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domingo, mayo 19, 2024

Pensamiento filosófico de Bolívar y del Doctor Francia, defensor de nuestra Independencia

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En el día de la Independencia Nacional del Paraguay, el consultor, intelectual y analista político Leandro Prieto Ruiz escribe un magistral artículo sobre la matriz filosófica de dos figuras centrales del proceso de independencia latinoamericana: Francia y Bolívar.

Si bien es cierto que en el pensamiento filosófico de Bolívar hay claras huellas de todos los que forjaron el clima espiritual que eclosionó en la Revolución Francesa de 1789, supera entre todos ellos, la concepción de Jean Jacques Rousseau, con su teoría del Contrato Social y su condición de factor influyente en la doctrina republicana y democrática, que triunfó en la emancipación de las repúblicas latinoamericanas. Este pensador proclamó el principio de la soberanía nacional y popular, como base natural de la sociedad, dando a los derechos del hombre (hoy, derechos humanos) como emanación necesaria de nuestra propia naturaleza, obligándonos a que aceptemos la imposición suprema de nuestros deberes, considerados como la carga natural de nuestros derechos. Mediante Rousseau, por primera vez la humanidad vio que la política no es una serie de arbitrarios convencionalismos, sino el consorcio ineludible de la ciencia, formada por el conocimiento de la verdad, por la posesión de la moral y por el sentimiento profundo de la virtud. En este sentido, la obra de Rousseau fue decisiva en el surgimiento de un mundo nuevo.

El Contrato Social de Rousseau inspiró la Revolución Francesa así como el proceso de independencia de América Latina

En Venezuela, asevera Paul Johnson, la retórica de la Revolución Francesa y el constitucionalismo de los norteamericanos, en acción conjunta, determinaron que el Congreso General del 1° de Julio de 1811, aprobase una “ Declaración de los Derechos del Pueblo”, que declaraba la soberanía popular como imprescriptible, inalienable e indivisible;  la libertad, la propiedad, la seguridad, la igualdad ante la ley, el carácter temporal de los cargos públicos y también la felicidad como meta de la sociedad. En este escenario apareció entonces un hombre, que estaba en perfectas condiciones de imponer dicha Declaración: Simón Bolívar tuvo el coraje y la iniciativa necesaria para atravesar los Andes con un ejército. Podía citar a Voltaire y usaba el lenguaje del idealismo político. En Londres conoció a personalidades como William Wilberforce y al educador Thomas Lancaster. Aprendió a utilizar la prensa y a influenciar a la opinión pública. Siempre supo utilizar la idea del progreso.

Tanto Bolívar como San Martín apreciaban que era necesario jugar la carta constitucionalista y democrática, para conquistar la opinión internacional. Bolívar adoptó actitudes respetuosas hacia las constituciones de Estados Unidos y Gran Bretaña, e incorporó fragmentos de las mismas en distintos planos. “Sin moral republicana – decía – no puede haber gobierno libre”. El primer caso oficial en el sentido de considerar que la independencia de las ex colonias era un hecho consumado, fue el 8 de marzo de 1822, cuando el presidente James Monroe envió al Congreso de los Estados Unidos un mensaje, que proponía reconocer a las nuevas repúblicas. Poco después Castlereagh, primer ministro británico, aceptó las banderas de los nuevos países, a los fines comerciales.

A fines de diciembre de 1824, luego de la batalla de Ayacucho, el primer ministro Canning reconoció a Colombia, con lo cual desencadenó un proceso irreversible de aceptación de las nuevas repúblicas americanas, en el concierto mundial. El Congreso de Panamá, convocado por el Libertador, sentó los basamentos de los ideales bolivarianos.

