En muchos países, los embarazos se están reduciendo de manera drástica, por causa de los nuevos estándares de vida y por la pandemia. La consecuencia será un envejecimiento poblacional que puede tener consecuencias dramáticas.
La BBC informa que la prestigiosa revista científica The Lancet publicó un artículo donde investigadores de la Universidad de Washington (Estados Unidos) advierten que la población mundial va a reducirse contundentemente en el próximo siglo.
Si en 2064 la cantidad de habitantes del planeta será de 9.700 millones, en 2100 se espera que ese número se reduzca a 8.700 millones, con una tendencia a la baja en las décadas subsiguientes.
La causa del declive poblacional radica en la baja de la natalidad en gran parte de los países del mundo, sobre todo en el llamado Primer Mundo y en países que han conocido un desarrollo rápido y considerable del nivel de vida, como China y el Sudeste asiático.
Es que en estas naciones las mujeres han logrado avances muy importantes que les permite tener carreras profesionales y postergar -o, incluso, descartar- la maternidad. A esta situación hay que sumarle el pánico por el futuro que provoca la pandemia de Covid-19, haciendo que muchas personas decidan no procrear por desconocer qué les deparará el porvenir.
Si en 1950 cada mujer tenía, en promedio, 4,7 hijos, en 2100 ese número se reducirá a 1,7.
Si bien una reducción de la población mundial podría ser beneficioso para la naturaleza, la realidad es que en términos demográficos, sociológicos y económicos esto constituye un verdadero drama. Actualmente, las personas mayores dependen económicamente de los adultos jóvenes activos, quienes los mantienen directamente o indirectamente, a través de impuestos.
Por ejemplo, en la mayoría de los países, las jubilaciones y pensiones dependen solidariamente del aporte de los trabajadores activos, quienes tributan con la esperanza de poder, en el futuro, acceder a una pensión la cual, a su vez, dependerá de aporte de las nuevas generaciones. Si la población mundial decrece, la pirámide poblacional quedará desproporcionada, es decir, se invertirá.
Los investigadores buscan despertar la preocupación en los gobiernos para que efectivicen políticas de fomento de la natalidad. No obstante, creen que es muy difícil revertir la situación porque ésta es producto de un progreso en materia de derechos de las mujeres.
En este sentido, los expertos pronostican que los países que demográficamente vean peligrar su subsistencia, recurrirán a la promoción de la inmigración. Contrariamente a lo que sucede hoy en día, los países ricos buscarán atraer inmigrantes jóvenes que permitan revertir el desequilibrio en su población.
No obstante, aclaran que este proceso no afectará a todos las regiones del mundo por igual: mientras que en el Norte desarrollado lo nacimientos se reducirán, África seguirá creciendo poblacionalmente, al punto que Nigeria pasará a ser el segundo país con más cantidad de habitantes, después de India.
