10.6 C
Asunción
domingo, mayo 19, 2024

Lo realmente real. Segunda Parte

Más Leído

El filósofo César Zapata presenta a los lectores de El Trueno la segunda parte de su ensayo sobre «Lo realmente real». En esta ocasión profundiza sus argumentos de la mano del sofista Gorgias de Leontinos

Por: César Zapata

El recurso de la mentira

Desde la publicación de la primera parte de este ensayo, he tenido varios retornos, dos de ellos me llamaron mucho la atención. El primero vino desde Maputo Mozambique, de parte de un amigo, Jorge Hermosilla, historiador chileno que actualmente reside en África.

-Zapatita, me dijo, desde un audio wsp, aquí en Mozambique la mentira es un recurso social, incluso estético, es parte del relato existencial que va construyendo todas las relaciones sociales: entre las parejas, los amigos, las del individuo con el estado…etc.

Me quedo pensando e imagino que a Jorge le interesó el concepto de «representación ontológica de la mentira», pues justamente le hizo sentido como algo propio del Ser del ser humano, y esto eventualmente le servía para observar, desde ese prisma, la permanente construcción y puesta en escena de una cultura muy distinta a la suya.

Seguí divagando, y dimensioné el lugar que ocupa el engaño en las relaciones entre los seres humanos, la mentira está en todo: desde la configuración misma de algunos deportes populares como el fútbol, hasta el trabajo, la amistad, el amor, la política, etc. De hecho parece imposible que nuestra vida se desarrolle a través del tiempo sin el «recurso», como dice Jorge, de la mentira.

Desde ese punto de vista, se puede considerar a la mentira como uno de los constitutivos propios del ser humano, que se objetiva de diversas formas dependiendo de cada cultura y su devenir histórico. Incluso, parece extenderse a algunos animales que para cazar y librarse de ser cazados tienen que engañar y algo de engaño hay también en el reino vegetal.

Podemos estudiar al humano desde el engaño, punto de acceso que en sentido estricto deberíamos llamar óntico- ontológico, es decir no circunscribiendo a la mentira como algo que debe ser explicado por una parcialidad como la psicología, las teorías éticas o a la historia, sino a la labor de describir el suelo que hace posible que la mentira sea, es decir, estudiar el engaño en sí mismo.

Pero, ojo, aquí decir engaño o mentira en «sí misma» no equivale a pensar en una esencia (eidos) absoluta, como lo dibujaba el magnífico Platón. En este escrito poner el apellido «en sí misma» significa delimitar una zona, que por cierto es bastante flotante, pero que constituye un cuerpo que tiende a unificar las diversas manifestaciones del engaño.

Que les parece si intentamos explicar esto con un ejemplo: podemos nombrar y estudiar diversos insectos, describirlos, clasificarlos, pero hay una zona conceptual en la cual todos los insectos SON nombrados como insectos, esa zona es el concepto de insecto en sí mismo, o podríamos hablar también del insecto en general, prescindiendo de las particularidades, y por supuesto dicha zona de convergencia de todos los insectos,  puede ir cambiando o resignificándose de acuerdo a muchos factores.

Pero aquí no estamos hablando de la ontología en los entes (humanos, insectos o cualquier otro). Tal vez suene un poco cómico, pero aquí estamos hablando de la ontología «en sí misma», recuerde por favor, que en la primera parte de este escrito nos propusimos balbucear algo respecto de lo realmente real, esto significa de lo que Es, en términos de Parménides

Pues bien rebobinemos: lo realmente real, es ese «algo» que existe por sí mismo y que Es aparte de los entes que lo perciben. Luego no estamos hablando de la realidad de los seres humanos, o de cualquier otro ente, sino de la realidad en sí misma, independiente del ente humano o no humano que la capte. Ese es el acto de fe que hace el filosofar griego con el descubrimiento del Ser. La realidad en sí misma o el Ser brilla con la consistencia del sol en la mente de Parménides. Los humanos pueden habitar lo realmente real, siempre y cuando escuchen al logos.

Desde ese punto de vista se puede sostener que el engaño o la mentira no es algo humano o de cualquier ente, sino que es una posibilidad inscrita en la realidad misma, es la realidad la que permite su falsificación, expresado de otro modo es la realidad ( o el Ser) la que está constituida para convertirse en (No Ser) mentira.

Parménides, de Raphael

La mentira dice una verdad

«Necesario <es> esto: declarar e inteligir que “lo que es” es, pues tiene que ser. Y lo que no es, no es; tales cosas considerar te ordeno; pues de este camino de la indagación te <aparto>, pero también de este otro, por el que los mortales que nada saben yerran bicéfalos, pues la perplejidad en sus pechos conduce a una inteligencia errante, y ellos son arrastrados aturdidos y cegatos a la vez, atolondrados, muchedumbre sin decisión, para quienes esto: ser y no ser, es reputado ser lo mismo y no lo mismo…»[1]

El segundo retorno, vino desde Paraguay, se trata de un amigo que es doctor en filosofía: José Duarte, quien, con ojo clínico, me menciona al sofista Gorgias, lo reviso y quedo maravillado, pues es este magno maestro de dialéctica y retórica, quien se hace cargo de este hijo aforme del filosofar griego: el No Ser. Gorgias está instalado en el escenario posparménides y discute sus ideas filosóficas con una lógica que de pronto parece que da saltos de lo óntico a lo ontológico, pero que en términos formales no se deja sobornar por las enseñanzas de su maestro, ni del mismísimo Homero.

