La jornada electoral en Ciudad del Este y el triunfo de un candidato independiente son un serio llamado de atención para colorados y liberales.
El triunfo del candidato independiente Miguel Prieto en las elecciones a intendente de Ciudad del Este constituye un serio llamado de atención a los partidos tradicionales que debe ser cuidadosamente interpretado, sobre todo por el oficialismo colorado, si es que pretende retener el poder más allá del año 2023.
El resultado de la votación dio cuenta del profundo hartazgo de la gente por la corrupción que campeó en Alto Paraná durante los 17 años de “conducción” del clan Zacarías Irún. Pero no se queda allí, porque tras todos los esfuerzos realizados por el oficialismo colorado para desplazar a esta familia del poder, volvió a unirse coyunturalmente con sus anteriores adversarios para intentar que la ANR retuviese la intendencia de Ciudad del Este.
La gente rechazó esta componenda de manera contundente. La lectura correcta de esta señal debe ser interpretada de forma correcta. La ciudadanía está profundamente hastiada de la corrupción, del tráfico de influencias, del despilfarro de los bienes públicos, de la instalación de clanes familiares en instituciones públicas.
Si el partido colorado y el partido liberal interpretan los acontecimientos de este domingo en Alto Paraná, deberían entender que es hora de desprenderse de sus lastres, de todos y cada uno de ellos, especialmente de los que dinamitaron la credibilidad de los partidos tradicionales, de los Víctor Bogado, de los Portillo, y de todos los parlamentarios o intendentes que reciben serios y, en muchos casos, justificados cuestionamientos a su gestión.
Es hora, también, de soltarle las amarras a los deshonestos y de demostrarlo con hechos contundentes, renunciando y denunciando los pactos para salvar de su intervención por el Congreso a administraciones municipales desastrosas o claramente venales.
De cómo se maneje la situación ahora y de cómo se traduzca en hechos la advertencia de los esteños, dependerá en gran medida el futuro de la administración estatal, del vigor electoral de los partidos tradicionales y de su capacidad para mantenerse en el poder, en los diferentes ámbitos de gestión: nacional, regional y municipal.