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martes, mayo 21, 2024

Guarania para Macedonio

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Paranaländer recibe envío de corresponsal cordobés desde Bayres: la captura del prólogo de Natalicio González a la edición póstuma de los Poemas de Macedonio Fernández (1953).

 

El libro de poesía póstumo de Macedonio Fernández (1874-1952) lleva prólogo de Natalicio González, director de la editorial Guarania, en su nueva sede mexicana. Es muy breve, va de la página 11 al 15.

En la portada se lee. “Poemas”, Macedonio Fernández. Prólogo de Natalicio González. Editorial Guarania. México 1953. El colofón reza: “Este libro terminó de imprimirse en los talleres gráficos La Carpeta S.A. calle Norte 45, número 802, Sec. Vallejo, México DF, el 10 de enero de 1953, en edición de 520 ejemplares numerados (del 1 al 20 fuera de comercio). Lo ilustró Carlos Coffeen Serpa”.

Salió en la colección Nezahualcóyotl número 6.

El logo de la editorial es una palmera en una playa con dos hojas caídas escorada sobre un mar de cuyo firmamento pende una solitaria estrella.

El primer párrafo de Natalicio se adentra en cuestiones biográficas del poeta y en especial en su correspondencia con William James, que lo lleva a intentar definir su “metafísica de raigambre psicológica” o “espiritualismo absoluto” así como sigue: “el ojo, el oído, la epidermis, son complejos de sensaciones táctiles y visuales. Conocemos el ojo porque lo vemos, lo tocamos; aunque él sea fuente, es decir, antecedente inmediato de la visión, él es visible; llamamos color y forma  a una sensación que no ocurre nunca sin cambio en ese grupo de sensaciones que llamamos ojo”.

En el segundo párrafo habla el prologuista de humor desconcertante, que más tenía de mito que de realidad, de brujo del intelecto, que influía sin hacer acto de presencia.

Lo describe friolento, con tres chalecos superpuestos y el poncho criollo liado al cuello.

Natalicio al conocerlo pensó en un Voltaire de la pampa.

Consigna que se lo considera el máximo humorista argentino de nuestro tiempo. Ojo, no se dice poeta ni filósofo, sino humorista.

En el tercer párrafo, González da su opinión y piensa en Macedonio como en un metafísico, un presocrático, suerte de Parménides cuyo Uno no sería espacial ni externo sino interno y sentido. Addenda que no se puede separar al literato de sus ideas filosóficas.

En el cuarto párrafo, enfatiza que el contenido psíquico del hombre se lo lleva el olvido, para Macedonio solo resta la Pasión o altruística (amor entre iguales).

En el quinto párrafo, cuando los párrafos se van abreviando, el estilo del ensueño hace acto de presencia, o sea el subjetivismo absoluto.

Luego nos cuenta que el Ser de Macedonio es como el Ensueño. Este ser-ensueño es uno, “todo el ser está en lo que siento”, no hay pluralidad de la sensación.

La Realidad no puede existir ya que solo existe un Ser único, el del ensueño, cuya sensibilidad pulula en mí. Berkeleyano irredento, Macedonio pregunta: “¿Qué existe del mundo antes de que lo percibamos y qué queda de él después de que cesamos de percibirlo?”.

Lo no sentido, lo meramente inferido no existe: la materia, el yo, el tiempo, el espacio. Seudo-ideas de la Nada.Ser es lo sentido, sensibilidad.

Lo inmediato, de cognoscibilidad absoluta, es el ensueño, lo otro es fantasía. Amar a la esposa, a los padres es lo primero. Fantasía es creer en Dios, en el progreso, en el orden del mundo, hacerse rico, glorioso, poderoso.

La Vigilia se diferencia del Ensueño únicamente por la periodicidad de ciertos fenómenos (apetito que retorna, repetición regular del día y la noche).

Al aplicar estas ideas filosóficas a la creación literaria emerge el humorismo.

Llama DEUNAMOR a la creación artística, ese personaje inventado, ubicado fuera del mundo.

Como poeta tiene vagas reminiscencias gongóricas. Sus poesías sondean la muerte.

Especie de Poe en quien revive y se sublimiza en todo su esplendor el animismo del indio americano. Nadie como Macedonio, subraya Natalo, se ha acercado tanto a la mística de la literatura maya sin haberla conocido.

La poesía de Macedonio es la expresión de ese estilo del ensueño.

La Realidad en ella es “fugaz como las rosas de Malherbe, mientras “la pasión es eterna y garante la perennidad del ensueño del hombre o sea la inmortalidad del Ser”. Es esta idea la que canta finalmente Macedonio en sus poemas.

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