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viernes, noviembre 22, 2024

Unas vueltas del brazo del horror

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Paranaländer, confianzudo, se deja llevar del brazo a dar unas 9 rondas por los territorios donde campean lo truculento y el terror de amplio espectro.

 

Nueve rondas (2018, Servilibro) de Rebeca M. Romero Coronel es un libro de (9) relatos de terror.

Oui, el nombre de pila de la escritora, Rebeca, ya nos da una pista, estaremos dentro de una peli de Hitchcock  durante la lectura de esta obra.

Por el suspenso, la violencia latente a punto de estallar en cada línea o párrafo, las filias por lo oscuro, misterioso, lo onírico, lo gore, el action painting de la sangre salpicando todo el tiempo el libro, casas que esconden y atesoran historias de horror, la omnipresencia de la muerte, como alucinación o hecho consumado, y, sobre todo, por aquella imagen de que el maestro inglés filmaba los besos como asesinatos o los asesinatos como besos (tema y forma trastocados) …aquí en Romero Coronel podríamos resaltar cómo el amor virginal en el fondo es un poder mortífero.

Un hallazgo del libro para mí es la potencia deletérea y siniestra que adquiere en él el olor (Ver en especial el relato titulado Al abrigo de tu insomnio).

Hay horror de la mano de la leyenda urbana, la conseja, el chismorreo popular, la memoria infantil, la mitología de los aparecidos, el folclore, la historia patria, las noticias de la crónica roja, etc.

En el relato El puente de los cañonerosse nos relata la imposibilidad de atravesar un puente de tanta hazaña e historia que casi tiene personalidad propia. Me remitió a la historia musulmana del pons subtilis, en el sentido en que el puente juzga el valor o la virtud de los hombres que la quieren cruzar. Lee y transparenta sus miedos o culpabilidades.

El crimen en la mayoría de los relatos (En memoria de Felicia, En el eco del silencio), es un bumerang que termina agrediendo a su lanzador o iniciador.

El recuerdo de una foto de infancia o una travesura nos llevan irremediablemente a los compartimentos del mal y la pesadilla del horror.

La cotidianidad que comparte con el mal absoluto frontera o vecindad  se puede describir que es apenas una delgada hoja de papel.

Varias narraciones suceden en un pueblo de nombre memorable y quizá simbólico: Isla Tape Yke.

El horror y la vida común corriente en la autora son dos líneas paralelas que se rozan y confunden todo el tiempo.

Están ahí nomás al costado, al margen (yke) de nuestras faenas, eso que emerge de las profundidades abisales del caos bisbiseante.

Caminar de noche por Tape Yke es atravesar un puente de horrores, dormir bajo el cielo raso decorado de motivos florales,  aplicar los mejunjes payeseros de un médico de campaña, formar parte de la última y alucinada patrulla militar…

La autora estudió Derecho, ha escrito además de relatos, teatro y guiones cinematográficos.

Mantiene un blog de crítica de literatura paraguayensis llamada Narratura Salvaje:

https://lanarraturasalvaje.blogspot.com

 

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