La figura de Gorgias es apasionante, abordarlo requiere estudio y por lo menos dos ensayos para tratar de entenderlo como figura histórica, sofista y filósofo. Pero, me quedo por ahora con un breve y necesario comentario de las tres tesis sostenidas en su escrito Sobre el No Ser, el llamado trilema gorgiano, que podríamos resumir en esta fórmula:

Nada existe y si existiera tampoco podría ser conocido y mucho menos comunicado.

En esta construcción lógica se puede apreciar el calabozo que implicaba transitar la vía inviable del No Ser, ya nos advirtió el maestro, pero es que hay algo raro en esta incaminable vía: primero se puede pensar y después, agregaría Gorgias, se puede constatar en el «engaño» que vive entre los humanos. Pero si ponemos al No Ser a operar en términos de explicación lógica nos conduce a conclusiones extrañas, otros hijos aformes o sin la forma luminosa del filosofar griego.[2]

Pero para entender bien esto, recordemos brevemente el contexto en donde quedamos instalados en la primera parte de este ensayo: Parménides identifica tres vías mediante las cuales, por así decirlo, habitamos la realidad:

La vía del Ser, que se constituye como «lo realmente real» pues es verdadero y no está sometido ni al espacio ni al tiempo, es absoluto.

La vía del No Ser que es intransitable, pues lo que «No Es» no puede «Ser» y de él nada puede venir.

La vía de los hombres que confunden lo que Es con lo que No Es.

No existe mucho problema con la vía del Ser y la de los «humanos que no escuchan el logos» o «la vía de la doxa» popularizada por Platón. El problema está en lo que confianzudamente hemos denominado como el hijo no esperado del filosofar griego, pero en verdad parece más bien un insigne aborto, pues se le niega el nacimiento: nos referimos nada más y nada menos que al No Ser.

Vamos por parte, los humanos vivimos aturdidos en los asuntos (pragmata) del mundo y bicéfalos lo confundimos todo, no sabemos que son realmente las cosas. Este problema, decíamos en la primera parte, es un problema de confusión, es decir es óntico, pertenece al mundo de los entes humanos, no tiene que ver con lo realmente real, son los humanos quienes confunden características de unos entes con otros.

Pero el engaño, la mentira voluntaria que justamente pretende confundir ¿Por qué tiene un lugar en la realidad del mundo humano? Es porque los humanos no son capaces de escuchar el logos, o es porque en la realidad misma, en lo realmente real, que sería la vía del Ser, de lo que realmente Es, hay una infección incómoda, un fantasma, hay un No Ser, y sus ecos son el sonido que como ruido confuso e informe afecta a los mortales humanos, que no solo se confunden, sino que además se vuelven capaces de engañar. ¡Qué tremenda adaptación!

Entonces en el intento de acercarse a la realidad en sí misma, resulta posible pensar, que en ella, en su infinita complejidad existe un componente desestabilizante que la vuelve falsificable. Esto implicaría, y tal vez eso es lo que, en cierta medida, le sucedió a Gorgias, que lo realmente real no es lo verdadero, sino que es, a la vez, lo No verdadero. En otras palabras Ser y No Ser son un compuesto único. Esto implica que lo realmente real, vuelve a ser lo de siempre, la vía de la doxa, lo que diariamente viven los humanos bicéfalos.

Gorgias de Leontinos

No hay verdad ni mentira, no existe lo realmente real, HAY LO QUE HAY, lo que a diario vivimos, el suelo que pisamos, el aire que entra por el pulmón ¡Y entonces! donde fuimos a parar, acaso nos fuimos al carajo para quedarnos aquí mismo.

O lo realmente real no existe ni como Ser (verdad) ni como No Ser (engaño) sino como una permanente construcción en el magma de la intersubjetividad. Respondamos sinceramente, no lo sabemos. Pero si sabemos que un ligero movimiento en la respuesta a este problema genera un devenir cualitativamente diferente.

De manera muy honesta, Nishida Kitaró [3], a la japonesa, pensó que la filosfía no servía de nada si no cambiaba la manera en que consideramos lo real, pues para él, lo que vemos, olemos, gustamos, sentimos y oímos cotidianamente no es lo real, es el desorden de nuestras interioridades alteradas por la contingencia, pues bien, entonces ¿Somos nosotros el No Ser, querido, maestro Parménides, respetable Gorgias?

Referencias

[1] 5 6 (DK) Zubiria Martin. El poema doctrinal de Parménides. Universidad Nacional de Cuyo.Mendoza Argentina.

[2] Hago la petición para que se me acepte la palabra aforme, pues por lo pronto me parece que en este contexto hace mucho mas sentido que «amorfo». Una didáctica introducción para entender el trilema de Gorgias, además de accesible es el de Alvaro Acosta Gómez de la Universidad Libre de Colombía: Un ataque desde el pensamiento de Gorgias a la ontología parmenidia. https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://repository.unilibre.edu.co/handle/10901/15571&ved=2ahUKEwiMjcrv4MfwAhVvIDQIHZ6QDDUQFjAAegQIBBAC&usg=AOvVaw3j13tIbhL2eeCYidpxObJs

[3] Kitaró Nishida. _Indagación sobre el bien_ . Gedisa. Barcelona 1995.

Más Artículos

Últimos Artículos