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domingo, mayo 19, 2024

El ciclo económico argentino entre 1955 – 1966

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Martín Duarte reseña el libro Historia económica, política y social de la Argentina, del historiador y economista Mario Rapoport, y se refiere al ciclo económico del período que sigue a la caída del peronismo.

En esta reseña del periodo 1955-1966, del libro Historia económica, política y social de la Argentina, me gustaría dar una breve descripción del ciclo económico argentino durante dicho periodo.

El ciclo económico argentino en la posguerra tiene la característica de un proceso ascendente de la actividad económica, seguida por un rápido descenso de ésta. Dicho proceso, en una economía de industrialización por sustitución de importaciones, impacta crónicamente en la balanza de pagos. Se trata de un ciclo de stop and go constante, donde un periodo de políticas monetarias, fiscales y crediticias expansivo está seguido de un plan de ajuste estabilizador, con restricciones del crédito, de la expansión monetaria y de una política fiscal restrictiva..

Ahora bien, la cuestión central radica en las características que ha asumido el proceso de industrialización tanto en la región como en argentina. Dicho proceso se basó en la sustitución de bienes de consumo antes importados (industrialización por sustitución de importaciones o ISI). Además, el sector más dinámico, hasta el periodo gobernado por Frondizi, fue el de las industrias livianas: textiles, alimentos, bebidas, tabaco, etc.

De este modo, el sector de las industrias básicas- la siderurgia, industria petrolera, metales, máquinas, instrumentos y materiales de trasporte- contaban con menor dinamismo. Por lo tanto, si bien para 1956 la sustitución de importaciones de bienes de consumo estaba totalmente lograda, garantizando de este modo el abastecimiento interno para la demanda de dichos productos, el sector de las industrias básicas seguía dependiendo de las importaciones de insumos, bienes de capital, tecnología, combustible, etc.

Por otro lado, el sector agrario se mostraba con dificultades para aumentar la productividad y producir excedentes para la exportación. Así, el aumento de importaciones que seguía a la fase de crecimiento no se correspondía con un ingreso constante de divisas, pues los saldos exportables se mantenían rígidos.

Esto repercutía negativamente en la balanza de pagos, poniendo en peligro las reservas de divisas del Banco Central.

Además, cabe resaltar las características de la inserción del capital extranjero en este periodo, y su rol respecto de la crisis de balanza de pagos, el endeudamiento externo y los ciclos económicos. En este sentido, comenta Rapoport que la mayoría de las entidades trasnacionales, por sus rasgos oligopólicos y por los beneficios concedidos por el Estado, generaban ganancias extraordinarias. Sin embargo, sus decisiones dependían de las casas matrices. Éstas, a su vez, tenían poco interés en un plan de reinversión de las utilidades internas o en aumentar la productividad para competir en el mercado externo o ganar nuevos mercados internacionales. Decidían, más bien, la remisión de las utilidades. De este modo, vemos que dichas empresas no disponían de recursos propios para proponer un plan de integración industrial o de expansión del mercado hacia el exterior. Tampoco dicho sector, a pesar de su fuerte dinamismo, podía generar las ansiadas divisas para equilibrar la balanza de pagos.

Puede observarse, entonces, cuál era el problema macroeconómico que motorizaba los ciclos de stop and go: el crecimiento económico disparaba las importaciones, mientras que las exportaciones se mantenían estables o aun decrecían, produciéndose una crisis en la balanza de pagos. Luego de esta crisis, se tomaban medidas de política económica para lograr la estabilización. Por ejemplo, se reducía la creación de medios de pago- reducción del gasto publico y restricción monetaria- se procedía a devaluar el peso y se contraía la política crediticia. Un gran problema constituía la inflación. Por eso, en los momentos restrictivos, se buscaba contraer la demanda al haber menos circulante, así como también se golpeaba a la producción industrial mediante tasas de intereses altas y créditos restrictivos, desalentado todo esto la inversión.

Así, las importaciones volvían a bajar, mientras que la devaluación del peso producía una trasferencia de ingresos desde los productos industriales (aquellos que utilizaban insumos importados) hacia los productos agropecuarios exportables, elevando sus precios. El precio de los bienes agropecuarios se elevaba más que los productos industriales.

De este modo, se volvía a un equilibrio en la balanza de pago y se iniciaba un nuevo proceso de expansión económica.

Como vemos, se trata de un circulo vicioso. Se recupera la economía, se practican políticas monetarias, fiscales, cambiaras y crediticias expansivas. Se incrementa el gasto publico, crece la cantidad de medios de pagos y el salario real de la clase trabajadora. Esto va acompañado de una producción industrial reactivada por la demanda de los consumidores, lo cual genera un incremento notable de las importaciones de bienes de capital e insumos.

Ahora bien, el campo sigue estancado, incapaz de incrementar su producción para generar las dividas necesarias para cubrir las importaciones crecientes. Al mismo tiempo, la industria no logra proyectarse en el mercado exterior como generador posible de divisas.

Se trata de un atolladero que el desarrollismo de Frondizi supo diagnosticar. Apostaban al fortalecimiento de la industria de base, llevando a cabo la batalla del petróleo y del acero. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, la industrialización seguiría subordinada a los intereses rurales, único polo productivo de generación constante de divisas.

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