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miércoles, noviembre 27, 2024

La coma de Stalin y otras bellezas del comunismo

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Paranaländer extrae del fondo de su archiconocida mochila maka la obra maestra autobiográfica del poeta dada polaco Aleksander Wat (1900-1967).

 

Mi libro preferido sobre ese género -que podríamos bautizar- de “denuncia de la perversión comunista” es “Mi siglo. Confesiones de un intelectual europeo. Entrevistas de Czeslaw Milosz” (1977, Acantilado 2009) del polaco Aleksander Wat (1900-1967). “Insólito tratado poético y filosófico” según Adam Zagajewski. No es un libro para entrar y arrasar en una lectura afiebrada. Es una biblia o  enciclopedia de consulta sobre cada locura que ha vivido su autor a lo largo de su vida como comunista durante el régimen autoritario de Pilsudski, haber conocido las cárceles y gulags de la Unión Soviética hasta su regreso a Polonia en 1947 y finalmente se exilia a Francia en 1958, de donde, enfermo y todo, aceptó vieja un año a Berkeley para realizar la serie de entrevistas -que conforman el libro- con su compatriota el poeta y premio Nobel Czeslaw Milosz.

Wat desciende de una familia judía que tuvo entre sus miembros conspicuos al cabalista Isaac Luria. Fue poeta (sus poemas -más dadaístas que futuristas- de los años 20 eran calificados de “mutilación de la hermosa lengua polaca”), editor (director literario de la Gebethner y Wolff), cuentista (de raigambre antiutopista en la línea de Capek y Witkacy), promotor del futurismo (fue uno de los primeros futuristas polacos) y de Mayakovski (que lo llamó de “futurista nato”). Se suicidó en París. Su verdadero apellido era Chwat.

En la biblioteca de la cárcel de Lubianka (de donde nadie salía vivo) leyó a san Agustín y a Soloviev. Vió al diablo en la cárcel de Saratov. Escribió un poema sobre un Dios-policía.

“Bruno Jasienski fue el iniciador del acoso a Babel. Era entonces terriblemente  sectario, uno de los más fanáticos,  de los que perseguían hasta a Mayakovski”.

“La tendencia del constructivismo del Blok llegó a hablar de rima socialista. Peiper, precursor del constructivismo, estuvo en España, en las reuniones del Ateneo con Huidobro”.

El almanaque de Gga (versión 1929) empieza con un llamamiento:

“¡A la basura con la civilización y con la cultura y su justicia!

Y destruimos todo mecanismo: los aeroplanos, los tranvías, los inventos, los teléfonos -en su lugar medios de comunicación primitivos-. La apoteosis del caballo.

Solo es arte lo que da risa y salud.

El cerdo nos parece más cautivador que el ruiseñor y el gga de un ganso nos embelesa más que el canto de un cisne.”

“Porque el diablo de mi enfermedad es el comunismo”.

“Que en Rusia me declarara no marxista, y de no comunista, y en Polonia enseguida de anti-comunista, era porque había superado todo aquello muy pronto”.

“El comunismo es para mí un elemento patógeno, diabólicamente patógeno”.

“¿Cómo después de leer a Bergson puede uno leer los folletos filosóficos bolcheviques, esa vulgaridad y trivialidad de su pensamiento?”.

“La percepción de la revolución como una gran desgracia, es la grandeza del libro de Pasternak”.

“Stalin no soportaba los poemas de Mayakovski ni sus inventos formales”.

“Lenin lloraba oyendo la Appassionata, odiaba los poemas de Mayakovski”.

“Los bandidos rusos me enseñaron una palabra fantástica, muy a lo Dostoievski, pizdostradatel, suficiente por el coño”.

“En mi juventud futurista, bajo influjo de Witkacy, cuando me entregué a la bebida, me puse como objetivo morir revolcándome en alguna cloaca”.

“El comunismo es enemigo de la interiorización, del hombre con vida interior”.

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