Los precios de las materias primas están en su nivel más bajo en una década, incluyendo a la soja, uno de los principales productos de exportación del Paraguay.
Por otra parte, el valor del dólar estadounidense sube, devaluando las monedas de las economías emergentes (afectando especialmente al peso argentino y a la lira turca, pues sus economías son muy frágiles).
¿Por qué sucede esto? ¿Qué relación hay entre los dos fenómenos? ¿Cómo afecta la situación económica mundial a la realidad del Paraguay?
Para responder a estas preguntas, tenemos que hablar de la «guerra» que mantienen EE.UU. y China. Normalmente, cuando escuchamos esa palabra pensamos en imágenes de proyectiles, aviones, bombardeos y armas de destrucción masiva. Sin embargo, estos dos países tienen una contienda que no es militar sino comercial.
El déficit comercial de EE. UU. con China
Si bien la mayor economía del mundo es la de los Estados Unidos de América (en términos de PBI nominal), este país mantiene una diferencia comercial impresionante con China, quien se convirtió en las últimas décadas en un gigante que le camina detrás y amenaza con sacarle el puesto de mayor potencia mundial.
Para ser más claros, EE.UU. le compra más productos a los chinos de los que China le compra a los EE.UU. Esta situación provoca allí un déficit comercial -ya que sale del país más dinero del que ingresa- y perjudica en muchos aspectos a los norteamericanos.
Las causas hay que buscarlas en la llamada «deslocalización» (offshoring), estrategia que tomaron masivamente las industrias a partir de finales de los años 1980 y que consiste en mudar sus usinas a países donde los costos de producción y salarios sean sensiblemente menores.
Así, los estadounidenses empezaron a producir e importar bienes de consumo que antes fabricaban en su tierra, principalmente desde China y México. Los precios bajaron, pero las fábricas empezaron a cerrar, mucha gente perdió su trabajo y creció la tasa de desempleo.
Resumiendo, la deslocalización de industrias le provocó a los EE.UU. aumento del desempleo y un déficit comercial de más de 375.000 millones de dólares con China, el gigante asiático que quiere convertirse en su challenger y disputarle el podio de líder económico mundial.
Make America Great Again
La llegada Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América revolucionó tanto la política de ese país como a las relaciones internacionales a nivel mundial. Con su política de «Estados Unidos primero» (America First) y su emblema «Qué los Estados Unidos vuelvan a ser grandes» («Make America Great Again!), Trump busca que las industrias que deslocalizaron su producción vuelvan, de manera tal que baje el desempleo y aumente el PBI, reduciéndose el déficit comercial («Producto Bruto Interno» es el valor monetario de los bienes y servicios finales producidos por una economía en un año).
La principal herramienta con la que cuenta Trump para lograr su cometido son las barreras comerciales al ingreso de productos fabricados fuera de sus fronteras.
Así, el Presidente de EE.UU. empezó a ponerle aranceles a ciertas importaciones para que a los estadounidenses les sea más barato comprar manufacturas nacionales.
Para evitar dichos aranceles y poder seguir siendo competitivas en Norteamérica, muchas industrias volvieron a relocalizar sus usinas en EE.UU. y lo cierto es que el desempleo con Trump bajó muchísimo, tanto que es el más bajo en 50 años.
Los que no están tan contentos son los gobernantes de China, porque los impuestos que puso Trump hacen que ya no sea tan rentable comprar sus productos, y muchas industrias chinas están bajando su producción.
Pero Xi- Jinping, Presidente de la República Popular China, no se quedó de brazos cruzados.
La respuesta del gigante asiático fue, recíprocamente, ponerle aranceles a los productos que ingresan a China desde los EE.UU., sobre todo productos agrícolas, como la soja. Apuntan a golpear a los sectores rurales norteamericanos.
Los aranceles hacen el papel de «proyectiles» en esta guerra.
Consecuencias para la economía global
Los presidentes Trump y Xi – Jinping mantuvieron varias reuniones bilaterales para tratar de llegar a un acuerdo y terminar con la guerra comercial, pero hasta el momento no se pusieron de acuerdo.
Mientras tanto, la guerra comercial genera oportunidades para los países que están al margen de ella, porque China y EE.UU. necesitan encontrar nuevos mercados donde vender sin aranceles. Además, en el caso de China, se busca reemplazar la soja que viene de EE.UU. (alimento fundamental de su ganado porcino) y comprársela a otros productores, que no tienen arancel para ingresar a Beijing.
Así, esta situación trajo esperanzas para los países productores de granos de soja, entre ellos nuestro país. No obstante, la situación se ensombreció enseguida, porque la perspectiva de menores ventas entre los productores norteamericanos hace bajar el precio del grano en todo el mundo, que esta semana casi llegó a su valor más bajo en una década.
La incertidumbre es grande y si no se ponen de acuerdo para terminar esta guerra comercial, se espera que los precios sigan cayendo.
Por otra parte, la incertidumbre también provoca sismos cambiarios en los países emergentes. El dólar se vuelve un refugio para los inversores, quienes buscan seguridad financiera. Los países emergentes ven que sus ingresos de divisas disminuyen -por la caída de precios de las materias primas – y que los financistas se vuelven conservadores, corriendo hacia la moneda norteamericana.
Consecuencias para Paraguay
Paraguay no está aislado del mundo y los sismos en la economía global tienen impacto en el país guaraní. Lamentablemente, las posibilidades de influir que tiene un país chico como el nuestro son muy bajas frente a la capacidad de las potencias que sostienen la guerra.
Nuestra moneda se devaluó en los últimos meses (6% en lo que va del año) y los paraguayos y paraguayas comenzamos a notar que nuestro ingreso se deprecia.
Lastimosamente, la devaluación está vinculada a una guerra comercial que nos excede y a la que hay que adaptarse.
Otra causa del fenómeno es, como se mencionó, el aumento del conservadurismo entre los inversores, quienes, ante el riesgo, apuestan a lo seguro, el dólar.
Si bien hay mecanismos para sostener el valor del guaraní, como por ejemplo la venta de dólares por parte del Banco Central, éste debe velar por mantener un equilibrio que proteja el modelo económico del país.
El economista del Banco Central, Miguel Mora, explicó al diario ABC Color que no se deben poner en riesgo las reservas del país. Sumado a esto, el gobierno debe cuidar la competitividad de nuestra moneda frente a la de nuestros vecinos, como la Argentina, quien devaluó su moneda en 2018 más de un 50% y sigue la tendencia en 2019.
Por eso, más allá de los desagradables efectos de la guerra comercial que pesan sobre el Paraguay, hay que decir que hay otros países que se ven mucho más afectados.
Es el caso de los argentinos, cuya economía es muy frágil, por la rampante deuda que tienen, por la recesión que azota a su país y por la incertidumbre política.
Allí, más que «devaluación», lo que se da es una salida masiva de capitales, que ante el aumento del «riesgo país» (el indicador que mide la desconfianza de los inversores) se dolarizan. Es una situación provocada por la esfera política, porque los mercados ya no confian en Mauricio Macri y, además, temen la vuelta del kirchnerismo en las próximas elecciones de octubre de 2019.
Lamentablemente, las economías emergentes pagan los platos rotos de una contienda de la que no son protagonistas.
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Foto de portada: Jing Daily