15.4 C
Asunción
sábado, mayo 18, 2024

Adiós Brasil, el gigante gordo y bonachón del mapa

Más Leído

El filósofo César Zapata escribe sobre su cambiante relación afectiva respecto de la República Federativa del Brasil.

La nacionalidad no es algo que se pueda definir de manera tan expedita, al contrario es un concepto complejo, pues tiene muchas arterias que lo alimentan: territorio, clima, nación, estado, cultura, sistemas  políticos, dinámicas sociales, tradiciones, emocionalidades, imaginarios colectivos, etc. Y cada aspecto, a su vez se podría dividir en otras especificidades.  Aquí, no  trataré de hacer un ensayo explicativo del concepto, sino más bien, un sincero anecdotario y su respectivo comentario, tomando en cuenta que el laboratorio del filosofar, es aquello que nos pasa en la existencia individual y concreta.

Vivir en otro país, después de haber nacido y habitado tu patria por más de 40 años, es una experiencia positiva en, por lo menos en dos aspectos.  Primero, la lejanía  me otorgó algo así como un pathos de distancia, respecto de la historia y el devenir contingente de mi país natal, sin esa carga inmediata de emocionalidad, puedes ver con más claridad las construcciones nacionalistas y los relatos que se van alojando en el imaginario de la memoria colectiva de corto y mediano plazo. Segundo, el mismo pathos de distancia opera al contemplar la realidad histórica y el devenir contingente del país que te recibe, pues al no tener la mochila del pasado, observas el fenómeno diario con el ojo más desnudo. Este pathos de distancia, tiene a la vez sus contrapartidas, que alguna vez reflexionaré en voz alta.

Sin embargo, lo positivo radica en la capacidad para realizar un despegue de la capa de carne emocional que lleva el concepto de nacionalidad , claro, porque la nacionalidad es una zona emocional, sentimental, cualquier patriotismo lo sabe y trabaja con ello. Pero, yo aspiró a despejar al máximo los patriotismos y canalizar mi emocionalidad nacionalista en la cultura: las canciones, la literatura, la poesía, la producción audiovisual, los amigos. Es así que me dado cuenta que Chile es un país muy potente en cuanto a producción cultural e intelectual se refiere, con diversas calidades, pero mucha actividad, y que Paraguay, cada vez corre más de prisa en el mismo sentido.

No obstante, siempre hay distorsiones en el discurso y lo emocional patriótico irrumpe, sorprendiéndote por la espalda, recordándote que tienes una segunda piel que también está en permanente cambio y que no depende de tu razón: la nacionalidad. He aquí una de las distorsiones, que me han sucedido.

Desde que vivo en Paraguay, sostengo una curiosa antipatía hacia el Brasil.

Cuando era pequeño colgaba  en la pared de mi habitación, un mapa político del mundo, cada país pintado con un color especial, las formas curiosas de los países y de los continentes eran alimento suficiente para que mi imaginación los convirtieran en algo así como entidades vivas, cosa recurrente en mi cerebro.

Al Brasil, lo veía como un gigantón obeso y bonachón que miraba hacia el mismo lado que Chile,  ambas narices apuntaban al océano atlántico, además en la escuela primaria me enseñaron que Brasil, mantuvo a Argentina ahí, en la raya, por si intervenía en la guerra entre Chile y la confederación Perú  Boliviana: Si Argentina hubiese  atacado  a Chile, entonces, Brasil habría  intervenido en la guerra a favor de Chile.

Yo vibraba, sentado en mi banco de infante  en la sala de mi escuela pública, cuando escuchaba este episodio con distintos adornos, por boca autorizada de mis profesores.  Nunca me preocupé, ni siquiera de adulto por investigar al respecto, simplemente quedó en mí, una especie de simpatía y agradecimiento al Brasil. Después de adolescente, su música me impresionó, el bossa nova con su cadencia suave y potente, sus armonías con acordes difíciles de ejecutar en mi guitarra de principiante, el idioma portugués era simplemente bello. Hasta sus telenovelas eran mega producciones de buena factura.  Adulto,  estuve  y estoy atento a todo lo que produce el Brasil: películas, cultura, libros, de hecho admiro la figura Pablo Freire, y como ciudadano de izquierda cuando llegó Lula al poder (por primera vez) ya para mi Brasil era cercano a lo perfecto.

Por eso es realmente curioso, qué pasó en el camino.

Llegué a vivir a Asunción Paraguay, y en menos de un año asistí a los talleres que daba Cecilia Vuyk, me enteré de los capitales brasileños dedicados a la explotación de la soja en el Paraguay, trayendo deforestación, empobrecimiento de la tierra,  agrotóxicos y todos los problemas sociales que eso acarrea en los campos paraguayos. También de la serie de inequidades del tratado que regula la binacional de Itaipú. Y de la historia de la guerra  de la triple alianza (Brasil, Argentina, Uruguay) en contra del Paraguay. En una expresión, muy bien explicada por Cecilia, el “sub imperialismo” que ejerce Brasil sobre el Paraguay, me cayó con todo su peso, y comenzó a reconfigurarse mi emocionalidad infantil sobre el gigante de Latinoamérica.

Aquí va algo muy importante, jamás la antipatía es contra la gente, el pueblo, al contrario tengo muchos amigos brasileños, tampoco contra su desarrollo económico que deviene en sub imperio,  sino con una figura mas siniestra: el estado, simplemente volví a sentir la figura del matón del curso, tan presente en mi educación chilena de los 80 y comenzó el movimiento telúrico, poco a poco me voy convirtiendo en un chileno paraguayo, y si como chileno logré vencer cualquier tipo de sedimento nacionalista con Perú, Bolivia y Argentina, ahora como paraguayo no te perdono la guerra de la triple alianza, por lo bajo. Perdón, gigante gordo y bonachón, ahora te miro de otra manera.

Quien sabe lo irregular del tiempo, querido gigante bonachón, no cambié yo, sino que a través de mi actualidad, cambió el niño de 9 años que te miraba en el mapa y escuchaba de ti en la escuela. Quien dijo que el pasado está quieto, en el pasado vuelven a pasar cosas y crean el devenir, y  el futuro es una pequeña  brisa del pasado que se convierte en un movimiento doblado, caminando como un ebrio que recolecta flores de la calle.

Más Artículos

Últimos Artículos