados y que datan de los 70’s u 80’s- no cabría verificar avances significativos en la rectificación de sus ‘anomalías’ -Kuhn dixit-; esto es: cuanto menos cuatro décadas!). De nuevo: no se trata de soslayar contribuciones sino de señalar déficits que serían sistémicos (lo que necesariamente debe entenderse autocrítico porque yo también integro ese sistema de alguna manera).
- La crítica, o su falta actual, esa que vive solapada como curatoría o gacetilla de prensa o pasa como colectivo-lobby de wasap, ¿es la culpable eterna de nuestra sitú en materia de arte?
La ausencia crítica que mencionás no es privativa de la plástica sino del pensamiento local en general (omitidas excepciones). Y la sobre-ponderación de la curaduría, que ciertamente ha desplazado (¿totalmente aquí?) a la crítica y que en general se correspondería (también) a una relación menos comprometida entre obra y sociedad, tampoco la entiendo privativa de la escena local (si bien puede aquí acusar sesgos más rústicos). Como sea: en mi opinión cabría localmente verificar entre productores (artistas) y difusores/legitimadores (curador@s) una marcada asimetría en lo que hace a la apropiación de la ‘plusvalía simbólica’ en juego. Esto es: la ‘parte del león’ va para los segundos; mientras que los primeros (a los que usualmente dicha asimetría les asigna el rol de maquileros, por decirlo así) deben limitarse a aportar ‘las imágenes (a los) concepto(s)’ curatoriales. Y pienso que eso resulta negativo para ambas partes: para los productores (artistas) por lo ya dicho; y también para la reflexión, porque desplazado el análisis de la singularidad y especificidad de la obra, el abordaje de la misma tiende a reducirse a una suerte de simulación de cuño (ñembo) psicoanalítico. Esto es: a una rutinaria ‘asociación libre’ o un ‘une con flechas’ de proposiciones basadas en ‘conceptos’ arbitrariamente pre-establecidos, y por tanto indistintamente aplicables a esta o aquella singularidad simbólica (obra). Para decirlo un poco menos mal: escasea la reflexión ‘en situación’ y ese es un mal negocio. En algún texto pretérito (ya ad ovo inocuo y actualmente más que caduco) propusimos algunas pre-hipótesis sobre este tema
https://lorenzozucolillo.wordpress.com/?s=curadores
- Nuestro artista internacional par excellence es Mangoré (cuyo par en arte o literatura es inexistente, por cierto), se lo conoce en los 5 continentes, tiene miles de entradas en youtube, ere erea, cuyo destino se afianzó lejos de la patria, ¿revela de algún modo el futuro de nuestros artistas, buscarse el pan .-su sino y aplauso-, siempre, afuera?
¿Mejor lo dijo Fontanarrosa/ Pereyra: “Nadie es sotreta en su tierra”? … Y si de glosas podría ir el tema (y por añadidura, de reincidentes y odiosas auto-glosas), quizás podría responder con:
https://lorenzozucolillo.wordpress.com/2015/10/07/soja-cultural-o-las-plumas-de-mangore/
- ¿Cómo ves la enseñanza de arte actualmente -según mi flaca memoria, la enseñanza fue importante aún allá por los años 1988, por ej. en la Escolinha de Arte con el patriarca Abramo (quien privilegiaba la mirada individual más que la asimilación de técnicas)-, y ves hoy algo parecido o cercano?
Esa enseñanza (que también concierne a la formación de público artístico) es un tema muy amplio y cabría analizarlo con mayor detenimiento (y no se si eso es posible aquí). Una revisión preliminar de los programas oficiales (primaria y media) arrojaría tanto lagunas como superposiciones. A nivel terciario, de las instituciones oficiales (EBA/ FADA) poco podría decir, porque hace tiempo no tengo contacto con ellas.
- Faltaba más, ¡ahora jeyma el público es el problema! Educar al público para la delectación artística, ¿eso figura en la grilla curricular oficial?
