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sábado, noviembre 23, 2024

Los libros del 2023. Primera Parte

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Derian Passaglia presenta la primera parte de sus lecturas del 2023.

Llega el clásico de todos los fines de año en este humilde espacio. Aclaro también, como siempre, que no se trata de libros publicados este año sino de los que leí y me gustaron tanto que se merecen aparecer en esta lista caprichosa. Ojalá sirva para los curiosos, los iniciados, los no iniciados, los humillados y ofendidos, los snobs, los que les gusta la literatura, los que no leen ni un mensaje de texto, los que por alguna razón, como yo, se obsesionaron con la década de los noventa.

A diferencia de otros años, es una lista sin orden de preferencias, compuesta por quince libros, todos de distintos autores salvo uno que se repite, y que se viene repitiendo a lo largo de mi amor por la literatura, como si fuera una esposa que me acompaña en las buenas y en las malas: César Aira. No hace falta aclarar, a esta altura, que es uno de mis escritores favoritos. Invito a que lo lean, como invito a que lean a cualquiera de esta lista. Después me los comentan.

Las curas milagrosas del doctor Aira, Los dos payasos, El panadero, de César Aira. Tres librazos del maestro del barrio de Flores que leí este año, aunque no fueron los únicos. Aira, como Ronaldinho con la pelota, se divierte con la literatura, juega, escribe siempre (uno lo imagina así) con una sonrisa en la cara. Seguramente, así también escribía Borges, porque sabía, porque los dos saben, que la literatura es una forma de pasar el tiempo, de llenarlo, diría Aira, de ocuparlo. Estos tres libros son de lo más divertido que me pasó en el año.

Christine, de Stephen King. Se puede leer y mirar la película homónima en ese orden o viceversa, como hice yo. En este clásico, la originalidad radica en que el monstruo, lo fantástico, es un viejo auto donde queda atrapado el espíritu de su antiguo dueño, que se dedica a asesinar todo lo que encuentra a su paso. ¿Cómo hacer de este argumento algo que se sostenga durante 500 páginas y no resulte ridículo y que encima genere miedo y tensión? Solo Stephen King es capaz de lograr así.

Lupa de la inmersión, de Daniel Durand. Durand es uno de los mejores poetas que yo haya leído, un viejo punk sin nostalgia, un cínico apasionado, un rebelde con muchas causas, ninguna penal por suerte… Éste es su último libro, un conjunto de poemas donde se lo lee más sereno, como si aquella vieja rebeldía se hubiera transformado en una sabiduría zen desde la cual observa todos los puntos del mundo, como un aleph.

El vestido blanco, de Nathalie Léger. Me sorprendió muchísimo este libro del que no esperaba nada, quizá esas nulas expectativas fueron determinantes para que pase a integrar esta privilegiada lista. Una gran escritora la francesa, que me encantaría seguir leyendo. Trata sobre un caso real, y ese caso real, como en una de Netflix, o la siempre rendidora literatura del yo, se mezcla con la propia vida de la autora y la historia de su madre: Léger sigue los rastros de una artista a la que asesinan y violan cuando viajaba por Europa vestida de novia.

Otelo, de William Shakespeare. Sobre todos estos libros, o casi todos, escribí durante el año. Otelo es un moro, eso ya lo hace distinto al resto. ¿Shakespeare racista? Quizá no tanto Shakespeare, como los personajes que lo envidian, como Rodrigo, que hablan del moro como el de “grandes labios”, etc. Otelo es el personaje celoso por excelencia. Me pregunto si hubiera funcionado si Otelo no era moro, si en vez de moro era español o italiano o de cualquier otra parte de Europa… ¿Es condición necesaria esa cualidad, la de “moro”, para que sea celoso?

En busca del tiempo perdido, tomo 3: Del lado de Guermantes, Marcel Proust. Hace ya un par de años que empecé una de las obras maestras de la literatura del siglo XX. Este tercer tomo tiene personajes fascinantes como la princesa de Parma, profundiza en las relaciones sociales interpersonales y en los grandes salones parisinos. Por primera vez, también, se lo ve al narrador enfrentarse a sus propios cuestionamientos e inseguridades en relación a la clase a la que pertenece: es de la alta clase social, pero a su vez hay otros más distinguidos que él, un joven aspirante a escritor.

 

 

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