Paranaländer siguiendo el itinerario descrito por Andrew Nickson para el definitivo reconocimiento de la independencia del Paraguay, conjetura una lucha tenaz entre pulsiones de desespañolización y argentinización del Paraguay.
Adivinen: ¿Quién fue el último país en reconocer la independencia del Paraguay? Sí, es muy fácil: Argentina.
Tan tarde como 1856, fue enviado Tomás Guido para firmar con el ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, Nicolas Vásquez, un tratado en el cual Argentina reconocía, por fin, che mbyajúma, la independencia paraguaya.
El Congreso argentino había rechazado el reconocimiento del enviado de Urquiza, Santiago Derqui, firmado el 17 de junio de 1852.
En diciembre de 1852, el enviado de UK, Charles Hothan, en reunión con Carlos Antonio, reconoció oficialmente la independencia paraguaya por su país.
El reconocimiento brasileño de la independencia paraguaya fue anunciado por su enviado José Antonio Pimenta, el 14 de septiembre de 1844.
El Congreso (paraguayo) de 1813 proclamó la República del Paraguay, reemplazando la denominación de “Provincia”, y la separación formal de los vínculos con España.
El Congreso de 1811 ya había aprobado la separación de Velasco del gobierno el 9 de junio y la formación de una nueva Junta Superior Gubernativa, de 5 miembros, todos paraguayos. Pero entonces no había quedado claro el nuevo vínculo con Buenos Aires. Imagínense, tuvo que enviar la JSG una carta a Bayres, expresando el deseo paraguayo de lograr o vivir su autonomía política.
¿Qué había pasado exactamente el 14 de mayo de 1811?
Una revuelta en el cuartel de Asunción, sin sangre, llamada Revolución del 14 de Mayo.
Esto fue una reacción pavloviana a la estrategia de Bernardo de Velasco de intentar fortalecer la fuerza realista con ayuda de milicos portugueses do Brasil.
La revuelta se saldó con la curita pereri de un triunvirato provisional en donde el poder fue compartido entre dos españoles (Velasco jey y el capitán Juan Valeriano Zeballos) y un paraguayo (José Gaspar Rodríguez de Francia), y ¡qué paraguayo!
Últimamente se resta credibilidad como fecha conmemorativa al 14 de mayo.
Es que lamentablemente este primer triunvirato juró lealtad al prisionero de los napoleónicos en el castillo de Valençay, Fernando VII, y lo peor, Velasco, gobernador español, fue uno de sus miembros.
Lo interesante de toda esta novela, es que da la impresión de que Paraguay para alcanzar su estatus de República autónoma, de ser Paraguay teete, el proceso nos revela más una resistencia feroz a una argentinización forzada o natural antes que a una consentida ruptura o desespañolización incruenta.
¿Pruebas de esta afirmación paranoica?
Muchas y a lo largo de décadas, diría siglos incluso.
En julio de 1810, a solo dos meses de la independencia argenta, el Cabildo de Asunción rechazó una “invitación” de la nueva junta de Buenos Aires de integrarse a una nación argentina ampliada.
En seguida el tablero de ajedrez vio saltar el caballo de Belgrano, en diciembre de 1810, cuya expedición salió empujada x la excusa de liberar al Paraguay del yugo español, sufriendo dos jaques mates en Cerro Porteño y Tacuarí.
El control nominal sobre Paraguay pasó de Lima en 1776 al nuevo Virreinato del Río de la Plata con sede en Buenos Aires (convirtiéndose así en nuevo centro de poder y, por ende, de un fastidioso cuco en la vida asuncena, a raíz del aislamiento geográfico y político y la subyugación económica a Buenos Aires).
Como precursores del movimiento de independencia algunos historiadores suelen interpretar la revuelta de Bernardino de Cárdenas (1649-1650) y, sobre todo, la Rebelión de los Comuneros 1727-1735).
Fuente: Diccionario histórico de Paraguay (2017, Intercontinental), Andrew Nickson