Con el transcurso del tiempo, todas las repúblicas latinoamericanas se fueron dando a sí mismas instituciones democráticas, al punto tal, que América ha sido llamada el continente de la Libertad. Así pues, desde el punto de vista histórico y político, los principios enunciados por Voltaire, Rousseau y los Enciclopedistas, y después por Immanuel Kant con su doctrina del Estado de Derecho, entraron a formar parte definitiva de nuestro hemisferio, gracias a las victorias alcanzadas por los conductores de los ejércitos de la independencia americana, entre las cuales, la hazaña imperecedera de Simón Bolívar se destaca con nítidos perfiles. Espiritualmente, el Libertador preside los destinos de las repúblicas latinoamericanas. El sistema republicano y democrático ha calado muy hondamente en la mente y en el corazón de los pueblos que integran la comunidad hemisférica, hasta llegar a ser teórica y prácticamente irreversible.

Cada República americana tiene bien definidos sus rasgos propios. En el caso del Paraguay, nuestra República debió enfrentar, de un lado, el confeso deseo de Buenos Aires, en el sentido de reconstruir el Virreinato del Río de la Plata, y por el lado del Brasil, una tendencia imperialista, orientada a absorber al pueblo paraguayo.

Frente a ambas potencias hegemónicas, en 1811 se alzó la voluntad independentista irreductible del Doctor José Gaspar Rodríguez de Francia. Ajustándose a aquella realidad, el Prócer no vaciló en instaurar una dictadura inspirada en el modelo de los antiguos romanos, cuyo origen popular le confería legalidad y legitimidad. Calificados Congresos Generales le otorgaron al Doctor Francia el título de Dictador de la República del Paraguay, con el cual ha pasado a la historia, en medio del unánime consenso nacional y popular, vigente en el pasado y consagrado en el presente, como defensor intransigente de la soberanía paraguaya. Para hacer realidad el cumplimiento de su mandato, el Doctor Francia tuvo que apelar, en ciertos casos, a medidas extremas. Éstas no pueden ser sometidas a un cuestionamiento crítico, con acuerdo a los cánones contemporáneos, sino que deben ser encuadrados en el marco histórico de la reciente República del Paraguay. Y entonces, el Doctor Francia alcanza su completa justificación en el contexto americano de la época. (Con referencia a sus acciones desde el punto de vista jurídico ver https://leandroprietor.blogspot.com/2012/07/el-doctor-francia-y-el-derecho-alo.html)

Doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, padre de la Independencia Nacional

La anarquía, por ejemplo, frustró algunos planes magistrales, elaborados por el Libertador Simón Bolívar, inclusive una terrible injusticia de sus contemporáneos le condenó al ostracismo y si no demolió su obra verdaderamente genial, fue porque causas diversas influyeron para salvarla. Con pleno conocimiento de hechos tan infaustos, el Doctor Francia se negó, por circunstancias meramente coyunturales, a poner en peligro la Libertad e independencia de su patria. He aquí una expresión de su política básicamente realista, ajena a teorizaciones utópicas, muy al uso, en la época de la emancipación americana. A la anarquía, contrapuso el orden; y a las aventuras románticas, el juicio implacable de mantener a ultranza, también el principio de Rousseau, de hacer valer la soberanía nacional y popular, por encima de cualquier otra consideración reñida con la realidad. El propio Bolívar, ya hacia el final de su vida pletórica del más puro heroísmo, tuvo duras expresiones verbales y escritas, para condenar la anarquía. Este es un punto de coincidencia entre ambos próceres.

Si se hubiese operado alguna acción militar española, para someter al Paraguay al extinguido colonialismo, el Doctor Francia habría luchado con fiereza similar a la de Bolívar, para rechazar al invasor extra continental. Del mismo modo que Bolívar organizó su ejército y dio sólido impulso a la educación popular, el Doctor Francia, venciendo la precariedad de medios, forjó una estructura castrense y educativa, acorde con los valores de la república democrática, puntos de coincidencia también entre el gran paraguayo y el noble venezolano. El porteño Belgrano recibió una lección inolvidable, que frenó durante mucho tiempo la temeraria ambición de Buenos Aires. Y las escuelas creadas en todo el país por el Doctor Francia, perduraron incólumes, hasta la guerra que nos trajo la triple alianza. Solo faltó la oportunidad, como la entrevista de Guayaquil, por ejemplo, para que ambos intransigentes americanos llegaran a un positivo entendimiento. De eso, no cabe la menor duda, porque ellos conjugaban los mismos valores, a nivel hemisférico.

