A Marito no le tembló el pulso para destituir a 4 altos funcionarios, entre ellos su ex jefe de campaña, Alderete, y su primer candidato a senador, Castiglioni. La ciudadanía está alerta ante los nuevos nombramientos para defender la soberanía nacional de cara a 2023.
Las crisis políticas son un ingrediente natural del ejercicio del poder. Más aun cuando el contexto es el de un régimen democrático, donde las decisiones deben tomar en cuenta a la opinión pública y a una ciudadanía cada vez más informada. En este sentido, las crisis ponen a prueba la capacidad de reacción de un presidente y su competencia para resolver problemas urgentes.
Este señalamiento no es menor, puesto que otras crisis de este tipo se han llevado puesto muchas figuras y presidentes durante la transición. Es el caso de Raúl Cubas Grau y Fernando Lugo.
El presidente Abdo hizo lo que los paraguayos y paraguayas esperaban de él. No titubeó en hacer saltar los fusibles que había que hacer saltar, es decir, apartar de un plumazo a los cuatro funcionarios que protagonizaron un capítulo vergonzoso en la historia de nuestro país: Luis Alberto Castiglioni (ex Canciller), José Alberto Alderete (ex Director de Itaipú), Hugo Saguier (ex Embajador en Brasil) y Alcides Jiménez (es Presidente de la ANDE).
No importó que dos de ellos fueran figuras de peso para el triunfo de Marito, tanto en las internas coloradas como en las generales. Alderete fue nada más y nada menos que su jefe de campaña, y Castiglioni su candidato número 1 a senador.
Las cuatro personas mencionadas pusieron en peligro, por error u omisión, el histórico acuerdo del 2007, por medio del cual el gobierno de Nicanor Duarte Frutos logró el acceso preferencial a la «energía excedente» (más barata) para el Paraguay. Además, estos cuatro arriesgaron el bolsillo de los paraguayos y comprometieron la capacidad negociadora del país de cara al 2023. Como si fuera poco, afectaron la imagen presidencial y provocaron un tsunami político.
Al apartarlos, el presidente mostró que la gobernabilidad y los altos intereses nacionales están por encima de las lealtades político-partidarias. Ahora, la ciudadanía espera atenta a los nuevos nombramientos, que deberían ser personas que gocen de un gran reconocimiento, idóneos y con la capacidad y firmeza necesarias para defender la soberanía nacional.
Estas decisiones deben servir para recomponer la imagen de un gobierno al que le ha tocado, en su primer año, un contexto internacional difícil, sobre todo en materia económica.