Derian Passaglia escribe sobre el actor norirlandés Liam Neeson y su protagonismo en películas de acción.
Hace muchos años, una década tal vez, Liam Neeson se convirtió inesperadamente en un héroe de películas de acción. Habrá sido Búsqueda implacable (2008) la primera y habrá sido Una noche para sobrevivir (2015), quizá, la que lo consolidó. Hacía tiempo que quería ver El líder (2011), porque sentía que iba a estar buenísima. Sentí bien.
Empieza como una vieja película existencial francesa: Liam Neeson es un solitario trabajador cuyo trabajo es muy raro. Se encarga de defender a los perforadores o buscadores de petróleo de la amenaza de lobos en la blanca y fría región de Alaska. ¿Qué puede hacer Liam Neeson con su vida? Todavía extraña a su ex, sabe que no tiene ningún otro lugar al que ir, sabe que su lugar en el mundo es entre otros solitarios, borrachos y ex convictos, lúmpenes asalariados en negro.
Casi se suicida con su escopeta, pero al final no. Va a seguir viviendo, es condición necesaria para que no termine la película. Lo suben a un avión y lo mandan a trabajar a algún otro lugar frío y duro y gris. El avión se estrella en medio de las montañas nevadas, con los trabajadores del petróleo arriba, como pasa en otro clásico del cine catástrofe, ¡Viven! (1993). Pero acá la catástrofe se usa para otra cosa, porque la película no se reduce solo a la experiencia límite de supervivencia.
Así las cosas, algunos personajes mueren, otros sobreviven, pero el único que tiene la capacidad de no desesperarse, de no entrar en shock, de ver la realidad tal cual es, concreta y objetiva, es Liam Neeson.
En el bosque de montañas hay otra amenaza, además del frío, la poca comida y energía: hay lobos, lobos salvajes. Los lobos son muy territoriales y se van morfando a los sobrevivientes uno a uno, pero juro que me rescato y freno acá con el spoiler, porque hay que ver la forma en que la naturaleza misma mide sus fuerzas con el hombre, o hay que ver la forma en la que el hombre, mejor dicho, encuentra su límite en las cosas naturales de la vida.