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viernes, noviembre 22, 2024

¿Donde está la plana mayor de Añetete?

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No hay ni un solo referente político de peso en el gabinete ni en el Congreso que salga a defender las gestiones del gobierno. Con escasas excepciones, no se oyen voces de legisladores de renombre y espalda, dentro del ámbito político, que defiendan o expliquen las políticas de Mario Abdo.

Por: Héctor Gayoso

“La única verdad es la realidad” decía Juan Domingo Perón, algo que, unos cuantos años antes, ya había dictaminado Aristóteles.

La idea aquí no es filosofar, sino complejizar un poco el análisis de dicha frase, porque por más pragmático que fuera Perón, él más que nadie supo que, en política, la verdad no siempre coincide con la realidad.

En la política o en la gestión de gobierno la verdad está permanentemente en disputa, porque ésta depende del “sentido común”, es decir, un entramado de significaciones que sirven para operar en el día a día y que rigen los comportamientos sociales.

Bajando estas ideas al plano de lo que sucede en estos tiempos en Paraguay, no se puede decir otra cosa más que al gobierno de Mario Abdo Benítez le construyeron una verdad, un sentido común; pero en contra, por supuesto.

Frente a eso, el oficialismo renunció a la disputa por el imaginario popular. No hay ni un solo referente político de peso en el gabinete ni en el Congreso que salga a defender las gestiones del gobierno. Con escasas excepciones, no se oyen voces de legisladores de renombre y espalda, dentro del ámbito político, que defiendan o expliquen las políticas de Mario Abdo.

Existen hechos que son indubitables. Uno: Paraguay es uno de los países menos afectado por el Covid-19, a pesar de que los aumentos vayan en aumento en consonancia con la casi normalización de las actividades cotidianas. Dos: todos los organismos multilaterales afirman que la economía paraguaya será la menos golpeada y la que más rápido se levante.

Incluso con estos hechos -que ya quisieran tener todos los países- al Gobierno le fue impuesta una agenda mediática de la que no puede salir. No hay voceros que puedan defender los logros de la gestión, que no son pocos y son constantemente opacados por operetas mediáticas de los que ya tienen el 2023 entre ceja y ceja.

¿Dónde están los legisladores oficialistas a la hora de poner la cara por el Gobierno? ¿Siguen siendo parte del oficialismo los senadores Afara, Castiglioni, Blanca Ovelar, entre otros que se valieron de la lista que llevó a Mario Abdo a la presidencia? ¿Qué piensa Lilian Samaniego o el presidente del Congreso, Cachito Salomón? ¿Se los escuchó defendiendo la gestión de Gobierno?

Una posibilidad es que ya no formen parte de la línea del presidente de la República, y la otra es que Añetete ya no tenga proyección política en el futuro del coloradismo.

Tal como se pudo ver en la encuesta publicada por El Trueno, solo 5 ministros son relativamente conocidos por la ciudadanía. Incluso así, surge la pregunta de si estos están defendiendo la gestión de Gobierno o solo están recluidos en sus feudos peleando cada uno por su lado cumpliendo aquella frase tal vez popularizada por un senador, que dice que “a los amigos se los acompaña al cementerio, pero uno no se entierra con ellos”.

Días atrás, aquí cruzando el charco, el ex jefe de Gabinete de Ministros de la Argentina, Aníbal Fernández dijo algo muy certero y utilizó una metáfora futbolística, que pone las cosas aún más claras: increpó a los líderes del peronismo y les dijo: “pidan la pelota, loco; ayuden al presidente”. Comparó a los políticos oficialistas con aquel volante que cuando las papas queman en el partido se esconde detrás de un adversario para no recibir el balón y no ser el responsable de una eventual derrota.

Allá, como aquí, el responsable de la comunicación en este momento grave es el presidente de la República, quien además es el único que recibe todos los golpes –merecidos o no- que lanzan desde la oposición.

¿Existen errores de gestión? Por supuesto, ni el gobierno del país más pintado salió bien parado de esta pandemia. Golpeó a todos por igual, ¿por qué no iba a afectarle también a la administración nacional?

La construcción de una verdad que le de coherencia y cohesión al gobierno depende, en gran medida, de una articulación política contundente.

Marito debe hacer valer su rol de conductor político, de primera figura de uno de los partidos más importantes del país y comprender que, en este momento, no le queda más que la construcción de un relato con el que se lo recuerde. Para eso necesita colaboradores y voceros de peso que no rehuyan a la defensa abierta de sus logros, que con inteligencia y astucia disputen el sentido común y tengan el suficiente carisma para llegar al pueblo.

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