Se cumple el 30º aniversario de la concesión del Premio Cervantes y, hoy mismo, 29 de su entrega al genial escritor compatriota, mientras que su obra cumbre, “Yo el Supremo”, celebrará sus 45 años en el mes de junio.
Un doble aniversario muy significativo tiene este año la literatura paraguaya, de la mano de su máximo exponente en lengua castellana: Augusto Roa Bastos.
Por un lado, este año se cumplen 30 desde que en España se anunciara que el renombrado novelista compatriota fue honrado con el máximo galardón de la literatura hispanoamericana, el Premio Cervantes. Notificación efectuada en 1989 pero entregada personalmente al escritor por los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía, un 23 de abril de 1990, día como hoy, en Alcalá de Henares.
En esa ocasión, Roa dedicó el premio al pueblo paraguayo, que venía de ganar una imponente batalla por su libertad y la democratización del país, con el derrocamiento del tirano Alfredo Stroessner, el 3 de febrero de 1989.
“No por ello me siento con derecho alguno a la confusión de la vanidad, salvo al íntimo orgullo de sentir que el Premio Cervantes -el más señero galardón en el mundo de nuestras letras castellanas- viene a coronar una larga batalla de extramuros en la que llevo empeñada mi vida y a la que he dedicado mi exilio de más de cuarenta años llegado, por ahora, felizmente, a su término. En este largo exilio hice toda mi obra”, dijo entonces don Augusto.
Y agregó: “La concesión del premio me confirmó la certeza de que también la literatura es capaz de ganar batallas contra la adversidad sin más armas que la letra y el espíritu, sin más poder que la imaginación y el lenguaje. No es entonces la literatura -me dije con un definitivo deslumbramiento- un mero y solitario pasatiempo para los que escriben y para los que leen, separados y a la vez unidos por un libro, sino también un modo de influir en la realidad y de transformarla con las fábulas de la imaginación que en la realidad se inspiran. Es la primera gran lección de las obras de Cervantes”.
Obra culmen
Por otra parte, en junio también se cumplirán 45 años de la publicación de la obra cumbre de Roa Bastos: “Yo el Supremo”, publicada por la editorial Siglo XXI en junio de 1974 en la ciudad de Buenos Aires, donde nuestro escritor compatriota vivió una gran parte del largo exilio al que lo sometieron Higinio Morínigo, primero, y Alfredo Stroessner, después.
La novela, que relata en forma de ficción la vida de José Gaspar Rodríguez de Francia, fue un gran éxito editorial y literario que supuso, además, la máxima altura creativa a la que llegó la literatura paraguaya en toda su historia.
En su memorable discurso de recibimiento del Cervantes al que hicimos alusión anteriormente, Roa da algunas claves importantes para entender esta obra a la que, alguna vez, el poeta paraguayo José Luis Appleyard definió como “catedralicia”.
“El protagonista de mi novela, inspirado en el personaje central de la historia paraguaya – el Supremo Don José Gaspar Rodríguez de Francia, hecho Dictador Perpetuo de la República, según el modelo de la antigua ley romana- resultó más fuerte que la muerte, porque ya estaba muerto sin saber que lo estaba”, señalaba el escritor.
“Desde esos estados de la vida más allá de la muerte, de los que habla el Dante, desde ese solio de transmundo instalado en una cripta, donde moraba como un yacente y sombrío Dios Término, subía esa voz, ese monólogo críptico inacabable: la palabra oral dictada por el Supremo a la escritura: esa palabra que se oye primero y se escribe después, como en los grandes libros de la humanidad escritos para el pueblo para que los particulares lo lean. El pueblo se salvó, pero en el diktat de el Supremo quedó enterrada la malsana semilla del despotismo”, puntualizó, con su soberbia pluma.
La comunidad cultural debería hacerse eco de estos destacados aniversarios y animar a las autoridades del sector a encarar las actividades públicas que sean necesarias para recordar merecidamente al hombre que hizo resonar en el mundo entero la potencia de la palabra paraguaya