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sábado, abril 27, 2024

A 231 años de la toma de la bastilla y la caída del «Antiguo Régimen»

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Contrariamente a lo que se suele pensar, el 14 de julio se rememora la llamada «Fiesta de la Federación» de 1790 y no el inicio de la Revolución Francesa, un año antes. Sin embargo, simbólicamente, la toma de la Bastilla en 1789 representa el fin del absolutismo monárquico y el reconocimiento de la soberanía popular.
La Prise de la Bastille (1789), de Jean-Piere Houël. Biblioteca Nacional de Francia.

« C’est une révolte ? – Non, Sire, c’est une révolution » Duc de La Rochefoucauld-Liancourt, 1789 [¿Es una revuelta? -No, Su Majestad, es una revolución]

El 14 de julio de 1789, hace ya 231 años, una muchedumbre asedió y tomó la Bastille, una fortaleza que antiguamente funcionaba como cárcel para prisioneros arbitrariamente detenidos por la Corona. Este edificio era el símbolo del absolutismo que gobernaba Francia.

Para entender por qué 1789 es una revolución y no una revuelta hay que tener en cuenta los cambios económicos, sociales y culturales que se venían dando en Europa, cuando el capitalismo empieza a desarrollarse dando lugar a una nueva clase económicamente dominante, la burguesía, pero no dirigente, dado que el único soberano era el Rey.

A la par que se consolidaba el poder económico de los burgueses, se ponía en cuestión el orden tradicional, las jerarquías constituidas y se resaltaba la superioridad de la ciencia sobre todo discurso religioso.

La «Ilustración» fue un movimiento intelectual (inspirada en el racionalismo y el empirismo de los siglos anteriores) cuyas ideas representaban muy bien al interés de la burguesía en ascenso. Ponía como centro al hombre y a su capacidad de autosuperación por estar dotado de Razón. Además, postulaban la igualdad entre todos los seres humanos. Estas ideas cuestionaban directamente la autoridad del Rey y su Corte.

Antes del 14 de julio de 1789 ya venían produciéndose crisis periódicas tanto económicas -que movilizaban al pueblo- como políticas (cuestionamientos de la burguesía porque su influencia no crecía al mismo ritmo que su riqueza). Ese año, la inflación del precio de los alimentos, el aumento del precio del vino (la bebida popular) y otros eventos políticos confluyeron en lo que fue una alianza de clase entre burgueses y trabajadores, quienes veían su nivel de vida degradarse cada vez más.

La toma de la Bastilla representa la impugnación del «Antiguo Régimen» y el principio de su caída. Si bien un año después, el 14 de julio de 1790 se festejó el «Día de la Federación» -donde el Rey Luis XVI festejó junto con el pueblo francés la unidad nacional- la realidad es que su rol ya había perdido legitimidad. Tres años más tarde, el rey, su esposa, María Antonieta, murieron aguillotinados en nombre de la Revolución en la Plaza de la Concordia (París).

Desde 1880, bajo la llamada Tercera República, los franceses celebran el 14 de julio como su «fiesta nacional», recordando no la toma de la Bastilla sino la unidad y la reconciliación de ese primer festejo de 1790.

https://www.instagram.com/p/CCnF59UImcS/?igshid=1ev9sf6rlh7h4

Imagen de portada:  La Liberté guidant le peuple (1831), de Eugène Delacroix. Museo del Louvre.

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