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viernes, noviembre 29, 2024

Payé y Añangá con arco y flechas

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Paranaländer queda mareado entre las hojas de un libro decimonónico que salta entre supersticiones rioplatenses: de gualicho a mandinga, de payé a guacanque y de éste a añangá.

 

“Añangá, (que era el diablo de los guaraníes), tenía para algunas generaciones la forma de un insecto (ayacuá o añacuá, diablo  ternezuelo ), que hacía tanto daño en las mieses, y, lo que es más grave, en el cuerpo del hombre, corno los terribles microbios que diezman las poblaciones.

El P. José Guevara (“Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán”), tratando de lo lules, que eran indios salvajes moradores del Chaco, dice del añacuá que es un gorgojo del campo, que, a parte de otras diabluras, se entretenía en mortificar al hombre, introduciendo en su cuerpo diversos elementos de destrucción que le causaban el dolor y la muerte.. Iba este diablillo armado, a lo indio, de arco y flechas.

Mas el ayacuá de los lules no es, en substancia, otra cosa que el añacuá de las demás generaciones guaraníes (a cuya raza seguramente pertenecieron aquéllos). Su figura de gorgojo del campo, ¿qué es sino una de la infinitas transformaciones que ha sabido tomar y toma el diablo de los indígenas todos del Nuevo Mundo, por su índole y condiciones idéntico al espíritu maligno de los cristianos, (que todas las regiones del globo tiene invadidas y contaminadas? Ayacuá, anacuá, añangá son formas varias de un mismo vocablo. Añangá decimos, castellanizada la voz. La lengua castellana, del propio modo que la portuguesa, a la postre convierte en llanas las voces agudas que se asimila. Por eso también los brasileños dicen comúnmente añanga, sin perjuicio de pronunciar, cuando le place, añangá. Vivas aún, bien que moribundas, subsisten en parte de la Argentina (Corrientes, Misiones), en el Paraguay y en el Brasil las lenguas guaraní y tupí, una y otra originarias del mismo tronco y solo diferenciadas entre sí por accidentes análogos a los que distinguen la portuguesa de la castellana. Las dificultades que ofrece el penetrar bien el sentido de las palabras en boca de gente bárbara, ha impedido a los misioneros (que eran los que regularmente averiguaban estas cosas) juntar datos precisos que sirviesen para determinar la naturaleza y cualidades o atributos de las divinidades indígenas.

Añanga, gualicho, zopay significan respectivamente el maligno espíritu entre guaraníes, araucanos (inclusos los pampas) y peruanos. Añacuá o ayacuá es un diablillo, un diablo diminuto e imperceptible entre los guaraníes, que para algunas generaciones ha tomado la forma de un gorgojo del campo. Añangapitanga es otra manera de diablo, el diablo colorado (pitang) o ardiente, por la similitud del rojo y de la llama.

El lenguaje rioplatense ha cristianizado diversos vocablos quichuas, araucano-pampas, guaraníes y africanos . Su uso importa a la mayor precisión de las ideas. Ésta y aquella voz que en castellano corresponden a diablo, por ejemplo, expresan ideas análogas, pero no idénticas. Por tanto, cuando se hable del diablo de los pampas, cumple decir gualicho, y cuando del de los guaraníes, añangá, etc.

La idea de brujería, de hechizo, del diablo, hallaráse expresada, según los casos, ora con las palabras propias de nuestra lengua: diablo, hechizo, brujería; ora con la voz pampa castellanizada gualicho; ora con las guaraníes añanga y payé; ora con la quichua huacanque o guacanque; ora con la africana mandinga. Los nombres castellanos se usan necesariamente en el lenguaje culto. En estilo familiar, y sobre todo entre la gente del campo, suele decirse gualicho, añangá, payé, guacanque, mandinga.

Gualicho, payé y mandinga expresan los tres conceptos de diablo, brujería, hechizo. Payé significa, además, hechicero. Añangá equivale a genio del mal, aunque algunas de sus acciones no tengan precisamente por objeto dañar al hombre y a los animales, o alterar el orden de la naturaleza. Mandinga es, más propiamente que diablo, duende. Su residencia ordinaria es el hogar. Huacanque o guacanque representa en general la idea de brujería; mas, en particular, equivale propiamente a talismán o encanto.

Payé en Paraguay, Misiones y Corrientes, significa lo propio que guacanque. «Este individuo tiene payé» dicen de aquel a quien la suerte favorece con harta frecuencia. Tener payé o guacanque que equivale a ser poseedor de un talismán con cuyo auxilio supera las mayores dificultades que no son capaces de vencer el esfuerzo, inteligencia e industria ordinarios del hombre. Quien tiene payé o huacanque es casi un mago”.

 

fuente. “Reseña histórica-descriptiva de antiguas y modernas supersticiones del Río de la Plata”, D. Daniel Granada, Montevideo, 1896

 

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