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sábado, mayo 4, 2024

La crítica por nuevas rutas desde “la capital”

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No debe existir nada más “capitalcéntrico” que enojarse por las nuevas rutas asfaltadas. Es fácil opinar desde una oficina en el World Trade Center o una casa del barrio Carmelitas que el Gobierno deje de llevar rutas a los rincones más recónditos del país.

 

Importantes sectores de la opinión pública y medios de prensa vienen desbloqueando un nuevo nivel de indignación, el que se produce cada vez que el Gobierno anuncia cuántos kilómetros de rutas asfaltadas ya construyó.

Dirigentes políticos opositores y periodistas se muestran indignados cuando Mario Abdo da conocer una nueva inauguración de tramos asfaltados y destaca la importancia de nuevos caminos de todo tiempo.

Alegan que se debe invertir en otros rubros, otros apuntan a la corrupción, otros mencionan presuntos daños ambientales, o cualquier otro argumento que sirva para “bajar el precio” a las grandes inversiones públicas realizadas durante este periodo gubernamental.

No debe existir nada más “capitalcéntrico” que enojarse por las nuevas rutas asfaltadas. Es fácil opinar desde la comodidad de una oficina en el World Trade Center o desde un sofá del barrio Carmelitas que el Gobierno deje de llevar rutas a los rincones más recónditos de la patria.

Antes de indignarse por esto deberían preguntarse cómo le cambió la vida a los habitantes de zonas que vivían con el Jesús en la boca esperando que no llueva cuando llegaba la época de sus cosechas, momento en que debían sacar sus productos a los mercados de comercialización.

Hay un país después de calle última, un país donde una llovizna impedía ir al hospital, y los médicos de los puestos de salud no podían llegar a sus lugares de trabajo. El gobierno nacional viene saldando deudas históricas con el Paraguay profundo, abriendo caminos, puentes, integrando a la población. ¿Cuántos parajes del interior del país ya cambiaron desde que les llegó el asfalto?

Estos hechos benefician al ciudadano de a pie, al humilde campesino, al compatriota del interior del país. Son ellos a quienes habría que preguntar si están o no de acuerdo con la crítica que desde la capital se hace al presidente de la República por celebrar que comunidades enteras abandonen el aislamiento.

También sería oportuno escuchar a los dueños de industrias, establecimientos agroganaderos, productores en general, lo que significa una nueva ruta asfaltada para ellos, cómo incide en sus negocios dejar de tener caminos desastrosos.

Es innegable que las rutas asfaltadas juegan además un rol estratégico para atraer inversionistas, impulsan nuevas posibilidades de crecimiento económico, aumentan el patrimonio vial de nuestra nación, son el sostén del empleo, beneficiando indirectamente miles de actividades relacionadas al sector.

Teniendo en cuenta estos elementos, queda claro que solo el fanatismo, el cálculo político mezquino y el desprecio hacia la modernización del país puede volver criticable el hito de construir más 3.000 kilómetros en solo tres años.

Puede que un sector minoritario del país no le interese el avance en la conectividad nacional, pero la realidad es que las rutas construidas por el gobierno vienen cambiando el rostro de cientos de comunidades rurales en diferentes departamentos. El ejemplo de la “Ruta de la Caña” es solo uno entre ellos, obra gracias a la cual miles de campesinos sacan su cosecha de caña de azúcar sin revisar el pronóstico del tiempo.

Los detractores del oficialismo y los adversarios del coloradismo son plenamente conscientes de que las rutas asfaltadas constituyen un logro que la gran mayoría del pueblo reconoce, aun los que tienen una opinión negativa de la actual gestión. “Donde uno va ve rutas” es algo que se escucha en cualquier charla informal, inclusive en boca de quienes condenan a este gobierno.

Por todo esto, se necesita una mayor contundencia en la difusión de estas obras, el gobierno necesita de voceros más comprometidos, menos temerosos, que sepan explicar hasta el cansancio la magnitud de las obras realizadas en los últimos años, ya que son conquistas del pueblo paraguayo que trascienden los internismos y las pertenencias político-partidarias.

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