Ya no sorprende el silencio cómplice de determinadas dirigentes feministas, quienes parecen estar más preocupadas por cuidar la sotana de su líder, el ex obispo Fernando Lugo, que por la defensa de sus causas.
La semana pasada, Fernando Lugo fue entrevistado por Rafael Correa en su programa de la cadena rusa de noticias RT, de emisión internacional. En ese marco, el ex presidente paraguayo expresó opiniones que causaron estupor e indignación no solo en el público paraguayo, sino en el propio Correa cuyo rostro era de perplejidad y espanto.
Declaraciones como «hay que tratar con misericordia a los curas pedófilos» o «las mujeres a veces son unas exageradas«, fueron verdaderas apologías al abuso de menores, así como un brutal ninguneo al movimiento feminista que en todo el mundo viene dando una lucha por mayores niveles de igualdad.
[VIDEO] Lugo pide tratar a curas pedofilos con misericordia, ante la atónita mirada de Rafael Correa. “Dirías eso al padre de un niño abusado?” reaccionó el expresidente ecuatoriano. pic.twitter.com/OQD3bbN9Xy
— El Trueno (@eltruenopy) October 10, 2019
Expresiones como estas estas, siempre que lo digan personas de otros partidos, suelen ser merecedoras de comunicados altisonantes, escraches públicos y caracterización de sus agentes como apóstoles de lo “anti-derecho”.
Sin embargo, en lugar de todo esto hemos sido testigos de la más siniestra indiferencia ante los dichos de Lugo. Especialmente de parte de personas habitualmente prestas a estar al pie del cañón cuando se trata de -supuestamente- defender la igualdad y reivindicar la dignidad de las mujeres.
No hubo ni declaraciones, ni comunicados, ni siquiera un tweet de rechazo a las aberrantes expresiones de Fernando Lugo. Primó el encubrimiento al ex monseñor.
Por poner las cosas con nombres y apellidos. ¿Cómo es posible el silencio de Lilian Soto (ex ministra durante el luguismo y líder del partido Kuña Pyrenda), de Gloria Rubín (ex ministra de la mujer de Lugo), de Esperanza Martínez (ministra estrella durante la administración del destituido presidente y referente feminista del Frente Guasu), o en el plano de la sociedad civil, de la comunicadora Menchi Barriocanal (de activo compromiso con la agenda de género)?
Estas dirigentes y personalidades, con su actitud cómplice han demostrado que la devoción hacia su ex jefe político tiene más peso político que la defensa de los derechos de la mujer.
No se atreven a contrariar a Fernando Lugo, el patriarca libidinoso, cuyo aureola protectora tiene como principal fundamento los cuantiosos cargos públicos que proveyó al sueño del “progresismo” burocrático-gubernamental.
Por lo visto, honrar esa deuda pesa más que la coherencia política.
Es lamentable que el líder de quienes dicen dar batallas por una sociedad más igualitaria, con más derechos paras las mujeres, sea un personaje que demostró en el pasado ser un machista acérrimo, sospechado por el delito de estupro, padre abandónico de decenas de hijos, además haber utilizado la sotana clerical para manipular emocional y sexualmente a miles de mujeres campesinas pobres.
Es lamentable, también, que el feminismo institucional nunca haya condenado a Lugo cuando se refirió a las mujeres paraguayas como “gallinas” que se comen. Una brutal comparación de nuestras compatriotas con animales domésticos a merced del macho depredador.
Es hora de que Fernando Lugo sea repudiado con la misma contundencia con la se repudian expresiones similares relacionados al abuso, la violencia contra la mujer y el desprecio a la dignidad humana.