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domingo, mayo 19, 2024

El tambor de Icanchu

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Paranaländer, sentimental ante toda epifanía de las maravillas que el mundo (ávaro) gusta esconder, pero raras veces, como es en el caso del Tambor de Icanchu, suelta sin más una de sus mejores piezas.

Por: Paranaländer.

 

Icanchus drum (1988) de Lawrence E. Sullivan (de excelente libro lo califica Eliade), es uno de mis fetichesde cabecera. Por cierto, eltulo alude a uno de los mitos más hermosos de Sudamérica. Se los voy a contar usando al propio Sullivan. Sus fuentes son Métraux, Rafael Karsten (cuya versión es levemente diferente) y Alicia M. Barabas/Miguel Bartolomé. También Palavecino da cuenta del mismo mito mataco (a quien no menciona)

Para los mataco del Chaco, el mundo fue destruido ya 4 veces, por el agua, el frío, el fuego y la oscuridad. El gran fuego es inextinguible y se encuentra debajo de la tierra. Un día el señor del fuego, Itaj Asla, fastidiado por el hornero (Furnarius rufus), que al verlo echar humo y fuego por el ano para espantar a las avispas y robarles su miel, no paraba de reírse de él y hete ahí que decidió quemar el mundo. Solo tres seres escaparon de la conflagración: el héroe embaucador Tokwaj, el pájaro icanchu y el pájaro chuna. Icanchu encontró un carbón, resto del incendio del mundo, y lo empezó a tocar como si fuera un tambor. El ritmo del tambor lo hizo cantar por días hasta que del carbón brotó un retoño que luego se convirtió en el árbolayavu ute, primogénito o de las pruebas, suerte de árbolFrankenstein, pues sus ramas portaban las más variadasespecies de árboles, que Icanchu fue acertando con piedras para que cayeran y entonces al tocar tierra mágicamente se iban convirtiendo en árboles. Los espíritus ayudantes de los chamanes viajan a este Árbol Primogénito cuando los chamanes entran en trance alucinógeno. El último árbol en convertirse es el hataj (Piptadenia macrocarpa beuth), fuente de agentes alucinógenos, que brotó del centro y del que hace uso los chamanes mataco, ayavu, pues tienen la responsabilidad de evitar cualquier repetición de la conflagración primordial. En suma, un resto del incendio destructor (carbón) resemantizado por Icanchu como tambor es de donde reverdece, rejuvenece, se regenera nuevamente el mundo. El fuego es destructor-creador en un solo gesto. Esto se ve más claramente en la versión del mito según el etnólogo finlandés Karsten: En realidad, Icanchu había muerto calcinado, pero cuando su cadáver pasó por el fuego se transformó en un pájaro que bailaba y bailaba, golpeando un trozo de carbón sobrante de la destrucción. Su baile y su toque de tambor dieron fuerza al árbol que brotó en el centro del mundo. Si, como dice Métraux, el resultado de cada catástrofe es que algunaspersonas se transformaron en pájaros y animales, podemos pensar incluso que Icanchu aún no era pájaro hasta que el fuego con su toque rítmico lo reani de su existenciacalcinada de zombi.

A ver, rebobinemos, qué tenemos aquí: El sonido chamánico que salía del carbón machacado restableció el acceso al reino celestial. La música y la danza de Icanchu se convierten en la base de los ritos que se celebran para estimular el crecimiento del algarrobo, alimento básico de la dieta de los mataco de noviembre a febrero. El paso destructivo de una era cósmica y la regeneración de un nuevo orden de vida, comenzando con el árbol cósmico en el centro del mundo; el orden regenerador del sonido sagrado; el subsiguiente orden serial de destrucción (la ruptura de miembros uno por uno), que sustenta la vida; y el carácter sacrificial del nuevo mundo, centrado, en este caso, en las pruebas y el sacrificio. Cada aparición de múltiples formas ordenadas se desarrolla a partir de la destrucción de formas únicas, incluyendo, a su vez, el propio primordium, el árbol único y cada una de sus ramas singulares. En fin, con este mito, los Mataco ofrecen un ejemplo de la forma en que la destrucción total da lugar a un reino vegetal nuevo y ordenado.

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