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lunes, mayo 20, 2024

El PanKaos de José Agrippino de Paula

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Paranaländer añade un libro-bomba a su mochila maka,“PanAmérica“ (1967), del escritor y cineasta paulista José Agrippino de Paula (1937-2007).

 

Conozco dos libros sudamericanos radicales: uno, sobre todo, en la lengua que desafía todas las diacronías; el otro, en su afán destructivo, por su manía x la eclosión y el desencadenamiento del kaos. El primer libro es «Folisofía» (1976) de H.A. Murena y el segundo «PanAmérica», epopeya de José Agrippino de Paula (1967).

Radical, decíamos, la novela de Murena, por abusar de una lang que podríamos intentar definir con incuria como español vencido, caduco, y, al mismo tiempo, futurible, español larvario del siglo 24.

El segundo portento es una cámara de tortura pero de placer interminable, donde los maestros del látigo y la picana son Swift, Fellini, Robert Williams, Crumb, Bakshi  y Rabelais. Es la escritura de las cantidades, de las medidas, de las cifras, de las cotizaciones, de una matemática demente, de las muchedumbres, de las tempestades y avalanchas, de los excesos de todo tipo y laya, de la economía aceleracionista, de una taxonomía grotesca y psicodélica (comparecen dede un “depósito de barbas“ hasta el Martim Cererê: (“El terrorista venezolano que había perdido su mano izquierda y yo caminamos por la senda y llegamos al pueblo, donde nos esperaba el enano de traje y corbata y zapatos enormes al revés”).

Antes que distraerse con su uso de la mitología hollywoodiense, esas escenas pornográficas del narrador innominado con Marilyn (“Yo me introduje en la conversa charlando con la amiga de Marilyn, mientras procuraba esconder con el cuerpo al indio brasileño adornado de plumas que estaba desnudo expuesto en la vitrina. El enorme y blando pene del indio colgaba hasta la rodilla y yo no quería que Marilyn Monroe contemplara el tamaño del sexo garañón del indio brazuka”), que son muy suculentas, me quedo con los capítulos finales donde el autor busca obsesivamente llevar el eje del planeta a su desmoronamiento y colapso definitivo (“El feto transparente y rosado agitó la bandera blanca a lo lejos, y yo retiré el binocular y dije para Di Maggio a mi lado que los fetos querían iniciar conversaciones para la paz “). Con el escritor del pankaos.

Se nos ocurre decir que anticipa las pelis de catástrofes de la década de los 70‘s.

Una de la cima del libro que recuerdo es la descripción de un aborto delirante:

“Balaba con las manos y golpeaba con los pies los cuerpos suaves, rosados, de diez centímetros de altura, y la velocidad y la gran cantidad de fetos transparentes con dientes afilados se precipitaban unos sobre otros y me mordían la cara. Primero vi las raíces que salían de sus pies descalzos, que estaban en el asfalto de la avenida, que fracturaron el asfalto y se adentraron en el suelo. Los pies blancos de la actriz se clavaron en el asfalto y en ese momento soltó un grito horrible. Marilyn Monroe se arrodilló, abrió las piernas y soltó un gemido horrible, y de su vagina roja el ejército de fetos escapó en grandes hordas. El pequeño grupo de fetos salió del útero de Marilyn Monroe armado con lanzas y espadas. Los fetos rosados ​​de diez centímetros de altura se atropellaron en las esquinas de las tiendas y se metieron en los desagües de la avenida. Marilyn Monroe arrojaba multitud de fetos rosados ​​y rojos, que se deslizaban encogidos por las calles y trepaban unos encima de otros y cubrían a hombres y mujeres, destrozándolos con sus afilados dientes. El chorro de fetos en la vagina de Marilyn aumentó y la diminuta multitud verde y transparente trepó por las paredes de los edificios“.

Incluso se acerca a Murena en esa escena de la grande bouffe en que la boca y el culo se hermanan para la gran batalla apoteósica entre Hollywood y Cinecittà:

