El papa Francisco dejó una huella imborrable en el Paraguay. Con su visita y sus mensajes de cercanía tejió un vínculo especial que se fortaleció con la beatificación de Chiquitunga y el recuerdo de su juventud marcada por una figura paraguaya clave.
El recuerdo del papa Francisco en Paraguay no se limita a su paso fugaz por tierra guaraní. Se trata de una conexión más profunda, construida a lo largo del tiempo y reforzada por gestos significativos, palabras sinceras y una sensibilidad particular hacia los dolores y esperanzas del pueblo paraguayo.
Durante su visita, el pontífice pronunció mensajes que sacudieron conciencias. En un encuentro con representantes de la sociedad civil, advirtió que el desarrollo sin justicia no es progreso, y que la corrupción es una gangrena que destruye a los pueblos desde dentro. Subrayó que el país no puede ponerse en venta y que la diversidad no solo es saludable, sino esencial para la convivencia.
Uno de los momentos más comentados fue su frase espontánea y directa: “Qué mentiroso que sos”, pronunciada frente a las autoridades nacionales en una escena que aún genera debate y reflexión.
Con los jóvenes, Francisco fue especialmente enérgico. En la Costanera de Asunción, los animó a no ser espectadores pasivos de la historia, sino protagonistas de un cambio con corazón libre, esperanza y coraje. “Hagan lío, pero un lío organizado”, les dijo, pidiéndoles que desafíen la comodidad, que sueñen, que se levanten y caminen incluso contra la corriente.
Sin embargo, el vínculo con Paraguay va más allá de esa histórica visita. En 2018, el papa Francisco firmó el decreto que reconocía el milagro atribuido a María Felicia de Jesús Sacramentado, más conocida como Chiquitunga, marcando así un hito para la Iglesia paraguaya. Gracias a ese gesto, miles de fieles celebraron emocionados la beatificación de la primera beata paraguaya, en una ceremonia que unió la fe popular con el reconocimiento universal.
Incluso en su juventud, el futuro papa ya tenía una conexión con Paraguay. Cuando trabajaba en un laboratorio químico en Argentina, una de sus mayores influencias fue Esther Ballestrino, una científica y activista paraguaya exiliada, fundadora de Madres de Plaza de Mayo. Francisco la recordaría siempre como una figura clave en su vida, alguien que sembró en él las semillas del compromiso social y la sensibilidad por los más vulnerables.