Comensales expresaron su repudio por la reivindicación de la figura del dictador en un lugar público. Recordaron las decenas de miles de víctimas asesinadas, torturadas y exiliadas por el brutal régimen que sembró el terror en nuestro país entre 1954 y 1989.
Los domingos, día de encuentro familiar, muchos aprovechan para ir junto a sus seres queridos a algún restaurant. En este caso, Rodrigo Weiberlen se dirigió con los suyos a un típico restaurant de espeto corrido sobre la calle República Argentina, el Paulista Grill.
No es la única vez que lo hace, pero sí fue la primera vez que la perplejidad de apoderó de él y de los suyos. En medio del almuerzo, un músico pagado por el restaurant brasileño comenzó a tocar la polka “General Stroessner”, con motivo del 107º aniversario del dictador que gobernó con mano de hierro nuestro país entre 1954 y 1989.
En tono irónico, ya en sus redes sociales, Weiberlen comentó: “Buen momento para recordar los más de 400 desaparecidos, más de 20.000 detenidos políticos, más de 19.000 personas torturadas, más de 7 millones de hectáreas en tierras malhabidas aún no recuperadas”.
Agregando, “Buen momento para recordar que este lugar está en su libertad de poner esta polka (ciertamente algunos de sus clientes estuvieron muy felices) y nosotros en nuestro derecho como consumidores de no elegir lugares que reivindiquen la violencia en ninguna de sus formas”.
Es que la nostalgia parece haber constituido ya en un mal endémico del Paraguay, no alcanzan las tres décadas que pasaron desde la caída del tirano para que muchos, principalmente aquellos que se beneficiaron económicamente de la dictadura, se “emocionen” al recordar las tropelías cometidas por el sátrapa.
Y aunque la fecha sigue enfervorizando a los adoradores del pasado, son muchos, miles y miles de ciudadanos, los que ayer expresaron su repudio al dictador, fallecido en agosto de 2006 en Brasilia, y cuyos restos descansan en tierras bandeirantes, curiosamente, por las que más se comprometió políticamente a lo largo de su desdorosa “carrera” militar y política. No en vano, fueron brasileños quienes le dieron alojamiento perpetuo en su país cuando el tirano fue derrocado a la fuerza aquel amanecer de la libertad del 3 de febrero de 1989.
