¿Qué lo llevó a Sergio Bizzio a titular una novela, un personaje, como la marca de una de las empresas tecnológicas más famosas de principios de los 2000? Por: Derian Passaglia
Las nuevas generaciones no saben que Aiwa fue una empresa de minicomponentes y grabadoras de radio, y no lo saben porque la marca desapareció con el avance monstruoso de la tecnología, que se llevó puesto los minicomponentes, las radio grabadoras, los walkmans, los cassettes, y todo el maravilloso mundo analógico que no volverá. Pero Aiwa no solo es un lindo recuerdo de nostálgicos del pasado, también es el nombre de una personaje y el título de una novela de Sergio Bizzio. ¿Qué lo llevó a Sergio Bizzio a titular una novela, un personaje, como la marca de una de las empresas tecnológicas más famosas de principios de los 2000? Nunca se aclara en la novela, y tampoco parece importar. El nombre es como un chiste, un guiño sin ninguna otra intención que la simple referencia a la realidad pop.
La trama parece un chiste: en una aldea a los hombres les empiezan a crecer tetas. Claro, esto es un problema para ellos, que sienten verguenza, no quieren dejarse ver ante las mujeres y se fajan delante de un espejo para aplanarse el pecho. No hay ninguna explicación para lo que pasa, es un misterio que recuerda a las viejas películas de John Carpenter, como El pueblo de los malditos o The fog. Las mujeres se dan cuenta del problema que sufren los hombres, se reúnen y creen que es necesario sincerarse. Tienen que blanquear con sus maridos el tema. Hay una escena de sexo que es de lo mejor de la novela: una esposa le acaricia las tetas erizadas a su marido mientras él la penetra. El chiste se va desinflando a medida que pasan las páginas, pero toda esta primera parte vale la novela entera. ¿Cómo sostener un argumento así durante 150 páginas?
Aiwa fue publicada en 2009, y este año tuvo su segunda edición. Pasada la ola feminista, fácilmente el lector podría caer o ser convocado por una lectura de género, donde se cuestionen los roles de los hombres y las mujeres en la sociedad, se revise el papel de los cuerpos y se lean opresiones y mandamientos modernos. No está mal, el argumento lo habilita, pero es una lectura más, que se puede sumar a las otras que se pueden hacer de la novela. La ciencia ficción suele ser solemne, en su origen están los grandes temas de la literatura y el universo entremezclados con las realidades paralelas, los sistemas ideológicos que sostienen al mundo y la condición existencial del hombre. En la aldea que imaginó Sergio Bizzio, los hombres tienen tetas, y esa condición también es existencial, también es parte de un tema que la ciencia ficción clásica nunca había tratado de esta manera.