El senador Fidel Zavala salió a respaldar a Fernando Griffith y generó roncha en su base social de apoyo. Hay malestar entre patriaqueridistas que consideran a las ideas del viceministro de Culto como una verdadera «pelada». Amargos reproches al ex cautivo del EPP.
Días pasados el viceministro de Culto del MEC, Fernando Griffith, se vio en envuelto en una controversia con reputados científicos, educadores e intelectuales, entre los cuales se citan los nombres de Humberto Maturana, Ximena Dávila, entre otros.
El polémico Griffith, ex secretario de Cultura del gobierno anterior, defendió su particular visión del mundo: una relectura del mito nacional paraguayo, donde se combina tradicionalismo en lo cultural y ultra-liberalismo en lo económico y social.
Así, el Viceministro de Culto cuestiona duramente la agenda de los derechos individuales (legalización del aborto, matrimonio gay, eutanasia, etc.) pero reivindica la meritocracia basada en supuestas evidencias neurobiológicas y considera al mercado como algo natural, es decir una institución no histórica.
Si bien tienen afinidades ideológicas en este último punto, los sectores aspiracionales de la derecha paraguaya se sienten incómodos con el conservadurismo de Griffith. Por eso, no quieren ser confundidos con sus posiciones antiliberales en lo cultural, dado que algunos de ellos pasaron por las grandes universidades privadas del primer mundo donde imperan estas ideas, y otros simplemente se identifican con los elementos más básicos de algún tipo de cosmopolitismo.
Es el caso del «emprendedor social» y filósofo Bruno Vaccotti, actual vocero de Martín Burt, connotado político liberal que hoy dirige una fundación desde dónde ofrece recetas para modernizar el Estado, olvidando que no pudo gestionar un municipio.
Para la sensibilidad medianamente escolarizada de este tipo de figuras, lo de Griffith es un verdadero «quemo», una «pelada» de la que hay que tomar distancia, mostrando credenciales de mayor inserción en las corrientes de opinión aceptables de la época. En consecuencia, las respuestas a Zavala no se hicieron esperar.
Vaccotti reprochó con patetismo al senador Zavala el apoyo que éste dio a Griffith, mostrando su decepción. En un tono que rayó el desamor, afirmó lo siguiente: «Fidel, apoyé tu campaña, le escribí al EPP para que te liberen y me ofrecí como rehén a cambio, fui apoderado distrital por tu partido. Me avergüenza haberte apoyado alguna vez. Ni siquiera entendés la cantidad de boludeces que dijo el papanatas ese.»
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Otros usuarios increparon a Zavala en el mismo tenor, como si esperaran que el patriaqueridista fuera el faro moral de las ideas más progresistas del mundo, cuando una rápida búsqueda de Google arroja que es -como mínimo- un convencido negacionista del cambio climático.
Detrás del affaire Griffith no hay disputas relevantes para el poder real del Paraguay, apenas un pasatiempo sobre temas que interpelan a minorías intensas. En suma, el drama de nuestras élites nativas que buscan mejorar sus estándares culturales.
