En los pasillos de Telefuturo y radio Monumental retumbaron esta semana los plagueos del periodista estrella del Grupo Vierci, Óscar Acosta. Acosta está furioso porque algunos de sus familiares, que son funcionarios públicos, fueron objeto de crítica despiadadamente.
El diario La Nación publicó a comienzos de la semana pasada que Elva Acosta, hermana del comunicador, ocupa un puesto como jefa de personal en el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP), dependiente del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, a pesar de no haber culminado ni siquiera los estudios de la enseñanza secundaria.
Pocos días después, se publicó que el yerno de Elva también ocupa un puesto en la Junta Municipal de Asunción. Al mismo tiempo, dos vástagos de la mujer integran la planilla municipal, en diferentes dependencias. El matutino publicó, además, los salarios que percibe cada uno, más los jugosos viáticos que el Ministerio asigna a la hermana de Acosta.
Las publicaciones cayeron como una bomba al conocido periodista del Grupo Vierci, quien suele destacarse por sus ácidos comentarios hacia la clase política, el nepotismo y el tráfico de influencias. Obviamente, las críticas contra él no se hicieron esperar, fundamentalmente a través de las redes sociales.
Según refirieron a El Trueno Py fuentes de los medios donde cumple funciones Acosta, el comunicador se habría mostrado muy nervioso en los últimos días, despotricando con colegas por los pasillos por la situación y culpando de todo al dueño del Grupo La Nación, el ex presidente Horacio Cartes.
Según la versión, el presentador de Telefuturo afirmaría que Cartes le pasa la factura por la postura crítica que él y su esposa Menchi Barriocanal asumieron cuando HC impulsaba a todo vapor la aprobación de la enmienda presidencial, en marzo de 2017, para poder ser reelecto.
El enfrentamiento se mantuvo a lo largo del tiempo y ahora, señalan nuestras fuentes, Acosta se dice víctima de una persecución desembozada por parte del empresario tabacalero.
En todo caso, el beneficiado parece ser el público, que puede acceder a información hasta ahora oculta gracias a los trapitos sucios que, claro está, no parecen precisamente limpiarse en casa…
