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sábado, mayo 4, 2024

Se acabó el juicio político: una derrota más de Efraín Alegre

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El juicio político a Mario Abdo y a Hugo Velázquez fue sepultado en medio de la indiferencia ciudadana. La oposición fracasó rotundamente en lograr la participación y el acompañamiento de la sociedad civil.

Las mayorías y las minorías parlamentarias no son suficientes para determinar el curso de los acontecimientos políticos. Como antecedente inmediato podemos mencionar a la fallida enmienda constitucional, impulsada por Cartes, Lugo y Llano, para habilitar la reelección presidencial.

Se contaba con mayoría en el Senado, y en Diputados hubiese sido un mero trámite, por la fortaleza de Honor Colorado en la Cámara Baja. Así, a pesar de que “se tenían los votos”, el intento se vio frustrado por la explosiva movilización popular durante todo el proceso, culminando trágicamente con la quema del Congreso y el asesinato de Rodrigo Quintana.

Ese clima de movilización y protesta ciudadana no existió durante la crisis política que vivió el país durante las últimas semanas, y cuya salida –según la oposición- era un juicio político al Presidente y al Vicepresidente de la República.

La orfandad popular de los propulsores de la destitución es aun más resonante si tenemos en cuenta que el Paraguay atraviesa una recesión económica que ha llevado a miles de personas a caer en el desempleo y disminuir su poder adquisitivo. La oposición nunca logró convencer a la gente de que el juicio político podía solucionar algunos de estos problemas.

La total falta de apoyo de la sociedad civil al juicio político demostró que no fue más que una irresponsable aventura de cúpulas partidarias, incapaz de leer correctamente el escenario nacional e internacional.

Si cuando estalló el escándalo del “acta secreta” muchos legisladores consideraron legítimamente que el hecho ameritaba la salida de Marito y Velázquez, esto rápidamente se disipó por falta de votos y de un programa claro de transición política de parte de la oposición.

Sin embargo, Efraín Alegre se negó a reconocer el peso de la realidad y convocó a  manifestaciones a las que solo el silencio respondió, quedando él una vez más en ridículo. Quedó evidenciado que su obstinación obedecía a un único motivo: la falta de un adecuado trabajo de duelo respecto a sus sucesivas derrotas electorales.

De esto se dieron cuenta también líderes emergentes de la oposición que ya se posicionan como alternativas electorales para el 2023, como por ejemplo, el senador Paraguayo Cubas, quien prefirió vender hamburguesas en lugar de acompañar la prédica en el desierto de los efrainistas.

Del mismo modo, el acompañamiento de Frente Guasu fue meramente testimonial, limitándose a la redacción de escuetos e insustanciales comunicados de prensa. Ni hablar del PDP, Patria Querida y Hagamos, cuyos apoyos fueron dubitativos o sencillamente nulos.

El juicio político hoy fue enterrado por una mayoría aplastante de 43 diputados colorados, llevándose quizás la última posibilidad de Efraín Alegre de disputar la Primera Magistratura. Ni los votos, ni los acuerdos legislativos, ni la movilización de la calle pudieron revertir lo que representa en la historia política del Paraguay: un consagrado perdedor serial.

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