Obviamente no se trata de que el público sea el culpable de nada. Solo señalé que la educación artística no solo forma artistas, sino (no menos importante) también personas familiarizadas con los lenguajes (videístico, fotográfico, escénico, musical, plástico, etc.); esto es: contribuye a formar una audiencia que posteriormente incidirá en la demanda simbólica.
- Tuve la impresión, muy fugaz pero depresiva, de que el arte paraguayo se reducía (se epitomizaba) a ¡banderas o hamacas! Lo de las banderas es lo más depre, es casi un mal latinoamericano. Hamacas es un mal endémico nuestro lamentablemente. Y lo hacen pasar por arte político, es lo peor.
La paradoja es que cuanto más se busca aquí el enfoque político en la obra, más despolitizada ésta resulta. O quizás no exista ninguna paradoja: ¿cómo podría la obra remitir a la política (en un sentido amplio) en un escenario donde la propia ‘ciudadanía cultural’ se encuentra tan erosionada? … En general, sospecho que las alusiones a lo político no pasan (poco al menos en el campo gravitatorio del mainstream) de trending topics cuasi estacionales como estos suelen serlo, según sople el viento de la demanda externa de ‘commodities culturales’ (identidad, género, medio ambiente, etc.). Sospecha que no pasa de una perogrullada de mi parte, ya que por un lado se vincula a la mencionada ausencia de pensamiento crítico y por otro, complementariamente, al citado habitus extendido en el sector hegemónico, que opera predominantemente desde un ‘Régimen de policía’ antes que desde un más plural ‘Régimen estético’ (y tampoco digo nada nuevo con esto: Rancière de manual). Ahora bien: resultaría injusto querer meter a todos los gatos en la misma bolsa; ignorar discursos políticamente críticos (o críticos en general), muchas veces marginales a la doxa (o aun dentro de ésta, excepcionalmente); que los hubo y los hay; al margen de su visibilización y/o posterior metabolización.
- No me venga ahora a canonizar el out doxa como surtidor de lo político teete, ¿no creo que se refiera a la retahíla de videos-instalaciones sobre Curuguaty, roja ciudad frutal de nuestra historia reciente? Deme otros ejemplos, plis.
Entiendo aquí al menos dos cosas, complementarias: ‘out doxa’ y ‘ejemplos’. Sobre lo primero, sin canonizar nada, sí pienso que cierto pensamiento crítico podría ser ‘out doxa’ (o, como señalé, de estar vinculado -lo que muchas veces resulta ineludible – al menos no totalmente sometido). Y no solo o no necesariamente ligado a cierta simbolización puntual (y omito así por ahora los vídeos que demonizás) de aquella tragedia/vergüenza socio-jurídica que fue el caso Curuguaty. Pienso más en general y a largo plazo. Y aun sin ánimo taxativo alguno, la lista tampoco sería tan corta: podría incluir las fotos de De Sanctis de la Guerra del Chaco (o antes a las de Boggiani y luego las de Henning), a Aldo del Pino (aunque fugaz) y al primer Filártiga y a Márquez y al teatro experimental pretérito y a cierto otro actual; o a las proféticas antropofagias de Yustman, o -avanzado el tiempo-, al proyecto jamás construido de la Plaza de los Desaparecidos (al lado del Palacio de López) o a los otros 400 desaparecidos nombrados por las fotografías de Vidart, o -también fotografías- a las premonitorias demoliciones y gasolineras de Ruiz Nestosa, o a la abigarrada claustrofobia de la pintura de Fernández (¿horroris vacui de la memoria?), o a aquellas orillas desflecadas de lo urbano propuestas por Collar; o al desasosiego de las siestas escritas y dibujadas por Heimat, o a las parodias video performáticas de Meza y López, etc. De nuevo: solo cito algunas muy preliminarmente -porque me apurás y se me dificulta un recuento menos subjetivo- y pido disculpas anticipadamente por eso.
- No puedo desaprovechar su predisposición y pedirle su opinión de esta neo iconoclastia que como una avalancha “cayó” sobre los museos del primer mundo (again, lo triste es que ningún museo ava guarani ha sufrido ninguna visita de estas ménades). Iconoclastia que no reivindica a Marinetti sino al ¡cambio climático!
