36.8 C
Asunción
domingo, noviembre 24, 2024

Banquete de los vasos y los vinos

Más Leído

Paranaländer gusta hermanar obras y autores, reconectar consanguinidades ocultas u olvidadas, en este caso las del francés Joubert y el alemán Jünger meditando el vino a través de sus respectivos vasos.

 

“Las palabras, como los vasos, oscurecen lo que no ayudan a ver mejor”, sentencia Joseph Joubert (1854-1824) en sus “Pensamientos” póstumos.

Esta hermandad de palabras y vasos, forma y contenido finalmente, me reenvió a ese extraño banquete filosófico que acontece en la novela Heliópolis (Seix Barral, 1981) de Ernst Jünger.

El capítulo se titula “Simposio”, tiene unas 9 hojas, entre las páginas 117 y 134.

El motivo del simposio nocturno es el cumpleaños del pintor Halder, que recibe a los 3 invitados en su estudio.

El primero es Serner, invitado del Procónsul, de mediana edad, fuma en pipa, famoso por “vivir en una especie de monólogo”.

El segundo invitado es Ortner, ya de edad  avanzada, amigo del Procónsul, de unos sesenta años, cara bronceada, vestido a la usanza campesina, conocido por la prensa malévola como el Homero de Heliópolis, pues en su juventud se dio a  conocer con unas poesías cósmicas. Luego irrumpió en la política, participó en revueltas populares, ahora se había retirado a un jardín con las musas nuevamente.

El tercero es el protagonista de la novela, Lucius.

El simposiarca elegido fue Ortner. Se debían vaciar tres vasos, uno por el homenajeado, el segundo por el príncipe y el tercero por las musas. “Luego, cada cual beberá a su placer”.

El debate se inicia sobre los vasos en que sirven el vino. El tema que nos convoca hoy.

“Por mi parte”, dijo Ortner, “prefiero los vasos de arcilla”. Dame la dulce copa formada de la tierra de la que he sido creado y a la que volveré, dijo citando el epigrama de Ateneo.

Serner, el filósofo (pues sostenía una filosofía llamada por él monantropismo, que partía del principio de que solo existía un hombre del que todos los demás  eran solo reflejos) que , en cambio, opinó que “solo el cristal  es el adecuado  recipiente del vino. “El vino es el símbolo de una existencia superior, de la sangre hecha espíritu, cuyo límite natural es la muerte. El cristal es la materia más estéil, la más alejada de la vida; en los más finos vasos, el vino ondula  como sumido en lo invisible y contenido en él a modo de pura esencia en la forma pura. De ahí que  el rito de romper los vasos sea también símbolo de la felicidad: alude a la libertad sin límites en el éter. el cristal es cuerpo; el contenido, espíritu”.

Ya se vislumbra en esta dialéctica entre vasos de arcilla y vasos de cristal, que el tema es mucho más amplio, que ya están tocando temas estéticos, de forma y contenido. El primero -el campesino poeta- privilegia el contenido, el segundo -el filósofo- realza el continente, la forma.

La intervención de Halder, el pintor cumpleañero, al declarar “el color es el vino de nuestros ojos”,  se inclinaría a la posición del filósofo.

Volviendo a Joubert, podemos preguntar con quién de estos simposianos coincide su teoría de las palabras como vasos.

Si las palabras son vasos, ¿el vino de las palabras serían su sentido, su significado?

Las palabras joubertianas ayudan a ver mejor por principio o esencia, pero a veces, oscurecen.

¿Cuándo?

¿Cuando las palabras son de cerámica o de cristal?

Sobre Joubert podemos añadir que nunca escribió un libro, solo se preparó a  escribir uno: el libro del cual saldrían todos los demás libros. Escribió cartas, fue cercano a Diderot, Restif de la Bretonne. Un proto-Mallarmé (Blanchot dixit) antes que un moralista franchute al uso de Nietzsche.

Encontramos en otro fragmento de sus “Carnets” que “las palabras tienen la vocación de extraer de las cosas como el centro invisible  de su verdadera significación”.

Y uno más, último, la palabra no niega  sino que admite  y si a veces parece cómplice de la nada , esta “nada” no es sino la plenitud invisible del mundo.

Su gran desafío ultramoderno para su época fue: poner todo un libro en una página, toda una página en una frase y esta frase en una palabra: ese soy yo”.

Más Artículos

Últimos Artículos