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domingo, abril 28, 2024

La ANR celebra su aniversario 135 en un momento decisivo

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El partido Colorado celebra un nuevo aniversario de su fundación en un momento decisivo para el futuro de nuestro país. A menos de un año de un nuevo periodo gubernamental, la madre de todas las batallas será nuevamente la interna de la Asociación Nacional Republicana, en la que se dirimirá una lucha entre dos modelos de partido, de sociedad y de Estado para las próximas décadas.

La participación y movilización, la disputa electoral como vía de legitimidad, es un rasgo central de la robusta democracia interna del coloradismo. Por medio de ella, la ANR sigue siendo el principal partido de nuestro sistema político, el de mayor presencia territorial y con afiliados de todos los estratos sociales.

El periodo democrático ha demostrado que ningún liderazgo (por más hegemonizante que fuera) ni persona, grupo o facción está por encima de la voluntad del pueblo colorado y de su decisión libre en los momentos cruciales de la historia. Esta es la primera lección que deben tener en claro aquellos dirigentes políticos que buscan representar al coloradismo y desde ahí poder servir a la patria.

El próximo año se cumplirán 34 años del primer y único periodo democrático que tiene nuestro país. Nuestra realidad todavía tiene grandes materias pendientes, sobre todo en relación con el combate a las desigualdades sociales. En ese sentido, sigue siendo un desafío demostrar que la dirigencia y los militantes del coloradismo están a la altura de las demandas insatisfechas que tiene legítimamente el pueblo paraguayo.

Seguir respondiendo a las expectativas de las grandes mayorías sociales de nuestro país exige no solo mantener viva la llama de la doctrina nacional y popular del coloradismo, sino también la memoria de los acontecimientos que marcan la identidad política de la Asociación Nacional Republicana.

Por ese motivo, no se pueden desconocer los logros que protagonizó el Partido Colorado en las últimas décadas. Así, es innegable que, durante todo el periodo democrático, la institucionalidad electoral se afianzó al mismo tiempo que se consolidaba un paradigma de crecimiento económico y de estabilidad monetaria, en el marco de una continua modernización de nuestra infraestructura pública y el aumento sostenido de la presencia del Estado. El actual gobierno, como los datos públicos lo certifican, ha dado un salto importante en la inversión en obras públicas y fortalecimiento del sistema de salud pública, hechos que deben ser profundizados por los gobiernos futuros.

Por otra parte, en todo el siglo XX, el coloradismo se ha caracterizado por ser no solamente el partido de la normalización constitucional, sino, sobre todo, por ser el partido ampliador de las funciones estatales, modernizador e incorporador de sectores excluidos En lo que se refiere al pueblo trabajador, fue el Partido Colorado el que le prestó mayor atención. Durante los gobiernos liberales, desde la resistencia política y social, se fue forjando un discurso de fuerte reivindicación obrera. Ya en 1908 Ignacio A. Pane publicó su “Credo Republicano”, en el que llamó a “expurgar errores” del Partido Colorado y a transformarse en el abanderado de la “clase obrera y los pobres”, posiciones que fueron ratificadas en sucesivas convenciones partidarias, tribunas de prensa y acciones legislativas (en los momentos en que los liberales permitían la participación política).

El regreso del coloradismo al poder demostró que todo eso no era únicamente retórica: no solo se impulsó una decidida acción partidaria para la organización de los sindicatos, también se concedieron derechos como el aguinaldo (Decreto-Ley Nº 17.307/1947), las vacaciones anuales pagas (Decreto-Ley Nº 8.608/1951), se impulsó el primer Código del Trabajo en la historia del Paraguay (1961) y se incorporaron representantes de los trabajadores en el Consejo del Estado, anteriormente excluidos por la Carta política de 1940. Así es como fueron redefinidos el contenido y alcance de los derechos laborales en el ordenamiento jurídico paraguayo. La expansión de las expectativas jurídicas de los trabajadores (las prestaciones y las protecciones) alcanzó un inaudito grado de satisfacción en la historia constitucional, fijando un nivel nuevo de imposible regresión jurídica.

Paralelamente, la ANR organizó y movilizó a un sector históricamente marginado, como es el campesinado. El Pynandí no sólo representó al miliciano que combatió con valor en la guerra civil de 1947, fue también la voz de un campesinado postergado en sus derechos políticos y sociales y fue el alma de las batallas más memorables en defensa de nuestra soberanía territorial en la guerra del Chaco. El compromiso del coloradismo con el campesinado no es una simple fraseología, lo muestran los datos colectados por el historiador y geógrafo holandés Jan Kleinpenning en su libro Paraguay rural 1870-1963: los gobiernos colorados repartieron muchos más títulos y tierras a pequeños agricultores que los gobiernos que le antecedieron. Este autor evidencia que, entre los años 1915 y 1947, fueron otorgados 7.685 títulos por una superficie total de 68.620 hectáreas, mientras que entre los años 1948 y 1965, los títulos ascienden a 48.333 y la superficie a 1.544.118 hectáreas.

Dichos hitos protagonizados por el coloradismo no pueden ser anécdotas de historiadores, deben ser las banderas de lucha en un presente que nos sigue interpelando como nación.  La paz social requiere de un Estado que continúe ampliando su presencia, un sistema tributario que siga avanzando en materia de equidad, de modo a hacer realidad el acceso universal a la salud, a una educación de calidad y a un sistema de protección social para garantizar los derechos de los trabajadores del Paraguay. Estos objetivos deben ser el programa mínimo del coloradismo, si se quiere conservar su posición de primer partido de masas y articulador central de la movilización popular.

El fortalecimiento de la presencia del Estado en todo el territorio nacional es un propósito ineludible, en el que se juega nuestra soberanía y autodeterminación como pueblo. En los próximos años se sabrá si prevalece el monopolio de la fuerza pública que detentan las autoridades electas por el pueblo o si se siguen imponiendo las diferentes facciones del crimen organizado en el control de las fronteras, el funcionamiento del mercado, el aparato de justicia y el sistema político.

El concepto de soberanía nacional, en su dimensión republicana y popular, designa el principio sagrado de pueblos que han tenido el coraje de luchar por su libertad, decidiendo con determinación no tener patrones ni amos por encima de las leyes. Como partido de larga reivindicación nacionalista, es necesario que la ANR no caiga en la tentación de quienes quieren hacer de la soberanía nacional una simple muletilla al servicio de intereses criminales oscuros.

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