Por consiguiente, bolivarianos de aquellas épocas y francistas representan dos términos de una relación de similitud. La apasionada defensa de la autodeterminación de los pueblos, el aborrecimiento al colonialismo y una común filosofía republicana y democrática, con su variedad de aplicación, de matices diferentes pero coincidentes en el fondo, que unen por la eternidad al Doctor Francia y a Bolívar. A la luz de esta interpretación hay valores similares en ellos, a saber, su identificación con las causas de la independencia americana más comprensiva, las coincidencias prevalecen sobre las discrepancias. Y desde esta óptica debemos visualizar los rasgos de ambos ilustres varones, aplicando el aforismo de que lo accesorio cede a lo principal.

Finalmente, la más profunda de las coincidencias entre el Doctor Francia y Simón Bolívar, las hallamos en las mismas fuentes de su formación filosófica y en la sistematización de sus respectivas praxis revolucionarias.

El prócer paraguayo admiraba a Galileo Galilei y a René Descartes y estudiaba con fruición las obras de Maquiavelo, Spinoza, Hobbes, Vanini, Voltaire, Rousseau y Montesquieu. Siendo estudiante en la Universidad de Córdoba, tanto José Gaspar de Francia como su compañero rioplatense Antonio de Ezquerrenea, eran sindicados como “muy adictos a doctrinas nuevas. Dios los libre que les caigan en las manos algunos libros de los Países Bajos o el Norte, y también los de algunos libertinos franceses”.  Además, era evidente la influencia en la juventud americana de aquel tiempo, del pensamiento filosófico del siglo XVIII, “El Espíritu de las Leyes” de Mostesquieu y el “Contrato Social” de Rousseau, conformaron la ideología del futuro Doctor Francia, convicciones reforzadas con lecturas de Voltaire, Diderot, D´Alembert, Volney y otros célebres iluministas.

El iluminismo de los enciclopedistas franceses era una fuente de inspiración del Doctor Francia

Pero es en la célebre Nota del 20 de julio de 1811, dirigida por la Junta Superior Gubernativa del Paraguay, cuya autoría corresponde al Doctor Francia, a la Junta de Buenos Aires, donde apareció con entera fuerza y vigor la ideología de Rousseau:

“El hombre nace libre pero la inclinación a la felicidad le lleva mediante la concertación de un pacto a formar sociedades. Si cediendo su natural independencia crea jefes y magistrados y se somete a ellos es por su propia voluntad, ya que la autoridad radica permanentemente en el pueblo. Los derechos naturales del hombre son imprescriptibles, la fuerza puede sofocarlos, pero jamás extinguirlos. Reasumiendo (los pueblos de América) sus derechos primitivos se hallan todos en igualdad de condiciones y corresponde a todos velar por su propia conservación…

El Paraguay… debe establecer su nuevo régimen y forma de gobierno y fijar sus relaciones con Buenos Aires y demás provincias adheridas”.

Como puede apreciarse, el discurso del Doctor Francia y el del Libertador Simón Bolívar, son bastante similares. La única diferencia radica en que la nombradía mundial del segundo, influye para que muchos, poco informados o totalmente desinformados, soslayen al Doctor Francia. Pero por otra parte y en palabras de Eduardo Galeano “la única experiencia exitosa de desarrollo independiente en America Latina” es la que ocurre en Paraguay entre 1813 y 1870.

Por otra parte, parafraseando a Pierangelo Catalano: “lo que aparece sin ejemplar es el experimento, por lo demás exitoso, de enraizar formas institucionales antiguas en una nueva realidad socio económica, adaptando las antiguas formas y plasmando la nueva realidad. El experimento tuvo éxito gracias a las fuerzas de los paraguayos campesinos-militares y produjo, en el curso de su desarrollo, la organización de una república en abierto conflicto con el sistema capitalistico internacional”

Queda expuesta así, en cierta manera, la fraternidad doctrinaria entre estos dos eminentes americanos, que enunciaron cada uno en su estilo y circunstancia, los ideales de la Independencia de América.

 

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