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viernes, noviembre 22, 2024

La realidad que la fábula del desastre no puede ocultar

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Los propagandistas del desastre no tienen cómo refutar las cifras que muestran que Paraguay tiene el mejor desempeño económico de la región, el mejor clima de negocios, con reducción de la pobreza extrema y poco desempleo.

Si la realidad fuese un simple efecto de los titulares de prensa, o de las tendencias de las redes sociales, Paraguay sería un país al borde del abismo, con un Gobierno sin logros que mostrar y una economía sin expectativas de futuro.

Estas suelen ser las líneas generales del relato del desastre, una narrativa sin evidencia empírica, mezcla de fraseología previsible, imaginación módica y contenido degradado. Relato que es preciso decir, más allá de su eficacia en ciertos sectores, tiene como principal enemigo a la misma realidad.

Los propagandistas que desfilan por las redacciones y estudios de televisión, disfrazados de expertos, no tienen forma de explicar el gran desempeño de la economía paraguaya y la solidez de los indicadores sociales, todo esto en medio de la peor tragedia que azotó la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial.

Esta pandemia dejó obsoletos a sistemas de salud de varios países que tienen servicios sanitarios de excelencia, formados en procesos históricos de varios años. Ocurrió lo mismo con la economía, y países de finanzas sólidas sufrieron en carne propia los embates. Sin embargo, nuestro país registró la contracción económica más baja de toda América Latina y el Caribe, mostrando fortaleza y estabilidad, producto de un proceso de más de 15 años que sigue dando sus frutos.

Para la sorpresa de los profetas de la catástrofe, hay que destacar que el PIB real de Paraguay creció 0,6% interanual en el primer trimestre del año 2021, convirtiéndolo en una de las primeras economías de América Latina en superar los niveles prepandémicos de crecimiento.

Los organismos internacionales y el BCP estiman que la economía paraguaya crecerá un 4,5% el presente año. Además, esto debe ser considerado un crecimiento real, no un mero efecto rebote, teniendo en cuenta que la economía nacional no tuvo una caída considerable como sufrieron otros países de la región.

Estos logros en materia económica no son producto del azar, sino que deben a políticas decididas por el Gobierno. En ese sentido, fue clave el estímulo fiscal del 5,5% del PIB, derivada de la Ley de Emergencia Nacional, para contrarrestar los efectos negativos de la pandemia mediante medidas que atendieron las áreas de salud, el empleo, a las empresas y a los sectores sociales vulnerables.

Por otra parte, la calificadora de riesgos Moody’s, luego de una revisión de la calificación de riesgo anual, ha decidido mantener la calificación de Paraguay en Ba1 (con perspectiva estable), destacando que se da en un contexto económico que sigue siendo complicado porque todavía la crisis del Covid-19 no quedó atrás.

La realidad que se ve desde afuera es que las fortalezas crediticias de Paraguay incluyen su baja carga de deuda pública en términos absolutos y relativos, esto a pesar de un aumento al 35% del Producto Interno Bruto (PIB) el año pasado, impulsado por la respuesta de política anticíclica del Gobierno a los desafíos de la crisis sanitaria mundial.

El tiempo pospandémico que se viene encontrará al Paraguay como el mejor país en oportunidades y clima de negocios, según la prestigiosa Fundación Getulio Vargas. Este hecho se corresponde con una economía en pleno proceso de reactivación y un Estado que ha hecho inversiones públicas inéditas.

La fábula del desastre no tienen manera de refutar que Paraguay tenga el aumento más bajo de desempleo en toda la región. No pueden refutar tampoco que tengamos el aumento más bajo de la pobreza, por debajo del promedio de América Latina. No pueden refutar que en medio de una crisis mundial sin precedentes, la pobreza extrema haya bajado y no aumentado como ocurrió en toda la región.

Estos hechos difícilmente ocupen las primeras planas de los periódicos y quizás no sean expuestos en el prime time de la televisión y las radios. Antes que lamentar aquello, es hora que los referentes políticos del oficialismo abandonen el silencio y reivindiquen con más determinación estos logros.

El optimismo y la esperanza no son palabras vacías en boca de nuestras autoridades, sino como podemos ver están certificadas por estadísticas nacionales e internacionales de los más importantes organismos de evaluación, dejando en ridículo a la arenga del desánimo, del odio y la frustración.

Para el dolor de los enemigos de la realidad y alegría del pueblo, Paraguay avanza a pasos firmes en la recuperación, el reencuentro y la plena reactivación de sus potencialidades.

Foto de portada: René González

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