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sábado, mayo 18, 2024

Comemos, después somos

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Hoy, Paranaländer reseña para El Trueno el manga en su variante gastrónomica. Desde el ya clásico Samurai Gourmet, presente en el catálogo de Netflix, hasta el Gourmet Solitario, editado en español en 2010.

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Por: Paranaländer

El manga gastronómico es uno de los subgéneros del manga (palabra japonesa para designar a la historietas) más frecuentados últimamente, al punto en que la mejor guía de la cocina japonesa es un manga.

Ya hay clásicos como el Samurai Gourmet: una comedia de acción real de Netflix que está basada en el manga creado por Masayuki Kusumi.

Otro ejemplo de manga gastronómico es Oishinbo. À la carte.

Oishinbo (Gourmet, en japonés) es una obra con guión de Tetsu Kariya y dibujo Akira Hanasaki que lleva publicándose desde 1983, y ha superado el centenar de números, convirtiéndose así en una de las series más longevas y populares de Japón. Su éxito demuestra la pasión de los japoneses por la buena gastronomía y su propia cultura. Oishinbo está reconocido como una de las guías gastronómicas del país

Ahora nos centraremos en El Gourmet Solitario, 1997, Japón, editado en 2010 en España.

Goro Inokashira es el protagonista. Un gourmet goloso pero abstemio. Fumador. Un viajante de comercio independiente que, por su profesión, debe viajar, da la excusa perfecta para desarrollar este manga gastronómico, pues si comiera todo el día en su casa, en la oficina o en su barrio no tendría mucho interés. Su profesión le hace revolver los barrios y distritos de Tokio y peregrinar por añaretaí populosos y laberinticos de Osaka, Kawasaki (El barrio rojo de Horinouchi), isla Enoshima, etc. Son 19 capítulos y otros tantos menús.

Sus autores son Jiro Tanaguchi (nacido en 1947, debuta en el dibujo del manga en 1970, recientemente fallecido, 11 de febrero de 2017) y Masayuki Kusumi, guionista, ilustrador, músico, ensayista. El rosario de platos que presenta es, simplemente, abrumador. Comida de origen indio (curry), chino (shumai), coreano (kimchi), y europeo (bistec). Dejo correr el mantra de sus nombres para que sientan su belleza: Tonjiru, miso, karashi, gyudon, zoni, iwanori, donburi, oyako-don, kimosoui, kamameshi, etc.

Las dos aventuras más memorables de nuestro gourmet, me parece a mí, son: una, cuando decide escapar al barullo inmisericorde de Tokio, capital del ruido, refugiándose para comer, qué más da, en la terraza de un centro comercial. Capítulo titulado “Sanuki-udon en la azotea de unos grandes almacenes en Ikebukuro”. Es fin de semana y todos los restaurantes de los almacenes están repletos y hay que formar largas colas. Para huir del mundanal ruido nada mejor que ese oasis de la azotea paladeando fideos udon al estilo sanuki (es decir, con huevos y nabos rallados juntos).

Otra, cuando metiéndose en un lugar desconocido, un restaurante de sushi giratorio, donde todos los comensales y clientes piden de las ofertas (“todos los platos a 130 yenes”, hasta las 5 de la tarde), siendo el único distraído que pedía los precios convencionales de la carta, capítulo titulado literalmente “Sushi giratorio en Kichijoli” (a las afueras de Tokio). Al final, imitando a una de las señoras habitués, comprende el estilo del lugar y alza la voz (“atención, local con mala acústica”) y pide los platos de oferta, empezando por el exitoso o-toro (ventresca de atún), luego sazae (caracol gris), y así gastará 1472 yenes por ¡11 platos! El gourmet por definición es alguien que pierde la medida fácilmente.

El problema –o la licencia poética básica- del manga gastronómico: como toda narrativa genérica, como el porno (que de una cópula se salta a otra cópula) hay que saltar de restorán a restorán, de comida en comida….Un occidental no come todo el rato, al menos en restoranes.

“Me muero de hambre” es la frase más repetida del personaje solitario. Onanista del estómago. ”Tenía un hambre atroz”.

Un flashback nos muestra el “origen» del Gourmet Solitario: es un caso Bogart. Solitario porque una mujer (Sayuki) en París le planteó el enigma de su vida que no supo desenredar: “No tengo tiempo para cenar ni relajarme”.

En Branded to Kill (obra maestra de la Nikkatsu, 1967), el personaje principal inhalaba arroz hervido.

Mientras come el gourmet solitario escucha Yuko Nagisa (aunque se ven cedes de Ry Cooder también).

La última comida es en el hospital (debido a un accidente laboral termina allí), en donde sale el adagio que explica su filosofía gastronómica. “Comemos, luego vivimos”. Esa es la vida.

Link para oír a Yuko Nagisa:

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