Al Ministro de Hacienda se lo ataca por diferentes razones, muchas de las cuales son legítimas. Sin embargo, el verdadero motivo de la campaña en su contra es la reforma tributaria que él lidera, la cual afecta directamente a los agronegocios.
Se puede tener muchas críticas contra Benigno López, incluso cuestionar su gestión al frente del IPS durante la era Cartes. Diferentes medios de prensa y políticos de la oposición lo han acusado de ser cómplice de sobrefacturaciones en las contrataciones públicas del instituto de previsión social. Su esposa, en este sentido, poca ayuda le presta: hace algunos días declaró, buscando defenderle, que la sociedad paraguaya es «mediocre».
En todo caso, el Ministro de Hacienda deberá enfrentar a la justicia y a la opinión pública, como ya empezó a hacerlo, pues presentó su declaración jurada de bienes y pidió un análisis de correspondencia a los organismos pertinentes.
Ninguna de estas razones constituyen los verdaderos motivos por los cuales Benigno es atacado de manera inmisericorde día y noche. Las cúpulas de los poderes económicos, con representantes en el congreso y vinculados a las redacciones más importantes, no tienen reparos frente a la corrupción. En su mayoría son parte de ella puesto que acumularon sus fortunas a remolque del Estado. Lo que les guía verdaderamente son sus intereses económicos, los cuales camuflan detrás de supuestas preocupaciones cívicas.
¿Cuál es el verdadero móvil para atacar a Benigno López y presionar por su destitución? Sencillamente, la causa es una modesta reforma tributaria, cuyos detalles pueden encontrar en una nota previa que publicara El Trueno la semana pasada, cliqueando aquí.
Esta reforma es la primera en la era democrática que tiene un carácter mínimamente progresivo. La ley aumenta de manera ínfima impuestos directos que afectan a los acaudalados, además de simplificar y modernizar el sistema tributario. Por otra parte, es una reforma que busca mayor equidad, ya que elimina injustificables privilegios, como la devolución del IVA al complejo agro-exportador, es decir, los «sojeros».
Llama la atención que sectores que calificaron a la reforma de «irrelevante», como el Frente Guasú, guarden un silencio cómplice con los poderes fácticos e implícitamente actúen como aliados en el proyecto de destitución del ministro de hacienda. Un capítulo más del desatino político e ideológico de quienes en el plano internacional ni se sonrojan a la hora de defender a Nicolás Maduro, pero en el plano local no tienen el coraje suficiente para apoyar que los sojeros paguen más impuestos.
No nos olvidemos que uno de los motores de esta reforma tributaria son los pesados vencimientos de la deuda externa a los que debe hacer frente el Estado paraguayo. En este sentido, la ley busca fortalecer la capacidad de pago de un Estado y de una economía que deben seguir desarrollándose de manera sustentable.
Si los agronegocios no contribuyen desde su posición privilegiada, ¿quién pondrá el dinero necesario? Como siempre, terminarán poniéndolo los «comunes», los comerciantes, emprendedores y todos aquellos que generan puestos de trabajo y engrandecen al país.
La ciudadanía preguntarse qué hay detrás de los ataques.
