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sábado, noviembre 23, 2024

«Guardería de esposas»:una publicidad machista considera que las mujeres son mascotas

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«Guardería de esposas. Para ver por fin la Copa América súper tranquilo. 1) Dejás a tu esposa en la pelu 2) La pasás a buscar cuando termine el partido 3) Y sólo pagás la cuenta.»

Esta es la publicidad del Salón de Belleza «Amici Mei» de la ciudad de Asunción. Parece un ejemplo caricaturizado de lo que es publicidad machista, creado adrede para mostrar los aspectos más cosificantes del marketing, pero lastimosamente no lo es.

Se trata de una publicación que la peluquería hizo para ganar clientes y clientas. Evidentemente, creen que su público todavía vive en 1910.

La publicidad generó indignación en las redes sociales, donde se viralizó y logró el repudio de todo tipo de personas.

«Ay, qué exagerados, si sólo es un chiste», podrían decir muchos hombres y mujeres a los que la ola feminista todavía no les llegó. Y no, no exageramos.

Veamos qué está mal en esta publicidad.
Instagram @amicimei

En primer lugar, un servicio de «guardería» no puede ser pensado para mujeres mayores de edad, libres, independientes y decisoras de lo que quieren hacer y de cómo quieren verse.

Una guardería es para un niño o para un animal doméstico. Los maridos no «dejan» a sus esposas en cuidado de comerciantes para que las acicalen.

Le recordamos a Amici Mei que el 60% de las mujeres paraguayas (es decir, la mayoría) son económicamente activa, o sea, trabajan o buscan trabajo. Y las que no trabajan profesionalmente, lo hacen en su casa cumpliendo tareas domésticas no remuneradas.

Es una falta de respeto a la dignidad de las mujeres, además de una acción publicitaria pésima, considerar que las personas de sexo femenino siguen al cuidado de su esposo o su padre, como era el caso hasta principios del siglo pasado, es decir, más de 100 años atrás.

Por otra parte, esta publicidad reduce a la mujer al lugar de un objeto bello que debe «aprovechar» que su marido está ocupado y utilizar el tiempo de su pareja (porque está mirando fútbol y en esos momentos, las mujeres «molestan») para seguir acrecentando su belleza.

De esta manera, ganan los dos: el esposo lleva a su mujer a hacer «mantenimiento» y no tiene que soportarle mientras ve el partido, y la esposa sigue siendo linda y puede continuar pretendiendo tener la atención de su esposo. Brutal.

Además, el espacio se presenta como un salón para mujeres y varones, pero el servicio de «guardería» sólo es para ellas.

¿Acaso no hay mujeres que quieran ver la Copa América?

¿Acaso no hay hombres a los que no les gusta el fútbol y prefieren ir a la peluquería?

¿Y qué pasa con las parejas homosexuales? ¿No tienen derecho a «usar la guardería»?

Ni hablar de las tantas mujeres que llevan adelante hogares monoparentales; todo indica que no están invitadas a ir a este local el día que haya un partido de la Copa.

Por último, Amici Mei ni siquiera presenta una promoción real o descuento especial por la Copa América. Se limita a ofrecerle sus servicios a los «jefes» del hogar (hombres, proveedores, decisores) para que ellos traigan a sus esposas (dependientes, infantilizadas, cosificadas).

Si lo que Amici Mei busca es seducir a su clientela, debería empezar a considerar que las mujeres mayores de edad deben ser tratadas como tal. Espantar a sus clientes con este tipo de publicidad genera el efecto contrario.

Seguramente sus profesionales son excelentes. Por eso, como todos somos perfectibles y errar es humano, queremos ofrecerles, «cari amici»  (queridos amigos), unas sugerencias para que se actualicen, se «aggiornen» y puedan reivindicarse.

Siguiendo con la idea de usar a la Copa América como excusa podrían ofrecer:

  • 10% de descuento los días que juegue la selección paraguaya
  • 2×1 a sortear entre los que adivinen el resultado de algún partido
  • Si Paraguay es campeón, una copa de champán a cada cliente que festeje la victoria cortándose el pelo en su peluquería.

Estos son sólo ejemplos que sirven para mostrar que la publicidad y el marketing pueden (y deben) ser eficaces sin apelar al sexismo o al machismo.

Podemos hablar de belleza, de fútbol, de mujeres y hombres sin dejar a nadie afuera ni cosificarle. Hagamos chistes que nos hagan reir a todos y también a todas.

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