La oposición le reclama al Presidente que realice la tarea que le corresponde por derecho y responsabilidad a ella misma: la crítica.
Ayer el Presidente Mario Abdo dio su primer informe anual ante el Congreso de la Nación. Entre otras cosas, refirió al contexto de crisis que se vive a nivel regional. A pesar de la coyuntura que golpea al Paraguay, destacó inversiones en áreas sociales muy sensibles, como la salud, la educación y la seguridad ciudadana.
Varios medios de prensa y políticos de la oposición no tardaron en apelar al conocido «cliché» ante cada mensaje que un presidente da en esta ocasión: la falta de autocrítica.
La autocrítica, en discursos públicos, normalmente refiere a procesos que se evalúan, por lo menos, en el mediano plazo.
Por ejemplo, una determinada política pública se mostró ineficaz en sus objetivos, no cumplió con sus metas y se reveló de un impacto negativo. Entonces, los responsables políticos de la misma hacen una autocrítica.
Marito hace recién un año que está gobernando, ¿es pertinente pedirle tal cosa? De ninguna manera.
Esa exigencia sólo da cuenta o bien de la ignorancia supina sobre el significado de tal concepto, o bien de una deliberada utilización del término para ejercer la oposición de manera irresponsable, demagógica.
Por otra parte, es un misterio el origen de la idea de que el Ejecutivo tiene como obligación principal ejercer su propia crítica.
En cualquier República, esa es justamente la tarea de la oposición y de los intelectuales críticos.
Por eso, las garantías y libertades además de ser un derecho de los individuos, son un elemento constitutivo de la democracia: una necesidad estructural para su buen funcionamiento.
La oposición debe ofrecer una perspectiva alternativa, que pueda representar a aquellos sectores de la ciudadanía que están disconformes y necesitan expresarse.
Su papel en la democracia es fundamental y se deben ejercerlo de manera responsable, sin por esto querer significar moderación. Por el contrario, debe ser capaz de suscitar adhesiones que fortalezcan la pluralidad política.
El gobierno, en todo caso, debe escuchar, tomar nota e incorporar los cuestionamientos de la oposición y la sociedad civil. Su tarea es conducir, ejecutar y hacer avanzar los programas más importantes.
Justamente, el informe anual es la instancia que tiene un presidente para informarle a los representantes del pueblo y a la sociedad qué es lo que estuvo haciendo.
Luego, la gente, los expertos, los periodistas y los políticos de diferentes colores podrán analizar su discurso y compararlo con los hechos.