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viernes, noviembre 22, 2024

Barchini: de «emular a Bukele» a desatar la primera crisis gubernamental

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El ministro de Justicia, Ángel Barchini, atraviesa una crisis con varios frentes de conflicto y podría ser el primer «fusible» del gobierno de Santiago Peña. Su situación dentro de la administración ha sido puesta en jaque por diversas razones que ponen en tela de juicio su capacidad en la gestión.

Pocos días antes de asumir en el cargo de titular de la cartera de Justicia, Barchini había manifestado que había muchas cosas «que emular» del presidente salvadoreño Bukele.

“Bukele es un presidente de la República que ha transformado a El Salvador de ser uno de los países más violentos de Centro América, y con su gestión ha conseguido ganarse la admiración de muchos mandatarios inclusive, te diría… Ha hecho lo que tenía que hacer en su país”, había declarado a Radio Monumental 1080.

A menos de dos meses de iniciada su gestión, su ministerio se caracteriza por generar crisis en una frecuencia casi semanal, como se viene observando con la grave situación que viven las penitenciarias.

Los hechos más graves se dieron ayer, 10 de octubre, cuando el penal de Tacumbú fue directamente tomado por el Clan Rotela, con rehenes, incendios y enfrentamientos. La situación fue de tal gravedad que tuvieron que intervenir el Cardenal Adalberto Martínez, y el propio presidente Peña se trasladó al Ministerio de Justicia. Todo esto ante la ausencia y el silencio de Barchini.

Sin embargo, el actual ministro de Justicia atraviesa una sucesión de crisis que viene desde el inicio de su gestión.

Control de las organizaciones criminales.

Una de las declaraciones más controversiales y perturbadoras es la reciente confesión de Barchini, que asegura no tener un equipo de trabajo propio y que todas sus acciones están bajo el control de organizaciones criminales que operan desde las cárceles. Este escenario proyecta una imagen de vulnerabilidad institucional y pone en riesgo la seguridad nacional.

Esto le ha valido ya severas críticas, instándole a conformar su equipo o dimitir.

Conflictos internos

Rodrigo Nicora, su propio viceministro de Política Criminal, ha emergido como una figura crítica hacia Barchini.

Desafiando a su superior, Nicora desautorizó públicamente las palabras del ministro, dando a entender que él fue quien logró pacificar el penal y apagar el incendio luego de las torpes declaraciones sobre amenazas de intervenciones y «derramamientos de sangre».

Descontento regional

Los directores regionales de penitenciarias, entre ellos el ahora ex director Javier Rodas Falcón de Itapúa, también conforman otro foco de conflicto y alzaron la voz contra Barchini. En declaraciones públicas salieron a contestar, en tono de refutación, a las versiones dadas por el ministro sobre supuestas fiestas sexuales en la prisión.

Presión mediática

No solo los miembros de su administración son críticos. Desde el grupo Nación, afín al gobierno, se ha puesto en contraposición la figura de la exministra Cecilia Perez. A través de la red social X, uno de los referentes en investigaciones periodísticas policiales, destacó a Perez por su valentía al enfrentar personalmente una revuelta carcelaria, contrastando su actitud proactiva con la pasividad de Barchini.

Aumentando la presión, han surgido publicaciones periodísticas que vinculan a Barchini con la dirección de licitaciones de seguros médicos a empresas «fantasma» o de maletín, hecho que ha sido desmentido por el ministro pero que continúan en el tapete.

En este contexto, mientras estalla una crisis penitenciaria, Barchini es vinculado con una millonaria compra directa de combustibles de Petropar, por vía de la excepción, a la empresa de su sobrina, la corredora de automovilismo y proveedora multirrubros del Estado, Andrea Lafarja.

No es la primera vez que Barchini se encuentra en el ojo del huracán. En el pasado, fue relacionado con Ahmed Hashem, supuestamente implicado en un escándalo de tráfico de drogas, lo que mancha aún más su reputación.

El horizonte parece oscurecerse para el ministro Barchini. Con tantos frentes abiertos, solo el tiempo dirá si logra mantenerse en su puesto o si se convierte en el primer «sacrificado» del gobierno de Santiago Peña en aras de mantener la imagen de integridad y eficiencia.

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