De nada va a servirnos redireccionar todo el presupuesto del Estado hacia la Salud pública si no podemos comprar insumos médicos. Es hora de relacionarnos con quienes pueden proveernos respiradores, mascarillas y equipos de bioseguridad. Paraguay debe entablar relaciones diplomáticas urgentes con la República Popular China.
Paraguay y China hoy por hoy no tienen relaciones diplomáticas directas: nuestro país reconoce a la otra China, Taiwán, isla que se separó políticamente del continente cuando éste abrazó la revolución comunista de la mano de Mao. Desde aquel momento, Paraguay y Taiwán son países amigos.
Enlazados por su lucha anticomunista – una de las banderas de Stroessner- paraguayos y taiwaneses permanecieron amigos incluso después de 1989, cuando el muro de Berlín cayó y el imaginario político de la guerra fría pasó a los manuales de historia.
Esta histórica relación continuó durante toda la transición y es cierto que Taiwán colaboró de muchas maneras con nosotros. Pero también es cierto que la República Popular China terminó de consolidarse como potencia mundial en el siglo XXI, cuando empezó a conformar uno de los tres (o quizás dos) polos que organizan política y económicamente al planeta.
Ahora, los chinos son el taller industrial del mundo y, crisis de covid-19 mediante, se transformaron en un factor clave para la supervivencia de millones de seres humanos. Esto es así porque producen insumos médicos básicos (mascarillas especiales N95, mascarillas quirúrgicas, respiradores, guantes, reactivos para muestras bioquímicas que detectan el coronavirus en sangre, entre otras).
La realidad es que los productos que se necesitan para salvar vidas escasean en todas partes: ningún país se preparó para la pandemia y los pocos recursos con los que cuentan, los guardan para sí.
Casi todos los gobiernos decretaron la prohibición de exportar insumos médicos (el caso paradigmático es el de EE.UU.). De esta manera, la producción se guarda fronteras adentro. Lo mismo sucede con los aviones que allí hacen escala transportando este tipo de mercaderías, hoy consideradas un tesoro: son automáticamente incautados.
Actualmente, por más riqueza que tenga un país, si no cuenta con insumos médicos, depende de que China le envíe una carga para hacer frente al coronavirus. Es lo que pasa con Francia, España, y todos los países que tienen carencia de tapabocas, respiradores artificiales, etc.
Es un hecho que Ji-Xinping, presidente de China, es hoy el que puede decidir quién recibe insumos, quién salva a su población y quién no. Hasta hoy, China entregó insumos en concepto de “ayuda humanitaria” a casi 90 países, entre los que se encuentran naciones tan alejadas como Italia, Camboya o Argentina.
Es cierto que los países deben tener gratitud con sus amigos y que no podemos despreciar nuestra historia con Taiwán. Pero mucho más cierto es que la prioridad de los gobiernos debe ser el bienestar -en este caso, la vida- de sus ciudadanos. El bien común y la vida de nuestra población está por sobre cualquier relación diplomática.
Paraguay debe reconsiderar urgentemente su relacionamiento diplomático con China continental, pues el comercial ya hace décadas es estrechísimo. Nuestras autoridades deben ponerse en contacto cuanto antes con autoridades chinas para tramitar una ayuda humanitaria y poder proveer a nuestro personal de blanco de los escudos y armas que se necesitan para batallar contra la covid-19.
De nada va a servirnos redireccionar todo el presupuesto del Estado hacia la Salud pública si no podemos comprar insumos médicos. La vida de miles de paraguayos y paraguayas está en juego. Es hora de dejar atrás el irracional legado de la guerra fría. Es hora de tener relaciones diplomáticas en base a intereses comunes y sin costosas barreras ideológicas. Es hora de priorizar la salud de nuestros compatriotas por sobre todas las cosas.