“En la siguiente carroza me mezclaron con 1.263 homosexuales famosos que pertenecían al gineceo de Di Maggio; y en la otra carroza iban 255 jueces y 742 abogados. Los accionistas de Hollywood y Cinccittà esperaban el gran desfile en la Bolsa de Nueva York, donde se desarrollaría la gran disputa entre los glotones Di Maggio y el productor Carlo Ponti. La banda se detuvo frente a la Bolsa de Nueva York y los guardias “se abrieron paso violentamente entre la multitud. Di Maggio, dueño de Hollywood, saltó de su trono en la carroza llevando su bate de béisbol al hombro y entró triunfalmente en la Bolsa de Valores. Desde adentro, los accionistas de Hollywood gritaban aplaudiendo a su líder. Carlo Ponti, propietario de Cinecittà, bajó corriendo unas escaleras y entró en la Bolsa entre aplausos de sus accionistas italianos y americanos. Los guardias abrieron las puertas de la carroza que ocupaba junto con los 1.263 homosexuales encabezados por la esposa de Di Maggio, James Dean. Saltamos sonriendo y entramos en la bolsa. Los Beatles, de pelo largo, pretendían cantar la canción, pero fueron abucheados por los accionistas que se encontraban en las inmensas gradas. Sophia Loren, de doce metros de altura, se sentó en un trono construido especialmente para ella y habló en italiano con cinco accionistas de Cinecittà que estaban a sus pies. Carlo Ponti, cuando entró en la Bolsa, fue recibido por Sophia Loren, quien lo llevó hacia ella y besó a Carlo Ponti en la frente. En ese momento, la manada de 4.733 bueyes entró en la Bolsa, llenando de mugidos las amplias bóvedas. Vaqueros a caballo condujeron la manada hasta el centro de la Bolsa de Nueva York, junto a la tabla electrónica que marcaba las cotizaciones en números. Cocineros negros vestidos de blanco avivaban el fuego en los hornos donde se asaba el ganado. Se instalaron cámaras de televisión y de cine en las esquinas y focos iluminaron a la numerosa, caótica y ruidosa multitud junto a los 4.733 toros que se encontraban en el interior de la Bolsa de Nueva York. El juez de toga roja subió al podio, acercó la boca al micrófono y dijo: «¡Atención, por favor!… Atención…» El ruido de la multitud y el mugido de la manada de bueyes cubrieron la cara del juez. voz, que salía de los altoparlantes repartidos por la Bolsa, pero poco a poco la multitud fue enmudeciendo y un gran número volvió la cabeza atentamente hacia el andén, sólo el mugido de los bueyes perturbaba el silencio del gran recinto. quieto y atento, el juez acercó de nuevo su boca al micrófono y dijo que comenzaría la disputa entre los dos glotones, Carlo Ponti, defendiendo las acciones de Cinecittà, y Di Maggio, defendiendo las acciones de Hollywood. Aplausos y gritos y Di Maggio y Carlo Ponti entraron en el centro de las mesas circulares. Los dos se saludaron con una reverencia y los dos asistentes del juez vestidos de rojo entregaron un cuchillo y un tenedor a Di Maggio y Carlo Ponti. El juez acercó su boca. Se acercó nuevamente al micrófono y anunció que cualquiera de los dos que vomitara sería descalificado. Toda la comida ingerida debe salir por el culo, añadió el juez del litigio entre los dos comensales“.

No hace falta decir que hoy el libro sería baneado y el autor cancelado, contiene escenas de pedofilia, patadas en el estómago al papa Paulo VI, burlas de enanos, negros, revolucionarios, etc.

Es una superproducción (parodia) a lo Cecil B. DE Mille con miles de extras pero con un touch de las pelis de Maciste en sus anacronismos y humor constante. La escena final, apocalíptica, que tiene de protagonista a la estatua de la Libertad es para desternillarse de risa y lágrimas.

“La Estatua de la Libertad dejó escapar un grito y arrojó la antorcha de hormigón a la multitud aterrorizada. La multitud se separó a los lados y la antorcha de hormigón aplastó a un gran número de bueyes, negros y japoneses. La Estatua de la Libertad se arrodilló con estrépito y empezó a levantar con ambas manos a los hombrecitos que corrían atropelladamente por la llanura. La Estatua de la Libertad arrojó a hombres y mujeres a un inmenso depósito de petróleo, y se quedó recogiendo japoneses, negros, ganado y americanos, y arrojándolos a todos al depósito circular de plata. La gigantesca estatua de hormigón llenó el tanque de petróleo hasta el borde y se sentó en el suelo. Me aferré a un extremo de la corona de hormigón y vi la multitud de hombres y bueyes apiñados en el almacén circular y plateado. Los de arriba se movían emitiendo pequeños gritos. La Estatua de la Libertad recogió su antorcha de hormigón y permaneció un rato observando la masa humana que se movía alrededor del depósito de petróleo. La Estatua de la Libertad se rió, tomó a tres japoneses con las yemas de los dedos y se los tragó a todos. La Estatua de la Libertad volvió a recoger cinco negros y dos japoneses, masticó los siete y luego se los tragó. La Estatua de la Libertad hundió su mano de hormigón en el depósito circular y plateado y masticó a un gran número de hombres, mujeres y bueyes. La Estatua de la Libertad introdujo la enorme antorcha de hormigón en el depósito de petróleo y conmovió a la multitud“.

Agrippino tiene mucho de Bakunin, piensa que el kaos y la destrucción son creativos, inaugurales de un mundo quizá no tan inestable y siempre al borde de la calamidad, bajo el capricho del mba’e megua y la conflagración universal.

 

 

 

 

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