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domingo, noviembre 24, 2024

Cateura, tierra sin mal asuncena

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Paranaländer hace turismo extremo en la tierra sin mal asuncena, Cateura, según el mapa trazado por la antropóloga Gloria Scappini en el libro “Basura” (2020) de Óscar Calavia.

 

Hay dos Asunción: la Asunción en ruinas cual La Habana sudaka, oscura, sucia, agujereada como a consecuencias de bombadeos sin fin, antaño capital modesta y perfumada, y la Asunción recostada sobre el poderoso río Paraguay, la del Bañado, el vertedero Cateura, la comunidad Cerro Poty, en el barrio Santa Ana, donde la humanidad hoza diariamente  en la basura y la miseria. Estuve en esta segunda semioculta city por el 2011, acompañando al finado Edgar Pou (como demonio socrático, eminencia gris) en plan de taller de libros cartoneros, invitado por los curas jesuitas que allí viven a costa de la pobreza (si no hubiera pobres no habría cristianismo, en esto coincido con un autor que ya no leo, Nietzsche, que define a esa institución acertadamente como religión de esclavos). Tuve un shock al bajar nomás de la línea 6 (el colectivo más destartalado del pluriverso), esquivando a los chanchos y gallinas y ponis y charcos mefíticos…Pensé que había cambiado de planeta o siglo, que el bus era un transportador espacial o máquina del tiempo. Y no se me puede acusar de ciego hipersensible que habita un termo de marfil. Conocía ya la Chacarita (que al lado del Bañado es Sunset Boulevard), pues de niño, entre los 2 y 5 años, fui encargado a mi tia chacariteña mientras mi madre, enferma del corazón, andaba internada (recuerdo aún el enorme cuadro de Carmen Miranda y su fascinante tocado frutal, recuerdo la alta pila de ejemplares de diario ABC….). Pues de este submundo (asunceno y planetario) trata el libro del antropólogo riojano Óscar Calavia (natural de Logroño, España), que vivió muchos años en Brasil (desde 1986 a 2017 fue profesor de antropología en la Universidad Federal de Santa Catarina) y desde 2018 es director de estudios en la École Pratique des Hautes Études en  París.

Sobre basurales y vertederos recuerdo también la peli del chileno afincado en nuestro país, Luis Vera, “Hechos consumados” (1986). Y la novela de Pynchon sobre el 11 de septiembre (“Al límite”, 2013) empieza en un basurero de Nueva York y la idea que desliza es que el capitalismo es un gran vertedero o fábrica de basura.

Calavia cita el trabajo de maestría de la antropóloga paraguaya Gloria Scappini en el capítulo 1 del libro titulado “De Cateura a Chernóbil”:

“El infierno de Dante existe, sí. Es el distrito de Santa Ana, el vertedero de Cateura, los bañados de Asunción, las afueras de las grandes ciudades latinoamericanas. Mientras caminaba y observaba el entorno, el infierno que había sentido al principio dio paso a una visión de la escatología guaraní. Una imagen del caos vivo, no del caos a la espera de un juicio final. Me crucé con los carros de los gancheros, con grupos de jóvenes, con vacas, caballos, cerdos y gallinas… Pasaban algunos autos con la música a toda potencia y levantaban nubes de polvo rojo que el viento dispersaba después. En el barrio de Santa Ana no hay viento sin olor, y no hay olor sin náuseas. Cada soplo de aire recordaba la proximidad del vertedero, para no olvidar que este lugar —cada vez más poblado— no debe su creación sino al inmenso cementerio de objetos que se encuentra justo en su centro. La comunidad está ubicada en una parcela de 8.000 m2 al fondo del camino principal del barrio de Santa Ana, antes de desembocar en el enorme espacio ocupado por el vertedero. Se entra por el portal principal sobre el cual vemos inscrito el nombre «Comunidad indígena Cerro Poty» en un letrero de madera. El portal está en medio de una cerca de madera también, que contorna la comunidad (el espacio se define como un círculo) y que al principio me hizo pensar en las cercas de las pistas de rodeo. Frente a la entrada y justo en el centro —se puede captar toda la comunidad en un giro de 180 grados— está la escuela con la inscripción «Escuela indígena». Detrás de ella, el mástil de una inerte bandera paraguaya. Todas las mañanas se iza, por iniciativa de estudiantes y maestros de escuela, que cantan ante ella el himno nacional al comenzar la jornada. Frente a la escuela, al pie de un árbol —no pude identificar cuál—, pequeñas cruces de madera rodeadas por una mureta de ladrillos. Aquí es donde yacen —me cuenta una de las maestras de la escuela— los angelitos de la comunidad, los fetos abortados o los natimortos encontrados por los guaraníes en el basural y cuidadosamente enterrados por ellos”.

(Scappini Meza, G. (2006). La Terre sans Mal dans la décharge ? Une approche des relations entre mobilité spatiale Guarani et indianité au Paraguay, 86 f., p. 61 (Maîtrise en Ethnologie et Sociologie Comparée). Université de Paris X, Nanterre.).

“Basura”,  Óscar Calavia (Pepitas de Calabaza, 2020).

 

Unas páginas seleccionadas del libro se pueden consultar en:

https://ia801808.us.archive.org/14/items/basuraprimeraspaginas/BASURAprimeras.pdf

 

El profesor de estética y crítico de arte Fenando Castro Flórez (padre del filósofo estrellita fugaz Ernesto Castro) le dedica al libro -galardonado en 2020 con el premio Café Bretón & Bodegas Olarra- un detallado video en su canal:

Libros recomendados: ojo con el arte. 329. Óscar Calavia. Basura

 

 

 

 

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