Caramba! … Me repite la respuesta por favor?!?! …Pero en caso de que haya entendido bien la pregunta: al menos habría dos aspectos en esto. Uno primero: en mi opinión resultaría curioso (o aun patético) ‘lesionar’ acervos parafraseando acríticamente previas praxis metropolitanas (V.G: manos pegoteadas en los marcos de goyas en El Prado). Por lo demás, en el orden local, no poco de lo lesionable del M.B.A. local, ya fue lesionado (aunque no desde acciones ambientalistas, sino por pura choreada o por falta de Presupuesto). De manera que a este paso irán restando allí pocos marcos a los cuales puedan pegar sus manos los ecologistas -sin ya mencionar que esas acciones localmente implementadas carecerían de repercusión mediática, porque a los museos de aquí no va nadie, como señalaste). La segunda va en formato de pregunta: ¿cabría analizar estas acciones caso por caso? …Puesta la National Gallery como ejemplo: ¿resultaría equiparable -en contexto e implicancias- la vandalización (¿performance?) de Mary Richardson sobre la Venus del Espejo de Velázquez (1914) y la más reciente a los Girasoles de Van Gogh? (2022) … Edificante no resultó ninguna, convengamos. Pero: ¿y si hubiese sido sopa Campbell en vez de salsa Heinz?…
- Lo veo aún encerrado en un paradigma conservador, pre futurismo marinettiniano (que pedía empezar de cero, quemando el pasado, es decir, los museos): ¿qué arte hay hoy en Paraguay que escape al patrón cheto de expo en museo, galería, etc.?
a) Es bien posible que sea prisionero de ese paradigma conservador que menciona (en todo caso no recuerdo haberme enrolado en el EPP), pero eso tampoco tendría que fatalmente privarme del ejercicio de alguna mínima sinapsis. Entonces, con relación al grado cero/dictum futurista que mencionás: sonó bien aquello de “asesinemos al claro de luna (…) y cant(emos) el vibrante fervor nocturno de los arsenales y los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas, bla, bla.” Pero siempre que pueda verse la cosa en contexto (y eso podría implicar poner en duda el tal ‘grado cero’) Pero aun suponiendo que haya habido (el ‘grado cero’): ¿fueron todos programáticamente similares esos homicidios del claro de luna? … ¿Un mismo proyecto social subyacía en los diversos modernismos? … No lo creo adscribiendo a R. Williams, quien en “La política del Modernismo”, estableció consistentemente que si bien ciertas vanguardias de inicio compartieron algunos postulados (por ejemplo, cierta revulsión iconoclasta contra la tradición) aquella ‘luna de miel’ (v.g.: la de Mayakovski con el futurismo italiano) tampoco duró tanto, dado que se implicaron proyectos socio-políticos divergentes. Entonces: nihilismos e ‘iconoclastias’ los hubo de diverso cuño, algunos – Duchamp- abrieron nuevos rumbos, mientras que otros no tanto (o no del todo; v.g.: La Germania proyectada por Speer -mimado del Führer- no aportó al lenguaje arquitectónico ni aun la megalomanía de su escala delirante) …Pero convengamos que tampoco es tan simple este asunto, porque si Goebbels no se equipara a D’Annunzio, ¡¿qué hacer con Terragni y con Riefenstahl?! (omitido, claro, el insospechado caldo avá que sobre la filmografía de la última propuso Tarantino en “Bastardos sin gloria”).
b) Por ahí la cosa no pasaría por un binarismo cheto / no-cheto (por lo dicho arriba). Pero con quedarnos en esa generalización tampoco avanzaríamos gran cosa (v.g.: el templo de Karnak es ‘faraónico’ y la basílica de San Pedro ‘papista’…Okey; pero: ¿y de ahí?! …). La cuestión quizás podría pasar por asumir críticamente (‘políticamente’, digamos, en el amplio y mejor sentido del término) las implicancias y particularidades histórico-contextuales de esa vinculación; de nuevo, se trataría de analizarla ‘en situación’.