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lunes, noviembre 25, 2024

El conde maldoliente

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Paranaländer se zambulle en “Los cantos de Maldoror”, obra maestra del conde Lautréamont alias de Isidore Ducasse (1846-1870), nacido en Montevideo hijo de un etnólogo amateur que visitó Paraguay en busca de guaraníes.

 

El propósito principal del conde Maldoror es: culear al Universo, Universo visto o reducido a un Ano.

“Os bendigo con mi mano izquierda, os sacrifico con mi mano derecha”.

Proto Sartre en este estrabismo o doble movimiento de los actos.

Precursor de Pasolini (cine escatológico).

Ducasse o Lautréamont es un poeta que cretiniza, “el mejor profesor de hipnotismo”.

La vida para él es (una enfermedad) incurable.

“Herida incicatrizable”. Nada.

Él es un poeta-piojo, insensible a la caricia.

Está guiado por una amoralidad inmanente a lo Stirner.

“Cada uno debe hacerse justicia a sí mismo, de lo contrario no es más que un imbécil”.

“No pensar en Dios y hacerte justicia a ti mismo”.

Su poesía es un ataque al hombre y a su crápula Creador.

El acarus sarcopte es el cheirü de Buffon (la fuente principal de Ducasse, el hipotexto pervertido).

Ergo, falamos  de una poesía bufonesca, literal, grotesca, para nosotros incluso hoy un poco impostada en su estridencia, sus gañidos de hijo de papá (que pagó la edición de la cual no se vendieron ni media docena de ejemplares entonces).

Ve al océano -ese que une Francia a Montevideo, donde escribió su poema- como filósofo, mujer, pájaro, poeta.

Poema ni siquiera de tierra de nadie, pues es fruto monstruoso del dios Océano.

Maldoror anda a caballo como todo un gaucho, figura que habrá acaso vislumbrado de pibe Ducasse en ese Montevideo con los salones atiborrados de exiliados políticos huidos de la otra orilla del Plata.

Lucien Bernard Ducasse, llamado el Carpintero, afincado en Córdoba, fue padrino del conde mal doliente.

En El Hogar de 1920 en la sección ‘El jardín de nuestros poetas’, leemos el poema “Protesta” de un tal M. Ducasse. “Enteco corazón que sufres tanto” reza el primer verso del soneto. Seguro se trata de Marcos Suárez Ducasse, hijo de Lecea Ducasse (prima de Isidore) y del español Suárez Fernández, que murió insano en 1922.

En su libro de conferencias “Psicoanálisis del Conde de Lautréamont”, Enrique Pichon-Rivière refiere que Rafael Lozada Llanes, viudo de Amelia Ducasse (+1937) -sobrina de Isidore- le confió que Isidore había estado en Córdoba… en 1868. “Isidore visitó a sus parientes de Córdoba alrededor del año 1868 y que había llevado los originales de ‘Los Cantos de Maldoror’ para leerlos.Parece que la lectura produjo una gran indignación y fue tal la gravedad del caso que se consultó al confesor de la familia. Los originales habían ido a parar a la Iglesia de Santo Domingo y posiblemente fueron quemados”.

En julio de 1894, en su diario publicado como “El mendigo ingrato”, Bloy describe así a Lautréamont: “Henry de Groux invitando a un monstruo a entrar a su estudio”.

Según sospecha Pichon-Rivière, la madre de Isidore, Célestine Jacquette Davezac, de nacionalidad francesa como el padre, se habría suicidado.

No existe tumba de Ducasse, la única foto fue descubierta en 1924 por Álvaro y Gervasio Guillot-Muñoz, desaparecida durante un allanamiento policial. En 1977 Jacques Lefrère develó al fin la cara del poeta en su libro “Le visage de Lautréamont”. También el investigador dio una lista de los compañeros de estudio del poeta en Tarbes: Mue, Lansac, Noguès, Rivière, De Coux, Balencie, Cazenavette, Denagiscarde y Georges Dazet (“el pulpo de mirada de seda”).

La foto extraída del álbum familiar Dazet, que incluye fotos tomadas entre 1858 y 1875, muestra a todos los miembros de la familia Dazet menos a dos desconocidos: “el joven moreno” (Isidore) y un barbudo de alrededor de 40 años (François Ducasse, el Canciller de la legación francesa de Montevideo, padre del poeta, que moriría en Montevideo en 1889- está enterrado en el Cementerio Central de la ciudad. Fue un etnógrafo amateur, en tal menester visitó Paraguay con el objeto de estudiar a las tribus guaraníes).

Isidore Ducasse, que usó el seudónimo de conde de Lautréamont, nació en Montevideo en 1846 (durante el sitio de Montevideo, probablemente en la calle Camacuá, que años después se convirtió en el centro de la postitución montevideana, hoy demolida, ocupando su lugar  la Rambla sur), vivió además en Tarbes y Pau, pasó por Bayres y Córdoba, y murió en el París sitiado por los prusianos, a los 24 años, el 24 de noviembre de 1870 (de una enfermedad infecciosa, escarlatina sospechan algunos). Escribió “Los cantos de Maldoror” (poema en prosa publicado en 1868 por Lacroix y reimpresa por Genonceaux en 1890 cuando Bloy lo descubre) y el prólogo a unas poesías en 1870.

El poeta compuso -según fuente de Genonceaux pues el propio poeta cuenta que lo escribió en alta mar de viaje de un continente a otro- su obra en la pieza de un hotel de la rue Notre Dame des Victoires n° 23, por las noches sentado al piano, declamaba y construía sus versos acompañando su prosopopeya  con acordes.

Rubén Darío fue el primer traductor de Lautréamont al español. Influenciado por esta lectura, Lugones compuso en 1897 Metempsicosis.

Isidore Lucien Ducasse fue bautizado en la catedral de Montevideo el 15 de noviembre de 1847.

Fue considerado por su familia cordobesa como un loco.

 

 

COPETE. Paranaländer se zambulle en “Los cantos de Maldoror”, obra maestra del  conde Lautréamont alias de Isidore Ducasse (1846-1870), nacido en Montevideo hijo de un etnólogo amateur que visitó Paraguay en busca de guaraníes.

 

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